Elí el permisivo

V. Sin tolerar el pecado

Dios no tolera el pecado. Desde que el hombre cometió el primer pecado, Dios buscó cómo restaurar esa relación con nosotros. El pecado nos aleja de Dios pues Él no lo tolera, Dios es santo. La forma que Dios usó fue el derramamiento de Sangre. 

El derramamiento de Sangre para redimir el pecado fue usado por el Señor desde el principio, pero fue solo a través de Jesucristo que la sangre dejaría de ser necesaria para tener a nuestro alcance la sangre del Cordero de Dios. Así que ese sacrificio de Jesús en la cruz fue suficiente para que toda la humanidad alcanzara el perdón de pecados.

Dios encontró la forma para que nos acerquemos a Él sin ser consumidos por el pecado, Dios nos dio de esa manera la vida eterna por medio de Jesucristo. Así podemos ser redimidos del pecado, así podemos alcanzar la salvación de nuestra alma y gozar de la presencia de Dios para siempre.

No hay duda que la bondad de Dios sobrepasa todo entendimiento, pues siendo aún pecadores Cristo murió en la cruz por nosotros para redimirnos. Ahora solo debemos arrepentirnos de nuestras maldades y pedir perdón a Dios, quien derrama su sangre y cubre los pecados para que podamos ser libres de la condenación.

VI. La voluntad de Dios es perfecta

Elí supo que no estorbó a sus hijos, si bien no los alentó a pecar, fue permisivo con ellos permitiendo que pecaran libremente contra Dios. Cuando Dios le advierte no se arrepiente ni busca la manera de cambiar esa situación. Bastaron unas palabras a sus hijos pero ellos continuaron pecando contra Dios y su padre no se los impidió.

El celo de Dios debe estar en nuestro corazón. De la misma manera que Dios no tolera el pecado debemos nosotros buscar ir en contra de la maldad y la mentira. Dios es santo y sus hijos también deben ser santos, personas que busquen hacer el bien en todas las cosas.

Dios es perfecto y requiere que sus hijos cumplan su voluntad.

No debemos ser permisivos dejando que el pecado quede sembrado en los corazones y crezca hasta plantarse en nuestra vida. El pecado hay que cortarlo de raíz para que solo sea la palabra de Dios que crezca en nosotros para bien.

Dios es perfecto y su voluntad para nuestra vida también lo es. Busquemos a Dios, oremos al Señor y procuremos siempre hacer su santa voluntad. Así como está escrita su palabra, así se cumplirá y debemos estar apegados a ella en todas las cosas.

Conclusión

Elí fue permisivo con sus hijos, siguieron pecando contra Dios y al final recibieron el castigo por sus pecados. No debemos ser permisivos con el pecado sino cortarlo de raíz de nuestra vida. 

Ahora tenemos el poder de la sangre de Cristo en nosotros para limpiarnos de nuestra maldad y ser libres de esa esclavitud. El poder de la sangre del Cordero nos ha limpiado para ser hijos obedientes a Dios y para que permanezcamos en sus caminos.

Si permanecemos en el Señor, sin dejar que el pecado nos gobierne, recibiremos la recompensa divina en el tiempo de Dios. Una recompensa no hecha con manos humanas, sino por la misma mano de Dios para sus hijos. No permitamos el pecado, no dejemos que nos contamine, seamos hijos fieles a Dios.

© Jose R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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