La voluntad de Dios es prioridad

Pablo le advierte a Timoteo que llegará el momento en que la gente no querrá escuchar la verdad, sino que correrán en pos de maestros que les digan lo que desean oír. En vez de escuchar lo que la Biblia dice, correrán ciegamente tras sus errados conceptos. Por eso, mantente despierto, vigilante. No temas sufrir por el Señor. Gana almas para Cristo. Cumple con tus deberes.” (2 Timoteo 4:3-5 NTBAD).

Los que son llamado cumplen la voluntad de Dios

Los que son llamado por Dios a hacer su obra no claudican ante las presiones de las masas. Los que predicamos a Cristo y su evangelio no somos meseros que complacemos a los clientes, ni predicamos para quedar bien con las tendencias del presente. Respondemos a los intereses del reino de Dios, no a intereses personales.

Una iglesia que sabe distinguir los tiempos en que vive (Mateo 16:1-3), que predica con firmeza el evangelio de Cristo, que gana almas y cumple con los propósitos de Dios, jamás cederá ante las presiones y la demagogia de las masas que se buscan maestros que les digan lo que desean oír.

Así como Cristo no se dejó manipular por la gente de su tiempo, la verdadera iglesia de Cristo no debe dejarse manipular por las masas deseosas de oír lo que quieren oír, porque la voluntad de Dios es prioridad para la iglesia.

II. JESÚS NO SE DEJÓ DOMINAR POR EL SECTARISMO RELIGIOSO DE SU TIEMPO ÉL CUMPLIO LA VOLUNTAD DE DIOS 

Jesús censuró las sectas judías que le daban más valor a las tradiciones de los ancianos que a los mandamientos expresos de Dios. Los confrontó en más de una ocasión con el mensaje poderoso y transformador que predicaba.

Jesucristo condenó abiertamente la hipocresía de la religión organizada de su tiempo, que se interesaban más en verse santos ante los hombres que ser santos para Dios. Anhelaban la admiración y la alabanza de la gente. El Señor les dice: “…hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres…” (Mateo 23:5).

Jesús no sincretizó el mensaje del evangelio que predicaba con las tradiciones y reglas de aquellas sectas religiosas (Lucas 5:33-39). No copió sus estilos de hacer discípulos, más bien los cuestionó (Mateo 23:15).

Al igual que Jesús la verdadera iglesia ni mezcla ni sincretiza la verdad de la biblia con la cultura, las corrientes religiosas de actualidad, ni el liberalismo actual buscando popularidad, finanzas y aplausos de la gente.

En este sentido Pablo fue bien directo al advertir que si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!” (Gálatas 1:8 NVI).

El celo de Pablo por el evangelio era tan grande, que prefiere que el juicio de Dios caiga sobre él si llegara a distorsionarlo. Pablo no admitía poner en juego la gloria de la obra redentora de Cristo y el destino de las almas.

Nunca olvidemos que la iglesia es portadora de la Gloria y voluntad de Dios.

El Señor le delegó su autoridad para que predicara el evangelio con poder. La iglesia que predica a Cristo y su evangelio tendrá oposición, sufrirá persecución, porque “Es imposible predicar la verdad sin molestar o estorbar a los que enseñan el error, corrompen la verdad y trastornan los caminos del Señor.” Wayne Partain

Así como Cristo no se dejó dominar por la religión organizada de su tiempo, la verdadera iglesia de Cristo no puede dejarse dominar por las nuevas corrientes religiosas ni el falso ecumenismo global, porque la voluntad de Dios es prioridad para la iglesia.

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