Activa la mente

Pablo confiaba en el poder del Espíritu Santo

Pero no por eso dejó de pensar y estudiar, pues el no hacerlo empobrece nuestra vida cristiana y debilita nuestro testimonio, mientras que el uso de la mente glorifica a Dios, nos enriquece y fortalece ante la presión del mundo ya que “…sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero…” 1 Juan 5:19-20.

La mente cristiana reconoce a Dios como la realidad suprema, y el hecho de que la Biblia se centre en Dios es indispensable para la mente humana, por lo tanto, la mente cristiana es una mente centrada en Dios, por lo que al usar correctamente la mente glorificamos a Dios pues nos hizo seres racionales a su imagen y semejanza, y nos dio en la Biblia una revelación racional, esperando que usemos la mente para estudiarla como Él quiere, además de enriquecer nuestra vida humana y cristiana mejorando nuestra calidad de vida.

Por otra parte, la mejora en la calidad de vida fortalece nuestro testimonio; si nos preguntamos: ¿Por qué algunos no aceptan a Jesucristo?, una razón es porque no les parece que el evangelio que les presentamos es lo suficientemente amplio como para aplicarse a la vida real.

Debemos recordar nuestro llamado como para estar atentos a la revelación de Dios, y también estaremos atentos al mundo para poder actuar haciendo el bien y combatiendo el mal, ya que una mente cristiana no se ocupa solo de Dios sino que reconoce y se involucra en la realidad humana.

Una mente cristiana tampoco se fija solamente en el mundo ni trata de interpretarlo y cambiarlo a partir de los recursos humanos, por lo que no debe ser ni optimista sin fundamento, ni pesimista sin esperanza para que la mente cristiana pueda escuchar a Dios y a las necesidades del mundo que nos rodea.

Dios conoce el fin de nuestra vida desde el principio y todo lo que está en el medio, y estas son las cosas que quiere revelarnos, para esto abre nuestra mente y nos trae pensamientos para poder evitar que busquemos nuestro propio camino. “…entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su consejo…” Job 33:16 RV 1909.

Y los pensamientos de Dios son de abundancia y no de miseria, quiere que vivamos mucho y con una buena vida. Nnos da pensamientos divinos y la capacidad de declarar su existencia para que crezcamos y cumplamos su plan para nuestra vida, que por cierto es el mejor.

Él quiere que maduremos en sabiduría, autoridad, y capacidad sobrenatural para que podamos testificar de su Reino; piensa que tu milagro ya existe, ya fue hecho y desatado en los cielos, pero depende de ti aprender a verlo y a llamarlo para que llegue a tu vida.

Antes de ver el remedio y cómo renovar la mente tal como Dios demanda

Consideremos lo que Pedro dice: “…Ceñid los lomos de vuestro entendimiento, …, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia…” 1 Pedro 1:13-14.

Esto porque en el mundo hay una ignorancia de Dios, una supresión voluntaria de la verdad de Dios que los hace esclavos de sus propias pasiones y deseos que Pablo llama “…los deseos engañosos…” Efesios 4:22, y que son los que les arruinan la vida, destruyen la adoración, y engañan su mentes entenebreciendo el entendimiento e infectando todo lo demás por la dureza del corazón.

¿Qué debemos hacer? Nada más que ser obedientes. “…no os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta…” Romanos 12:2

Para esto es necesario leer la Biblia, dejar que esos textos inspirados nos revelen la gloria de Cristo, debemos crearnos el hábito de meditar sobre la Palabra del Señor, y sobretodo, orar, orar, y orar para que el Espíritu Santo renueve su mente a fin de que podamos conocer y hacer la voluntad de Dios, de manera que todo lo que hagamos sea para la gloria de Dios.

Conclusión

Debemos dejar que el Espíritu trabaje de adentro hacia afuera, rompiendo el corazón endurecido que ciega y corrompe nuestra mente.

Por otra parte el Espíritu debe trabajar de afuera hacia adentro a través de la verdad de Cristo que llegue por nuestros ojos y oídos al leer y escuchar la Palabra predicada con humildad para que no sea despreciada y rechazada por un corazón endurecido por el pecado y que nos impide adorar realmente en espíritu y en verdad.

© Reenier Gonzalo Prado. Todos los derechos reservados.

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