Decisiones que determinan su éxito o fracaso

Las circunstancias no pueden gobernarnos. Si estamos en medio de la crisis, quizá presos de la desesperación, es fundamental que doblemos rodilla en oración delante de nuestro amado Padre celestial. Los cristianos no renuncian porque comprenden que renunciar es la palabra preferida de los fracasados, y recuérdelo: usted y yo fuimos concebidos para vencer.

3. La decisión de reconocer el error y aceptar el perdón de Dios

Pienso en Ana Milena. Una mujer dinámica, entusiasta, con muchas ideas. Pese a ello entra en constantes depresiones. ¿La razón? No habían transcurrido dos años después de su matrimonio, cuando cayó en adulterio.

Tenía entonces veintiséis años y creyó que era la forma de vengarse de su marido, que caía en constantes aventuras fuera del hogar. Pasados treinta y dos años, a pesar de ser una cristiana fiel y consagrada a su hogar, no se había perdonado.

Lo invito nuevamente a la escena del Señor Jesús en la cruz. Dos hombres están junto a él sufriendo el martirio. “Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: — ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros!”(Lucas 23:39. Nueva Versión Internacional)

Una decisión errada, sin duda. Tuvo la oportunidad de haber alcanzado la eternidad con Dios, pero la desechó. Se dejó arrastrar por las emociones, la incredulidad y –en cierta medida—por la autosuficiencia.

No obstante, el otro reo actuó diferente: “Pero el otro criminal lo reprendió: — ¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo. Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso —le contestó Jesús. .”(Lucas 23.40-43. Nueva Versión Internacional)

No importa cuán malo haya sido este hombre: reconoció su error, pidió perdón a Dios mismo quien en Jesús estaba compartiendo el sufrimiento por los pecados de la humanidad, y aseguró la eternidad en Él. Recibir perdón de Dios y perdonarnos a nosotros mismos. Dos pasos fundamentales que acompañan la mentalidad de un triunfador.

4. La decisión de rendirse a la voluntad de Dios

Cambiar en nuestras fuerzas no es posible, pero sí con el poder de Dios. Lo peor que podemos hacer es resistirnos al obrar de Dios. Aceptarlo, por el contrario, es un cimiento para el éxito y la realización personal y espiritual.

Han transcurrido algunos meses desde la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesús. Y vemos a Saulo de Tarso—posteriormente conocido como Pablo—camino de una ciudad cercana para proseguir la persecución contra los cristianos:

Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor. Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: — Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ” (Hechos 9:1-4. Nueva Versión Internacional)

¿Está cansado de una vida de fracaso que cada vez se torna más caótica? No siga luchando contra Dios. Él tiene para usted y para mi, mis planes maravillosos. Resta que nos rindamos a Él y le permitamos obrar poderosamente en nuestro ser.

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