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El deseo de volver a casa

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Texto Biblico: Salmo 84 (RVA 2015)

INTRODUCCIÓN:

La presente pandemia nos ha mantenido alejado de la casa de Dios por un largo tiempo. En un instante se fue el gozo y el entusiasmo que despertaba el ir a la iglesia del Señor. No ver a nuestros hermanos para darles un abrazo, un apretón de manos o un “beso santo”, ha sido parte de lo que este virus nos quitó sin pedirnos permiso.

De esta manera, el deseo de volver a reunirnos y ser la iglesia del “Ambiente de Gracia” sigue siendo parte de una extraña sensación, lo mismo que sentía el pueblo de Israel, quienes estando en la diáspora en un prolongado exilio, tenían un anhelo casi desesperado de regresar a Jerusalén y a su templo para encontrarse con el Dios vivo.

Ese es el propósito del presente Salmo 84. Se ha dicho que este salmo es uno de los más hermosos de la Biblia, tanto que Spurgeon lo llamó “la Perla de los Salmos”. Leyendo esta semana en el libro de Crónicas noté la manera tan precisa como Dios le dio a David la visión de los planos del templo y su diseño, y si bien es cierto que él no construyó el templo, si fue su gran promotor.

Nadie tuvo una pasión tan grande por la adoración a Dios como David. Su meta era que Jerusalén llegara a ser la capital mundial de la adoración a Él. De esta manera tenemos que el pueblo de Israel donde quiera que viviera, anhelaba con un profundo deseo de venir a Jerusalén, por lo menos una vez al año, para la adoración a su Dios.

Y es que nada es más importante para un creyente que regresar otra vez a casa, sí, a la Casa del Señor. Bueno, según las últimas informaciones todo parece indicar que pronto abriremos nuestros templos.Y me pregunto si el haber estado tanto tiempo lejos de la casa del Señor ha profundizado el deseo por volver allí o al contrario nos está trayendo algún desánimo y alejamiento del Señor.

Pero si usted es como el salmista, entonces el deseo de volver a la casa del Señor para encontrarse con el “Dios vivo” debiera ser su más grande motivación según la visión de este salmo. Veamos las razones.

I. LO AMABLE QUE SON SUS MORADAS

a. La palabra que describe su morada (vers. 1)

El salmista usó la palabra “amable” después de buscar y considerar cuál sería lo mejor para describir lo que se siente al estar en la casa del Señor y en su presencia. Él estaba tan absorto en su deseo por las moradas del Señor que no se podía explicar que alguien pensara lo contrario. Aunque si bien es cierto para los que no valoren el sentimiento que se desprende de congregarnos, la palabra “amable” no les despertará ningún tipo de sensación.

Cuando el salmista habla de “tus moradas” tuvo que pensar en el tabernáculo que el mismo Dios instruyó para que se le adorare. Esto habla de un lugar sagrado, reservado exclusivamente para el encuentro con Él. Yo no se que podrá ser más amable en esta vida, pero si hay un lugar que está desprovisto de hostilidad y de maldad son las moradas de “el Señor de los ejércitos”.

Una de las características de Dios que no hablamos mucho es que él es un Dios amable. Y ninguna cosa da más placer que hablar o estar delante de alguien que es amable y bondadoso. El conocimiento del lugar donde nos encontramos con el Señor debe despertar en todo hijo de Dios un inmenso deseo regresar allí y contemplar la hermosura de su santidad.

b. El deseo que describe su morada (vers. 2)

Este texto es demasiado significativo y describe el altísimo estado de las emociones del salmista cuando a su mente viene el deseo de volver a la casa de Dios. Observe cómo se involucra en un acto de tan sublime adoración que primero pone a su alma, sigue con su corazón y termina con su carne al servicio de la adoración a Dios. Esto es algo maravilloso.

No siempre nos entregamos a esta clase de adoración a nuestro amable Dios. En la adoración del salmista todo le canta al Señor. Tenemos que reconocer como lo dijo el profeta Isaías que algunas veces somos como Israel cuando dijo: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi”.

Por otro lado, no siempre involucramos a la carne en la adoración, porque muchas veces asociamos la carne con lo pecaminoso. La palabra “ardientemente” tiene su mejor comparación en la forma como un bebé llora con todas sus ganas cuando algo le pasa. De esta manera el salmista mezcla sus deseos por los atrios de la casa del Señor con un acto de adoración al Dios vivo, reconociendo que solo hay uno, pues los demás son ídolos humanos.

II. EL PRIVILEGIO DE ESTAR CERCA A SUS MORADAS

a. Un nido cerca del altar (vers. 3)

El deseo del salmista por estar en la casa del Señor era tan grande que lo llevó hasta envidiar a un gorrión y a una golondrina quienes habían hecho sus nidos y hasta criaron a sus polluelos tan cerca del lugar de la adoración.

A estos parajitos nadie le impedía que llegaran al mismo tabernáculo. Estas pequeñas criaturas, hasta insignificantes en valor cuando se compara con el hombre, estaban protegidas en la casa del Señor. “Cerca del altar” era el lugar donde se sacrificaban los animales para ser presentados con las ofrendas por el pecado.

Y allí están ellos, protegidos, sin ningún peligro de ser también sacrificados. ¡Que privilegio! Si David fue quien escribió este salmo podemos verlo luchar con este anhelo. Él no era un levita, por lo tanto, no tenía acceso a ese lugar donde estaban las cosas santas, objetos de la más excelsa adoración que se le dada al Señor.

Era tan grande su deseo de ir y adorar en la casa de Dios que habla de llegar, por lo menos a los atrios de ella. Su deseo era parecido al de aquella mujer con el flujo de sangre cuando dijo: “Si tan solo pudiera tocar el borde de su vestido” para adorar a Dios.

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