Y sabemos que debemos convertirnos ya el corazón del hombre es contrario al corazón de Dios pues es soberbio, duro, rebelde, egoísta y engañoso, mientras que el de Dios, es un corazón manso y humilde.
Por eso Dios, a través de los profetas, guiaba a Israel para que se volvieran de sus malos caminos y de su malo corazón, pero ellos se marchaban tras sus ídolos, y cometiendo toda clase de pecados, como muchos creyentes hacen actualmente pensando que el Señor no ve, ni escucha su corazón y sus acciones.
El Señor dice: “Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos” Hechos 7:51
El corazón incircunciso es el corazón no convertido, el que aún no ha experimentado el nuevo nacimiento. Si el Espíritu Santo redarguye de pecado trayendo al convencimiento del pecado a los hombres que han vivido lejos de Dios, y el hombre sigue pecando, es porque no ha convertido su corazón.
Recuerda que el Señor dice: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” Apocalipsis 3:19-20.
Antes de la conversión, nuestro espíritu estaba muerto para Dios a causa de nuestros pecados. Una vez convertidos y con el espíritu renacido, hacemos morar a Cristo por la fe en él, y ahora que hemos recibido a Cristo, Él mora en nuestros corazones.
Pero después de caminar un tiempo hermoso con el nuevo corazón, empezamos a ver las contradicciones de lo antiguo con lo nuevo, vemos que lamentablemente la vida natural que permanece en el corazón quiere actuar independiente de la vida de Dios que mora en el espíritu.
Esa es la lucha entre la carne y el Espíritu, esa es la lucha entre el bien y el mal dentro del corazón, donde los antiguos pecados vuelven a atacar, el carácter heredado de Adán vuelve a manifestarse para perder el carácter de Cristo.
Es allí cuando los demás nos ven a nosotros y no al Señor en nosotros, y esto sucede porque “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” Jeremías 17:9, entonces, “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón” Proverbios 4:23.
Recuerda que el Señor “escudriña la mente y el corazón” (Apocalipsis 2:23). “Conócete a ti mismo”, decían los griegos, y si nos miramos hacia adentro, muchos de aquellos que se dicen cristianos solamente hallarían tinieblas mientras que la fe nos dice que sólo mirando a Cristo vemos la luz.
El Sermón del Monte
En el Sermón del Monte, el Señor nos dice: “Bienaventurado los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurado los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad… Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:1-11).
“Pobres de espíritu” son los que reconocen que no tienen la capacidad necesaria para cumplir los requerimientos de Dios, y se dan cuenta de que por más sinceros que aparenten ser, no logran agradar a Dios ya que no son hacedores de la Palabra.
Precioso el studio, gracias. Dios los siga usando. Amén