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La Batalla

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: La Batalla

Predica Cristiana Lectura Bíblica de Hoy: Marcos 7:20-23

Introducción

Quiero comenzar el día de hoy con una pregunta. ¿Qué dirían ustedes que es lo más difícil de controlar en nuestras vidas? Creo que si pensamos en esto un poco todos diríamos que es nuestra mente.

Esto es algo que estoy seguro todo Cristiano encuentra difícil de hacer. Controlar nuestros pensamientos en ocasiones se nos hace muy difícil, sino casi imposible. La realidad del caso es que no nos damos cuenta que le estamos faltando a Dios.

En muchas ocasiones no nos damos cuenta que con nuestros pensamientos estamos pecando. Sé que he dicho esto en otras ocasiones, pero la razón por lo que les repito esto es porque nuestros pensamientos, nuestra mente, es el campo principal de batalla.

El demonio utilizara nuestra mente para poner ideas o pensamientos malos que eventualmente nos alejaran de la presencia de Dios. Pensamientos que si no controlamos, reprendemos y reemplazamos con pensamientos puros, tarde o temprano, cometeremos el pecado físico.

Es por eso que quiero hablarles acerca de este campo de batalla en el cual caen muchos heridos o muertos nuevamente en el espíritu. Este campo de batalla que el enemigo utiliza para robarnos el gozo y la paz que Cristo nos entrego.

Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

Marcos 7:20-23Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. 21 Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, 22 los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. 23 Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

La Batalla

Quiero que notemos aquí esta palabra “corazón.” Esta palabra es usada en la Biblia para describir este órgano tan importante en nuestros cuerpos, pero también para describir lo más importante de nosotros.

Es usada para describir nuestra manera de pensar, nuestra manera de ser; nuestra manera de ser internamente, esos pensamientos e ideas que solo nosotros y Dios conocemos.

Es por esta misma razón que Jesús aquí nos dejó esta gran advertencia, nos enseña que el campo de batalla principal es nuestra mente, nuestra manera de pensar. No es nuestra manera de actuar, ya que nosotros todos sabemos que podemos pensar de una manera y actuar diferente.

Creo que todos aquí somos más que capaz de engañar a cualquiera, pero les puedo asegurar que nunca podremos engañar a Dios (Gálatas 6:7). Una de las cosas que más confunde al creyente hoy en día es el tema de la tentación y las pruebas. Les puedo decir que en numerosas ocasiones he escuchado esa pregunta que muchos nos hacemos: ¿cuál es la diferencia?

La gran diferencia es que las pruebas vienen de Dios.

Aunque en ocasiones nosotros no podamos ver el por que de la situación, las pruebas si tienen un propósito en nuestras vidas. La pruebas sirven para edificarnos, enseñarnos y acercarnos más a Dios (Santiago 1:1-4).

Las pruebas no nos tientan a pecar, las pruebas no son una tentación, la tentación nunca origina de Dios (Santiago 1:13). Ahora, en la otra mano tenemos la tentación, esto es algo que origina de nuestro enemigo para alejarnos de la presencia de Dios.

La tentación es algo que llega a nuestras mentes, y si no tenemos cuidado hará morada en nuestros corazones. Somos tentados a causa de nuestras propias concupiscencia, nuestros propios deseos, somos tentados por nuestro apetito por las cosas del mundo.

El problema esta en que nuestros deseos son bien poderosos. Con esto no les estoy diciendo que todos nuestros deseos son malos, pero si les digo que algunos de ellos si lo son.

Tenemos que aprender a reconocer la diferencia si queremos vivir vidas victoriosas. Debemos reconocer que el enemigo utilizará todo lo que este a su alcance para alejarnos de Dios. Tenemos que reconocer sus tácticas y reprenderlas.

Les puedo decir que las tácticas que él usa son fácil de distinguir, son las mismas tácticas que ha estado usando a través de los siglos (1 Juan 2:15-17), y las usa porque sabe que trabajan con mucha eficacia.

En estos versículos que leímos hoy, Jesús nos esta advirtiendo que no dejemos que nuestros deseos controlen nuestras vidas, Él nos esta diciendo que no caigamos en tentación, que nunca nos rindamos.

Él nos esta diciendo que no podemos darle una espada al enemigo la cual pueda usar en contra nuestra. Porque hermanos, la verdad de todo es que no podemos ser tentados si el deseo ya no existe en nosotros.

No podremos ser seducidos al no ser que la lujuria, lascivia, y otros malos pensamientos todavía vivan en nuestros corazones. Es hora de reconocer las cosas por lo que son.

Dios no nos tienta, tentaciones no son cosas buenas.

Dios no causa que las tentaciones lleguen a nosotros, nosotros causamos que las tentaciones lleguen a nosotros. Nosotros le permitimos al diablo y a su ejército de demonios que nos atormenten con tentaciones porque los deseos, la lascivia, y lujurias en nuestros corazones no han sido desechadas.

La realidad del caso es que las tentaciones originan de muy profundo en nosotros y son influenciadas por el diablo. Tenemos que examinar las situaciones cuidadosamente, tenemos que siempre acordarnos que Dios no es la causa de la tentación, pero Él si nos ha hecho una promesa sobre ellas. Él nos ha prometido que no seremos tentados por algo que no podamos resistir (1 Corintios 10:13).

El Señor aquí nos dice: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos.” Pero ¿cómo podemos controlar nuestros pensamientos? ¿Cómo podemos controlar nuestros deseos?

La respuesta es fácil, tenemos que resistir los ataques, una vez que hagamos esto el demonio tendrá que huir de nosotros (Santiago 4:7). Tenemos que acercarnos más a Dios.

Si no buscamos más de Su presencia, si no buscamos más Su rostro, entonces le será fácil al enemigo poner pensamientos malos en nuestras mentes (Marcos 4:19). Si no buscamos más de Dios entonces de nuestros corazones saldrán maldades que no solo nos contaminaran a nosotros mismos sino que contaminaremos a todos aquellos que nos rodean.

¿De qué tipo de contaminación les hablo?

Lo primero que obtendremos es que perderemos la paz que Cristo nos dejó. Después perderemos nuestra fe, acto seguido dejaremos de comunicarnos con Dios, nuestra vida de oración morirá, y el pecado reinara nuevamente en nosotros.

El pecado es algo que viene a robar, a matar, a destruir los que Cristo nos ha dado (Juan 10:10). Para poder vivir vidas victoriosas, para poder vencer los ataques del enemigo, lo primero que tenemos que hacer es permitir que sea el Espíritu Santo quien nos guié en todo momento.

Fíjense bien que no les dije en algunos momentos, sino les dije en todo momento. Tenemos que escuchar al Espíritu Santo cuando nos habla y nos da convicción de las cosas (Romanos 8:14-15). Es necesario que aprendamos a caminar en el Espíritu Santo en todo momento y no solo en ciertas ocasiones (Gálatas 5:22-25).

Tenemos que aprender a deshacernos de esos deseos de la carne que nos alejan de la voluntad de Dios (Romanos 5:16-17). !Hermanos el Espíritu Santo mora en nosotros! !Él Espíritu Santo nos anhela celosamente en todo momento! (Santiago 4:5).

Cuando creemos esto sin que exista algún tipo de duda no existe tentación que no podamos resistir, no existe batalla que no podamos ganar. Dios ha permitido que el Espíritu Santo more en cada uno de nuestros corazones para que podamos ser guiados a través de las tentaciones y las pruebas de esta vida.

El Señor ha permitido que el Espíritu Santo more en nosotros para que nos dé convicción de las cosas que hacemos que están mal hechas. Él Espíritu Santo nos cuida celosamente para que nunca nos apartemos de Dios.

Él Espíritu Santo mora en nosotros derramando la Gracia de Dios en todo momento. Pero lo triste del caso es que no todo creyente recibe la gracia de Dios. Dios quiere derramar su gracia sobre nosotros, Dios quiere lo mejor para cada uno de sus hijos, pero si continuamos viviendo en pecado, si endurecemos nuestros corazones y nos rebelamos contra Dios; pues entonces no recibiremos nada de Dios. Tenemos que purificar nuestros corazones, tenemos que prestarle más atención a nuestros pensamientos (Santiago 4:8).

Hermanos, nuestras mentes son el campo principal de batalla.

Una persona que profesa ser Cristiana no puede ser tal como era, tiene que haber un cambio completo, en la manera de actuar, hablar y pensar. Si no existe un cambio completo en nuestras vidas, entonces no nos podemos llamar Cristianos (1 Corintios 10:21-22).

Hermanos sé que estas son palabra fuertes, que son palabras que muchos pueden mal interpretar. Sé que lo que les dije son palabras que no muchos pastores están dispuestos a hablarles a su congregación, pero es hora de que el pueblo de Dios sé de cuenta que la batalla se inicia profundamente dentro de nosotros.

Por favor comprendan que no es mi propósito de ofender o insultar a nadie, no es mi propósito de hacer a nadie sentirse mal. Mi propósito y deber como cabeza de esta congregación es de exhortar al pueblo de Dios, de exhortar a todos nosotros que el Señor ha puesto aquí a que reconozcamos donde puede existir un error en nuestras vidas.

Para concluir.

No le permitamos al enemigo que nos venza en nuestro propio patio, es decir nuestras mentes y corazones. No le permitamos al enemigo que nos robe la paz que Cristo nos dejó, esa paz cual es la única capaz de mantener nuestros corazones y pensamientos en el lugar correcto, nos ayuda a mantener nuestros corazones en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).

El demonio quiera plantar semillas en nuestros corazones, semillas de celos, contiendas, depresión, lascivia, lujuria, orgullo, dudas y avaricia. El demonio quiere destruir la obra que el Señor esta haciendo en nuestras vidas.

Pero si descartamos estas semillas, si reconocemos a tiempo lo que esta tratando de hacer, entonces nunca podrá conducirnos nuevamente a la esclavitud que es el pecado. No podemos dejar nuestra guardia caer en ningún momento sino estar atentos (1 Pedro 5:8).

No podemos permitir que nuestros pensamientos nos alejen de Dios (1 Pedro 1:13-16). De nuestros corazones dice el Señor salen malos pensamientos, pero esto es solo si nuestros corazones y nuestras mentes no están concentradas en Dios (Romanos 12:2).

Busquemos más de Dios en todo momento. Confiemos en Dios para todo. Limpiemos nuestros corazones, y llegaremos a Su presencia donde nada nos podrá debilitar o vencer (Mateo 5:8). Es hora de que el pueblo de Dios se someta a Dios sin condiciones.

Escuchen bien, no podemos permitir que las cosas de este mundo, que las dudas, o la desconfianza detengan la obra de Dios en cada uno de nosotros. No existe poder ni potestad que pueda derrumbar lo que Dios ha hecho (Romanos 8:38-39), no existe poder ni potestad que nos pueda quitar la victoria que Cristo murió en la cruz para darnos.

No podemos ser personas de doble ánimo, tenemos que confiar que Dios esta con nosotros en todo momento. Tenemos que tomar control de la batalla, reprender esos pensamientos, y llenar nuestras mentes con Su santa y divina Palabra.

La batalla puede ser difícil, pero la guerra ya la ha ganado Cristo por nosotros. Cristo le venció con Su sacrificio en la cruz (Hebreos 2:14) pero recordemos que aunque es un ser derrotado, todavía esta tratando de engañarnos en todo momento (Apocalipsis 12:9).

Su hora llegará, con cada día que pasa más se acerca su fin, se acerca el día cuando Cristo establecerá Su reino aquí en la tierra (Apocalipsis 11:15); cuando el demonio mentiroso no podrá engañar más al mundo.

Pero hasta ese entonces, velemos cautelosamente, cuidemos nuestros corazones y reprendamos esos pensamientos que no edifican sino destruyen y contaminan.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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