El padre más padre

¿Qué nos ha dado Dios como Padre?

Lo primero que te dio fue la vida. Luego mire todo lo que tienes a tu alrededor. Él nos ha dado nuestras casas, nuestros trabajos, nuestras habilidades, nuestros talentos, nuestro intelecto.

Él nos da la luz del sol y la lluvia, el clima cálido y el frío, hermosas flores y árboles que adornan el paisaje. Él nos da los pájaros que alegran nuestras mañanas. Él satisface todas nuestras necesidades respondiendo a nuestras oraciones.

No hay nada que tengamos que no venga de él. Así que como padres terrenales tenemos este modelo a seguir. El primer deber de un padre es dar. Dar amor y su tiempo a sus hijos, luego dar para suplir las necesidades materiales, emocionales y espirituales.

Así como nuestro Padre celestial se reveló dando, el padre terrenal es llamado a imitar su ejemplo. Sea siempre un padre dadivoso con sus hijos para que ellos no lo sean con los suyos.

b. Nuestro Padre entrego “… a su Hijo unigénito.”

Considere este extraordinario asunto. Dios como Padre no solo nos dio todas las comodidades para vivir, de las que vivimos siempre agradecidos, sino que además nos dio lo que más nadie podía darnos: su propio Hijo. Nos dio al Mesías en la persona de su Hijo para morir por nuestros pecados, demostrando con esto su más grande amor (Romanos 5:8).

Como padre, hay sacrificios que debemos hacer. A lo mejor hay muchas cosas que quisieras tener, pero Dios te dio a los hijos para que te sacrifiques por ellos. Prefiero no tener dinero en el banco, pero haberlo invertido en mis hijos. Prefiero sacrificar horas de comodidad o entretenimiento y gastar ese tiempo para estar con mis hijos.

Prefiero sacrificar aun mis horas de ocio y de aquellas donde hago lo que más me gusta, para dedicarlas a salir, jugar, aconsejar y estar con mi hijo. Cuando ellos crezcan eso será lo que ellos más valoricen. El Padre nuestro nos dio lo mejor. No escatimó el precio de ese sacrificio. El reto para cada padre no es menos que este. Honre su nombre de padre dando lo mejor a sus hijos.

III.    DIOS COMO PADRE SE NOS REVELA CON UNA ESPERANZA ILIMITADA

a. “… para que todo aquel que en él crea…”

Es cierto que nadie puede salvarse por sí mismo, pero todos tenemos un papel que desempeñar en nuestra salvación. Dios espera que creamos en él. Si eso no se da, no habrá salvación. Esta es su expectativa debido al gran sacrificio efectuado. Un buen padre tiene ciertas expectativas para sus hijos.

Los ha levantado, no para su propio provecho, sino para el de ellos mismos. Ha sembrado en ellos los valores que los harán hombres y mujeres de bien. Un padre tiene la responsabilidad de establecer un modelo para sus hijos.

Claro está que en estos estándares él debe ser un ejemplo para ellos. Hay hijos que han sido marcados por el ejemplo de sus padres para bien o para mal. Y, por cierto, no salen siempre buenos hijos de excelentes padres.

¿Cree usted que del sacerdote Elí, el profeta Samuel y el rey David pudieron salir hijos malos? Pues todos fracasaron en esta tarea. Sin embargo, la expectativa debe ser que los hijos sean bien portados.

En el campo familiar el padre espera que su hija se case bien. “Es mejor que se case con alguien que no tenga ni un centavo y que valga un millón, que casarse con un millonario que no valga ni un centavo”.

b. “… no se pierda…”

Pedro nos habla de la gran expectativa divina cuando comenta: “No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (1 Pedro 3:9). Un padre cristiano tiene la expectativa que sus hijos conozcan a Jesucristo como su salvador. Para esto él mismo debe asegurarse de predicarles el evangelio.

Asegurémonos de traer con nosotros los hijos al cielo. Para esto un padre cristiano vivirá las demandas de Deuteronomio 6:4-9 de modo que sus hijos sean salvos. El mismo deseo del Padre celestial debe ser el nuestro.

Que ninguno de sus hijos perezca, pero que todos procedan al arrepentimiento. Que seamos como el padre Josué quien dijo: “Escogeos hoy a quien sirváis… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15).

Bien pudiéramos parafrasear a Mateo 16:26, diciendo: “¿Qué provecho obtendrá el padre si ganare mucho dinero y prestigio y perdiere a sus hijos? Como padres nuestra primera misión es salvar a los hijos. En esto hay una batalla que debe ser librada constantemente. En el cielo nos volveremos a reunir como familias. No fallemos.

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