Un milagro en la sala general, cama 22

Un milagro – Los extraños métodos de Dios

Dios obra en formas misteriosas. Sus métodos no tienen lógica. Tampoco el tiempo que se toma para atender nuestras peticiones. Pero lo que sí es evidente es que nos oye y atiende el clamor de su pueblo. En este punto coinciden quienes han recibido milagros de sanidad.

Igual podría afirmarlo, si viviera hoy, el sordo y mudo a quien Jesús sanó. El hecho tuvo como escenario las proximidades de Galilea. El relato lo encontramos en:

Marcos 7:31-37Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. 32Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

Dios atiende a nuestras oraciones – Un milagro

Una hermosa característica de nuestro amado Dios es la misericordia. Es un Padre que mira nuestra angustia y escucha nuestro clamor. Tal vez usted ha venido orando por un milagro, pero no ha visto la respuesta aún.

No se desanime ni deje que lo embarque la desesperación. Jamás olvide que El, nuestro amado Señor, escucha las oraciones. El evangelio precisa que: “Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima” (versículo 32).

Dios obra de manera diferente

Las circunstancias que rodean una sanidad divina no son siempre idénticas en todas las personas y en todos los casos. La técnica que uso en esta ocasión debió parecer insólita a todos, pero fue eficaz:

Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto.” (versículos 33-34).

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