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Sobreviviendo en la maldad

Predicas Cristianas… Mensajes Cristianos

Texto: Hechos 25:1-12

Introducción

Que incansable es la maldad. Los perseguidores consideran que es un favor especial que su maldad sea satisfecha. Predicar a Cristo, el fin de la ley, no era ofensa contra la ley.

En los tiempos de sufrimiento se prueba la prudencia y la paciencia del pueblo del Señor; ellos necesitan sabiduría. Corresponde a quienes son inocentes insistir en su inocencia. Pablo estaba dispuesto a obedecer los reglamentos de la ley y dejar que siguieran su curso. Si merecía la muerte, aceptaría el castigo, pero si ninguna de las cosas de que se le acusaba resultaba verdadera, nadie podía entregarlo a ellos, con justicia. Pablo no es liberado ni condenado.

Este es un caso de los pasos lentos que da la providencia por los cuales solemos ser avergonzados de nuestras esperanzas y de nuestros temores, y se nos mantiene esperando en Dios.

Bosquejo

El proceso contra Pablo avanza cada vez más hacia su desenlace. Festo parece estar resuelto a liquidar rápidamente el caso. Poco es lo que sabemos de Festo. Se le presenta como un funcionario consciente de su deber, imparcial y que piensa con objetividad, y como tal aparece también en nuestro relato. Cuando con motivo de la toma de posesión de su cargo hizo una visita a Jerusalén, los jerarcas judíos, principalmente los «sumos sacerdotes» saduceos, inmediatamente lo apremiaron con la petición de que enviase de nuevo a Pablo a Jerusalén, lo cual prueba una vez más que el odio contra el prisionero no se había mitigado ni siquiera al cabo de «un bienio» de arresto preventivo.

Festo no satisface su deseo. ¿Estaba al corriente de la situación, conocía la intención de los judíos? ¿O más bien se explica esto por la corrección del juez, que quería primero determinar las competencias respecto al caso e informarse con exactitud? Esto parece más obvio . Festo promete que pronto se reanudará la vista. Por el momento deja todavía en suspenso la cuestión de la culpabilidad y la sentencia. Y una vez más se dirigen los acusadores judíos a Cesarea, y de nuevo se halla el Apóstol en medio de sus «muchas acusaciones graves» ante el tribunal del representante del Estado romano.

¿Qué acusaciones eran éstas? No aportaban nada nuevo. Serían los mismos reproches que conocemos ya por las sesiones anteriores. Tampoco para el procurador eran precisamente nuevas. Su «consejo», al que se alude en el v. 12, le habría expuesto el caso a base de las actas y de las investigaciones anteriores ya antes de iniciarse la vista en el tribunal. También de la réplica del acusado se puede concluir que se trataba de los cargos que tenemos ya bien conocidos. En el fondo, todos estos cargos no eran sino un pretexto para su odio irreconciliable contra aquel que una vez había sido de los suyos y ahora arrastraba a las gentes como mensajero de salvación de aquel al que ellos habían crucificado. En el procedimiento contra Pablo vemos que pesan los mismos motivos que una vez en el proceso contra Jesús.

Pablo sabe que los argumentos pueden muy poco contra ese odio cargado de pasión. Da la sensación de que con su réplica formulada en términos concisos sólo quiere cumplir con la formalidad del procedimiento judicial. Para los lectores romanos de los Hechos de los apóstoles, y sobre todo para Teófilo, a quien estaba dedicado el escrito (Lucas 1:3; tenía sin duda especial significación que Pablo pudiera declarar sin ser contradicho: «Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César he cometido falta alguna.» En estos tres puntos está compendiado todo lo que podía entrar en consideración. Si -como querríamos volver a preguntarnos- se pudiera admitir que el libro se escribió cuando todavía estaba en curso el juicio de instrucción y con la intención de favorecer a Pablo que se hallaba en prisión, una frase como ésta tendría un efecto muy especial.

Lucas 1:1-4 – Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, 2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, 3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, 4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

¿Qué actitud adopta el procurador? Sorprende su oferta de que el proceso vuelva a ser trasladado a Jerusalén para que se investigue allí nuevamente la causa, aunque bajo su presidencia. ¿Cuál pudo ser el motivo del romano? «Quería congraciarse con los judíos», como dice el relato. Algunas líneas más abajo dice el mismo procurador a Agripa (Hechos 25:18 s): «Por cierto que, presentados los acusadores, no adujeron cargo alguno de los delitos que yo sospechaba. Pero tenían contra él ciertas cuestiones de su propia religión y acerca de un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo asegura que vive. Perplejo yo sobre el esclarecimiento de estas cosas, le pregunté si quería ir a Jerusalén para ser allí juzgado de ello.» Con razón podemos preguntarnos hasta qué punto creía Festo poder esclarecer mejor el asunto en Jerusalén. No cabe duda de que aquí entra en juego cierta diferencia con los judíos.

Hechos 25:18-25 – Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba, 19 sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo. Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas. 21 Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César. 22 Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás. 23 Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo. 24 Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más. 25 Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él.

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