Desobediencia del hombre

Lo primero que la serpiente le dice a la mujer fue “¿conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:1). Dios no había dicho tal cosa, pero buscó de esta manera vencer la inocencia de Eva y entablar una conversación con ella. La mujer responde correctamente lo que Dios había dicho, versículos dos y tres. 

Hasta aquí vemos como la palabra de Dios es justa y el ser humano está en la disposición de obedecer, hasta este punto la mujer todavía contaba con la vida, con la bendición de Dios.

Aunque ya había dado una oportunidad al entablar la conversación con el maligno pero el pecado no había sido consumado. Y es que al enemigo no se le debe dar ni una oportunidad de hablarnos. Ni una palabra debemos escuchar que no sea de Dios mismo. Debemos hacernos sordos para todo aquello que no provenga de Dios. 

Después que Eva dio la respuesta correcta, el enemigo si contradice lo que Dios les dijo. En el versículo cuatro vemos cómo contradice a Dios y su palabra. Luego trata de seducirla haciéndola igual a Dios. Pero este fue el pecado original, el pecado del diablo el creerse igual a Dios. Entonces como no pudo hacerse con ese trono que solo a Dios corresponde quiso hacer lo mismo con la humanidad. 

Desobediencia – La entrada del pecado

En el versículo seis del capítulo tres de Génesis leemos como la mujer vio el árbol. Fue seducida por la serpiente y codició lo que Dios había mandado no comer. La tentación viene a nuestra vida si damos cabida a las cosas que no viene de Dios y las percibimos con los sentidos. Eva vio con sus ojos, lo codicio, quería tocar ese fruto, quería olerlo y saborearlo.

Desde ese momento, esa mordida bastó para que la muerte entrara y corrompiera la vida por medio del pecado. Desde ese momento entró la muerte. Adán y Eva comieron de ese fruto, el árbol del conocimiento del bien y del mal. Conocieron que estaban desnudos y cuando Dios los busco tuvieron miedo y se escondieron.

Antes que el pecado entrara en la humanidad, el hombre podía estar delante de Dios con total seguridad, con paz, con confianza ante Él. Pero por causa del pecado eso ya no fue posible. Ante Dios se puede estar solo sin pecado, pero al desobedecer el pecado es manifiesto y no podemos gozar más de ese caminar con el Señor. 

El esconderse de Dios, el conocer que estaban desnudos fueron causa del pecado y de haber comido ese fruto. Otra consecuencia la vemos  en los versículos doce y trece como intentan justificarse delante de Dios culpando a los demás.

Nunca podremos justificarnos delante de Dios si el pecado está en nosotros.

Dios nos dio esa libertad de elegir, elegir obedecer o no. El hombre decidió no obedecer a Dios sino hacer su propia voluntad y caer en la tentación no haciendo caso a la voz de Dios. 

Desobediencia y la justicia de Dios

No podemos justificarnos por nuestras faltas. La palabra de Dios es clara y les advirtió que si comían de ese fruto ciertamente morirían. La serpiente engañó a Adán y Eva y el pecado entro a la humanidad. Eso nos hizo acreedores al castigo por nuestros pecados. 

En romanos leemos como este pecado, esta desobediencia a Dios fue suficiente para que toda la humanidad estuviera corrompida (Romanos 5:12) y la muerte pasara a enseñorearse de todos.

Y Dios sacó al hombre del huerto del Edén, pero desde ese momento Dios busco como restaurar esa relación original que tenía con el hombre. Vemos que se da el primer derramamiento de sangre para cubrir al hombre. 

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