¿Cuantas veces?

Buscando en lugares equivocados

El rey de Siria equivocó el destinatario de su petición. El rey apreciaba mucho al jefe de su ejército, y quería lo mejor para él. Pero su carta fue para el rey de Israel.

¿Cuantos van por el mundo buscando lo mejor para ellos o para su familia pero lo buscan ante la persona equivocada o en el lugar equivocado?

De esto se aprovechan los brujos y curanderos, de esto se aprovechan las sectas o doctrinas equivocadas. Pero cuando la búsqueda nace del corazón, en realidad cuando Dios nos busca, será Él quien encamine nuestros pasos hacia el lugar correcto, al sitio en donde Dios habrá de usarnos y nos ha de bendecir. Si queremos lograr esto, solamente debemos buscarlo como lo hizo Naamán.

Dejando el orgullo

Naamán era poderoso, ostentaba poder sobre los hombres, pero se humilló. Aún cuando podría haber hecho que Eliseo fuese traído a su presencia, fue él quien se trasladó a buscarle, dando honra al poder divino y de esta forma también honró al Dios e Israel.

¿Cuantos hay que esperan en sus casa, muy cómodos que les vayan a orar o a ministrar? En realidad lo que pretenden es que Dios sea quién se traslade hasta donde ellos están para llevarles la bendición.

Desconocen o se hacen los desentendidos cuando la palabra nos exhorta. “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre”. (Hebreos 10:25a). Naamán fue bendecido, pero el primer paso fue humillarse ante la presencia de Dios, dejando todo lo que personalmente, lo que humanamente era.

Avergüenzan de Dios mismo

Naamán era reconocido por su posición social y por su poder económico, pero no trató de ocultarse o disfrazarse. Él viajó con toda pompa y honores, con la escolta propia de un jefe del ejército sirio.

¿Cuantos hay que tratan de ocultar su venida a la iglesia? La disfrazan de múltiples formas, y esto es así porque no viven el orgullo de ser hijos de Dios, sino que se avergüenzan de serlo.

Tal vez no se dan cuenta, pero con este acto se avergüenzan de Dios mismo y no piensan. “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles” (Lucas 9:26).

¿Cuantos en las congregaciones dudan o ponen pretextos para no pasar por las aguas del bautismo, siendo que esto es mostrar orgullosamente y al mundo entero que ha rendido su vida a Cristo y deja en este acto de fe sepultada la vieja vida para resucitar en una nueva criatura con vida eterna en Cristo?

Naamán fue bendecido, pero no se disfrazó ni ocultó su visita al profeta de Dios, él hizo pública su fe en el Dios de Israel.

Naamán fue bendecido

Este general no fue al profeta con las manos vacías, llevó oro, plata y vestidos. Él llevó cosas que le eran importantes, cosas costosas. Como cristiano, ¿te has preguntado alguna vez si trajiste tus cosas realmente valiosas al Señor?

No estoy hablando de los material, te estoy hablando si le trajiste al Señor esas cosas que para ti tal vez tienen mas valor que el oro. Ese cigarro que no puedes dejar de fumar después de comer; ese vaso de vino sin el cual no puedes pasar la comida.

Quizás ese baile o discoteca en el caso de los jóvenes, y así tantas cosas que para uno tienen mas valor que el oro y la plata. Naamán fue bendecido, pero le llevó aquellas cosas que para él eran muy costosas.

Donde buscar la bendición

Tal vez hasta hoy has equivocado el lugar donde buscar la bendición. Quizás no hayas tenido las actitudes o las motivaciones correctas. Pero este es el tiempo e cambiar, es el tiempo de buscar realmente la luz de Cristo para que alumbre tu caminar.

Allí está Cristo diciéndote que este tiempo de luchas y problemas no ha sido en vano. Allí está Cristo diciéndote como Eliseo “Venga ahora a mi, y sabrá que hay profeta en Israel” (vers. 8b). Allí está Cristo el Todopoderoso para hacer cuanto necesites. Cristo esta para salvarte, para sanarte, para libertarte pues dice el Señor. “Derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde”.(Malaquías 3:10b).

Buscar el favor de Dios con humildad

Y llegó Naamán con toda su pompa a la puerta de la casa de Eliseo, pensando que saldría a recibirle como él estaba acostumbrado. Él esperaba que de alguna manera le rindiera honores. Pero cuando buscamos el favor de Dios, debemos hacerlo con humildad, pensando que Él es el supremo.

¿Cuantos como Naamán esperan que la oración que sirve es la del pastor o de un prestigioso siervo de Dios, sin desmerecer ninguna de ellas, pero desechan tal vez la oración del hermano que clama desde el corazón en santidad y adoración?

Deja un comentario