II. LA VISIÓN DE UNA DECEPCIÓN LLENA DE IMPOTENCIA
a. La pregunta que dejó en silencio al universo (vers. 2)
La pregunta la hizo un poderoso ángel (algunos piensan que pudo ser Gabriel). Tan fuerte fue la voz que fue oída por todos y en todas partes. ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos? Hubo un silencio como otros que veremos en este libro. Nadie respondió inmediatamente.
El versículo nos dice que “ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo”. Observe que en la visión de Juan él incluye todos los lugares de donde podía salir alguien que abriera el libro. Si bien es cierto que Juan conocía que en la tierra no había ningún hombre justo que fuera capaz de tomar el libro de la mano del Padre, a lo mejor si en el cielo por ser un lugar donde no hay pecado y aquellos seres están santificados para todos los servicios.
Pero observe que Juan con profunda decepción nos dice que “ninguno” fue hallado que reuniera las características para cumplir esta misión. El asunto fue que Dios tiene el futuro en su mano derecha, y nadie ni arriba ni abajo, ni los santos ángeles ni los santos redimidos, pudo abrir y mirar lo que sólo Dios conoce.
b. Un hombre llorando en el cielo (verss. 4-5)
Esta es una escena única. Esta es la primera y la última vez que vemos a alguien llorar en el cielo. No sé si los ángeles lloran, pero los humanos si lloramos y cuando vamos más para viejos más. Yo quiero pensar que Juan lloró mucho cuando estuvo al pie de la cruz, sin embargo, esta escena, tan tierna y compasiva, lo hace llorar, tanto así que dice que “lloraba yo mucho”.
Pero su profundo lloro va a ser consolado, porque no hay lágrimas de los hijos de Dios que no sean enjugadas y consoladas. En aquella escena fue un anciano no un ángel que vino a consolarlo ¿Por qué lloraba tanto Juan? ¿Por qué su lloro era casi incontrolable?
El continuo llanto de Juan reflejó su tristeza de que el futuro reino de Dios y su juicio parezcan indefinidamente postergados porque nadie tenía autoridad suficiente para abrir el rollo. ¿Significaba esto que no se tratarían los errores de la tierra?
¿Significa esto que los justos nunca serán vindicados y que los impíos quedarán impunes? Juan entendió que, si los propósitos de Dios fracasan, entonces toda la vida carece de sentido. Si nadie puede abrir el rollo, ninguno de los propósitos de Dios se cumpliría. He aquí lo que viene.
III. LA VISIÓN DEL ÚNICO QUE PUEDE ABRIR EL LIBRO
a. Él es el león de la tribu de Judá (vers. 5)
Los ancianos acá representan a los creyentes. Eso es a la iglesia que se está formando en el cielo. Los hijos de Dios están en el cielo porque conocen al Salvador que ganó para ellos. Saben que él es el único digno de abrir el libro, porque si él logró su salvación también logrará el porvenir que está en aquel libro por ahora sellado.