Inicio » Predicas Cristianas » La obra del Espíritu de Dios

La obra del Espíritu de Dios

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: La obra del Espíritu de Dios

Predicas Cristianas Lectura Bíblica:Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” (2 Timoteo 1:6-7)

Introducción

Buenos dias y bendiciones. Cuando venimos a los pies de Jesucristo nos damos cuenta que empieza una nueva vida en nosotros, que dejamos la antigua forma de vida y empezamos de nuevo desde cero.  Es entonces que nos damos cuenta que sin la presencia de Dios no somos nada.

Algunos se desubican un poco pues no saben cómo será y la incertidumbre los llena de temor por el nuevo comienzo que están apunto de tener. 

Pero Dios no quiere que tengamos temor por lo que habrá de venir, pues Él se hará cargo de nosotros de ahora en adelante. Dios nos cuidará y aunque andemos por valle de sombra de muerte no temeremos pues Él va con nosotros. 

Humanamente el temor se hará presente, pero Dios envía a su Espíritu Santo para consolarnos y decirnos que todo estará bien, que todo saldrá bien y que no tenemos nada de qué preocuparnos pues Dios controla todas las cosas y ahora estamos en sus manos.

También sucede que muchos aprenden a caminar con Dios, pero pronto se acostumbran a la nueva forma de vida y tomamos las maravillas de Dios como algo normal o que Él debe hacer, pero no podemos encasillar a Dios en nuestra voluntad, sino que nosotros estamos en la voluntad del Señor. Dios quiere que siempre estemos atentos, reconociendo que Él es Dios y que sin Él nada podemos hacer.

1. Sin la presencia de Dios no somos nada – Avivar el fuego

Quien ha tenido la oportunidad de hacer un fuego para un asado o ha tenido la oportunidad de acampar junto a una fogata sabrá que el fuego no es eterno. El material se acaba y el fuego se apaga, por lo tanto debemos echar más leña para que el fuego continúe encendido.

Cuando esto hacemos, cuando echamos más material para quemarse, el fuego se aviva. Si este estaba por apagarse, con el nuevo material vuelve a arder, vuelve a encenderse y a generar luz y calor.

Dios nos pide que nuestro fuego no se apague, porque sin la presencia de Dios no somos nada. Muchos cristianos dan por sentadas las cosas, han sido cristianos por muchos años y se acomodan a una forma de vida en paz y se olvidan de las batallas espirituales que tenemos.

Muchos se enfrían e incluso piensan que no es necesario congregarse con otros hijos de Dios. Sin embargo Dios nos pide que no dejemos de congregarnos, que nos juntemos con otros hijos suyos para avivar ese fuego de Dios en nuestra vida.

Avivamos el fuego cuando le buscamos de una manera diferente, cuando le sorprendemos con nuestras oraciones, cuando un nuevo ímpetu viene a nuestra vida por estar en oración con él.

Avivamos el fuego cuando emprendemos una nueva empresa en su obra, cuando iniciamos una nueva obra, cuando decidimos predicar a alguien más. Avivamos el fuego cuando estamos atentos a su voz y vamos a donde Él nos envíe.

Dios quiere que seamos perseverantes en su palabra y hagamos su voluntad. No seamos pues fríos, ni tibios, si no calientes por el fuego del don de Dios en nuestras vidas. Que su Espíritu arda en nuestro interior y nos queme, para que nos movamos en su presencia y hagamos su voluntad.

2. Don de Dios (1 Corintios 7:7)

Dios da dones a los hombres. Pablo escribe que cada uno tiene su propio don de Dios. Todos a la verdad hemos recibido el don de la salvación, como un regalo de Dios hemos recibido la vida eterna.

Pero cada uno ha sido llamado a una obra en específico. Cada uno de los hijos de Dios tiene un llamado especial, como miembros del cuerpo de Dios tenemos funciones diferentes, aunque pertenecemos al mismo cuerpo.

En el caso de Timoteo había recibido el don, la obra de la predicación y del cuidado de los primeros cristianos en la región que le había sido designada. Cada uno de nosotros tenemos un don de Dios, quizá en la alabanza, quizá en los negocios, quizá siendo ejemplo en nuestra familia, quizá siendo misionero en una obra remota.

No lo sabemos, cada uno tiene su don manifiesto de Dios, el cual debemos cumplir a cabalidad. Dios quiere que despertemos ese don, si estaba dormido quiere que lo avivemos con el poder de su Espíritu Santo.

3. Sin cobardía (Apocalipsis 21:8)

Dios no hace acepción de personas, aquellos que hacen maldad serán condenados y echados en el lago de fuego. Dentro de esos que hacen maldad están los cobardes, aquellos que tienen miedo del mundo, del que dirán. Aquellos que temen dar el paso para acercarse a Dios.

Aquellos que ponen primero su estatus antes que a Dios por temor de los demás, estos serán condenados. Junto con los abominables, junto con los homicidas, ahí estarán los cobardes que no se atreven a dar el paso para acercarse al Rey de Reyes y Señor de Señores.

4. Espíritu de poder (Efesios 6:10)

Mas Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía. Dios no nos ha dado un espíritu de temor, Dios no nos ha creado con falta de valor. Dios en cambio nos ha dado un espíritu de poder. Cuando el Espíritu Santo se toca con el nuestro las imposibilidades ya no existen.

Dice su palabra que iremos de poder en poder, de victoria en victoria. Esto implica que estaremos en batallas, batallas no de la carne sino del espíritu. Y esta lucha no es contra sangre ni carne, no es contra ejércitos mortales, sino contra huestes de maldad.

Dios nos ha llamado a la guerra, pero no nos envía desarmados, sino que nos da su armadura para que enfrentemos a gobernadores de las tinieblas y seamos más que vencedores en Cristo Jesús. 

El Espíritu Santo nos llena del poder de Dios y nos fortalece para que no peleemos con nuestras fuerzas, sino con el poder de Dios en nuestra vida. Repite ahora conmigo, sin la presencia de Dios no somos nada.

La batalla no se gana peleando con fuerza, no con nuestras fuerzas, se gana estando en la presencia de Dios, se gana cuando estamos postrados a sus pies y confiando en su poder en nosotros.

El Espíritu de Dios nos llena del poder del Señor para hacernos más que vencedores ante cualquier circunstancia, ante cualquier enemigo. Somos vencedores en el nombre del Señor, por lo tanto no debemos temer, sino gozarnos en su poder.

5. Espíritu de amor (1 Juan 4:18)

El espíritu que Dios nos ha dado también es un espíritu de amor. Dice su palabra que en el amor no hay temor. Cuando Dios nos amó no escatimó ni a su propio hijo, fue tan grande su amor que se desprende de su gloria en el cielo para que viniera a este mundo de pecado para morir por los pecadores. 

De la misma manera el espíritu que Dios nos ha dado no tiene temor cuando entregamos nuestra vida para servirle sin reservas. El amor de Dios nos llena y permite que ese mismo amor se manifieste a los demás a través de nuestro servicio.

Ahora nos dedicamos al servicio del Señor predicando, ayudando al necesitado, sintiendo el dolor de los hermanos en la fe, porque tenemos el amor de Dios en nuestra vida. 

Este amor no es como el que da el mundo, este es un amor verdadero, un amor genuino. No tememos entregar ese amor, no tememos lo que pueda pasar, porque lo hacemos en el nombre del Señor a quien entregamos todo nuestro ser.

6. Espíritu de dominio propio (Gálatas 6:4)

Dios nos ha dado también dominio propio. Somos llamados por Dios para que no andemos como los demás hombres, dando libertad a los deseos de la carne, sino para que sujetemos esos deseos en su nombre y vivamos para Él.

Luchar contra la carne no es fácil, pero con el poder del Espíritu Santo en nuestra vida, con sus dones, es posible luchar contra nosotros mismos y rendir todo nuestro ser a la voluntad de Dios.

Con el poder del Espíritu Santo podemos sacrificar nuestro propio ser para ser santos, para ser puros y presentarnos delante de Dios y ser de su agrado.

Debemos buscar la obra de Dios, ya que sin la presencia de Dios no somos nada. Debemos buscar su voluntad perfecta, entonces su gloria se manifestará a nuestra vida, cuando no busquemos satisfacernos, sino solo al Rey de Reyes.

Esto se logra gracias al poder y al amor de Dios en nuestro corazón que nos permite ya no querer nada para nosotros más que su presencia en nuestra vida. Lo único que queremos ahora es adorarle en espíritu y en verdad.

Sometamos pues nuestro cuerpo, nuestra mente y todo nuestro ser a la voluntad perfecta de nuestro Padre. Obremos para su gloria y honor y a su tiempo recibiremos la corona de justicia que nos está esperando en el cielo.

Conclusión

Dios no nos ha llamado a la cobardía. Dios no nos ha llamado para escondernos. Dios nos ha llamado para que peleemos la buena batalla de la fe, Dios nos ha llamado para ser radicales y que cumplamos su plan perfecto para nuestra vida. 

Hemos sido llamados a predicar, hemos sido llamados a ser adoradores, hemos sido llamados a ser hijos de Dios. Cada uno de sus hijos tenemos un don especial que Él quiere que se mantenga encendido, que nos mantengamos con ese fuego quemando nuestro ser. 

Pero Dios no nos deja solos, sino que envía a su Espíritu Santo para fortalecernos. Cuando el Espíritu de Dios viene a nosotros recibimos poder de Dios, recibimos de su amor y recibimos dominio propio. Esto nos permite ya no vivir para nosotros sino para Dios, cumpliendo su llamado. Buenos dias bendiciones.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones… Predicas Cristianas

Deja un comentario