Uno de los propósitos de esta carta no solo es hablarnos del horrible sacrificio de Jesús, sino de mostrarnos su mas grande triunfo. En cuatro ocasiones nos habla de Jesús sentado en el trono de Dios: “El se sentó a la diestra de la Majestad en el cielo” (1.13). “Se sentó a la diestra del trono de la Majestad en el cielo” (8:1). “Se sentó a la diestra de Dios” (10:12) y “Se sentó a la diestra del trono de Dios” (12:2).
¿Cuál es el sentido de todo este texto? Pues mostrar a sus discípulos que nuestro amado Cristo completó su tarea en la tierra, luego asumió su lugar en el cielo, para asegurarle finalmente al creyente la ayuda divina en la carrera que también tiene por delante. Que, si bien sufrimos acá, reinaremos con él al final de la carrera. Es para decirnos que, así como el triunfó también nosotros debemos triunfar.
III. POR LO QUE NOS CORRESPONDE A NOSOTROS
1. Consideremos a Jesucristo quien sufrió por nosotros (vers. 3)
La palabra “considerad” acá tiene que ver con la palabra “analogía”. Esto es decirle al discípulo que ha sido invitado a hacer de Cristo su “punto de comparación” en toda su vida. Mencionamos esto porque a veces nuestra vida cristiana la queremos comparar con la de otros cristianos, y si no andan muy bien, a lo mejor nos sentimos que somos mejores, o si ellos están muy bien con el Señor entonces nos sentimos peores en nuestro comportamiento.
Pero cuando Cristo es mi punto de referencia, entonces mi visión cristiana cambia porque al final es a él a quien sirvo, a quien amo y a quien sigo. La otra idea de esta palabra es que al ver todo lo que el Señor ha sufrido por nosotros, él seguirá siendo nuestro modelo para mirarlo siempre de modo que no apartemos nuestros ojos de él y poner nuestra mirada en el mundo con sus placeres.
El desafío de este llamado es que a quien necesitamos en la vida cristiana no es a otro sino al Señor Jesucristo. Su sufrimiento será nuestro punto de referencia para cuando pase por la prueba. La idea de esto también es hacer una valoración de lo que Jesús pasó, incluyendo sus contradicciones. Miremos el modelo. Sigamos al modelo. Vivamos para el modelo.
2. Pensemos en el propósito de Jesucristo (vers. 3b)
El asunto de poner nuestros ojos en Cristo es para que nuestro ánimo no decaiga. Lo más fácil es que suceda esto. Hay creyentes que son muy “blanditos” para usar una palabra coloquial. Se derrumban por cualquier cosa.
Algunos hace rato están derrotados y parecieran no querer salir de ese estado. En algunos la fe se ha visto menoscabada por circunstancias como enfermedades crónicas o graves, mientras que en otros casos hay angustia por los apuros económicos.
En otros la pérdida de un ser querido o un profundo desengaño les mantiene con la “capa caída”. Y es en este sentido cuando tenemos que pensar que la adversidad o aumentará la fe o hará brotar alguna raíz de amargura que estorbará nuestro enfoque en el Señor.
Los tiempos de esta presente pandemia parecieran tener como propósito probar hasta dónde podemos mantener nuestro estado de ánimo en alto cuando las noticias siguen siendo devastadoras en relación con los contagios y con las muertes en todo el mundo. Pero otra vez, nuestro modelo es Cristo.
Observemos que lo de él no fue una prueba como la nuestra, sino enfrentar la cruz. No hemos sufrido como él sufrió.
CONCLUSIÓN
¿Es realmente Jesús mi modelo? ¿Qué es lo que orienta realmente mi vida cristiana? ¿A quién estamos imitando en esta vida de fe? ¿Trato de imitar más a mis hermanos que a Cristo? Como alguien lo ha expresado “no muchos de ellos saldrán de la barca para caminar sobre las olas” como lo hizo Pedro.
La única manera en la que podemos mirar a nuestros hermanos es la proporción que ellos están mirando primero a Cristo. Tampoco aconsejo que miremos al mundo, pues de allí venimos y lo que allí vemos es la negación de Cristo. El texto le ha dado tres razones al creyente de por qué debemos mirar a Cristo.
Por un lado, porque ya otros nos han precedido, porque su sacrificio es invaluable y porque somos llamados a “considerar” lo que Cristo hizo de manera que nuestro ánimo no falle. Mirar a Cristo implica despojarnos del peso del pecado que nos asedia y correr con paciencia la carrera que tenemos por delante. ¿Soy esa clase de discípulo? ¿A quién estoy mirando?
© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Buenos días Pastor Julio, me han encantado sus prédicas, tenemos un grupo de Oración en Colombia y nos encantaría basarnos en sus sermones para llegar a otras personas, si usted nos lo permite, no somos una iglesia, somos un grupo heterogéneo, de diferentes religiones donde nos reunimos una hora al estudio de la palabra, guiados por una persona que lleva 40 años estudiando las escrituras.
Bendiciones y que el Espíritu Santo le conceda muchos años de vida para continuar llevando el mensaje a muchos hogares.
Germán Torres.