Enfrentando la Tormenta

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Enfrentando la Tormenta

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 8:22-25

Introducción

Esta historia la encontramos en los tres evangelios sinópticos, Mateo, Marcos y Lucas.

Lucas nos cuenta esta historia de la forma más sencilla y con una extraordinaria economía de palabras increíble, pero con gran efectividad. La mayoría de los comentaristas piensan que Jesús decidió cruzar el lago porque tenía mucha necesidad de descanso y de tranquilidad.

Es que el ministerio público de Jesús fue agotador. Tenía muchos compromisos y mucha gente buscándole constantemente.

Unos para que los sanara, otros para que echara fuera demonios, enseñara en la sinagoga o que les visitara en sus casas. Jesús tenía una agenda bien apretada y complicada. Y no contaba con teléfono celular, redes sociales, aplicaciones de zoom para dar conferencias desde Jerusalén, y no contaba con medios de transporte.

Los evangelios nos presentan a un Jesús hombre que tuvo hambre, sed, se cansó, buscó la forma de aislarse de las personas para tener devocionales privados con el Padre y viajó a otras ciudades para descansar. Es consolador saber que a la diestra del Padre tenemos un abogado que se identificó con la raza humana y que es capaz de comprendernos.

En esta historia encontramos a un Jesús cansado y agotado. Y se fue a la parte de la popa (la parte trasera de la barca) donde las embarcaciones tenían un banco para sentarse y descansar. Su agotamiento era tanto que se quedó dormido, a pesar de que el viento soplaba tan fuerte y la barca comenzó a llenarse de agua porque las olas se metían en la barca. (Marcos 4:37).

Él tenía la seguridad de que pasarían a la otra orilla. Ya él le había dicho “Pasemos a la otra orilla”. Además confiaba en el cuidado del Padre; sabía que estaba en sus manos en el lago lo mismo que en tierra firme. Y confiaba en sus hombres (en sus discípulos), eran pescadores del lago. El señor dejó de buena gana todo lo relativo a la travesía, a la experiencia y habilidad de sus discípulos, y se echó, a dormir.

Estos hombres eran expertos pescadores. Quién sabe si desde niños ya estaban montados en las barcas con sus padres o familiares. Tal vez era una tradición familiar ser pescadores. Al menos el padre de Juan y Jacobo eran hijos de Zebedeo que tenía una compañía pesquera. Era un medio de subsistir. Así que conocían muy bien el mar de Galilea.

Y nos cuentan los evangelistas que se desencadenó una tempestad de sorpresa. El mar de Galilea (hoy en día un gran lago) es aún el escenario de tormentas considerables, algunas veces con olas que alcanzan una altura de seis metros.

Fue una de esas tormentas repentinas la que atacó la barca aquel día, y las vidas de Jesús y sus discípulos estuvieron en peligro.

Los discípulos hicieron todo lo posible por resolver la situación. Emplearon todas sus habilidades y experiencia como hombres de mar. Pero no lograron controlar la situación. Tal vez no querían molestar al Maestro. No querían despertarle y trataron ellos mismo de resolver la situación.

Y así nos puede pasar a nosotros ante las tormentas de la vida. Tratamos por todos los medios de palear las tormentas que enfrentamos. Buscamos estrategias. Aplicamos todos nuestros recursos, la experiencia adquirida de años de vida, pero no encontramos una solución. Es que cada tormenta tiene sus propias características.

Cuando los discípulos se dieron por vencidos y vieron que no podían controlar la situación, fueron donde estaba Jesús y le despertaron.

En ellos nos vemos reflejados nosotros también. Porque cuando todo nos falla, cuando no logramos resolver la situación, sino que más bien lo que parecía una solución complica las cosas, entonces venimos donde está Jesús, porque si nos obstinamos, podemos morir ahogados por la tormenta.

Lo maravilloso de todo es que no creo que Jesús se molestara porque le interrumpieron el sueño. No creo que Jesús les hablara de forma agresiva. No los ofendió. Aun cuando les llamó la atención por la falta de fe que evidenciaron, él estuvo dispuesto a calmar la tempestad.

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