Noticias que mueven la gratitud

Una fe que crece.

Una de las preguntas que siempre está latente en todo el que se define seguidor de Jesucristo es ¿qué se entiende por la fe? La Biblia nos da una definición de la fe cuyo más alto significado es revelarnos algo que es cierto, pero algo que no se ve (Hebreos 11:1).

En el caso de nuestra fe en Cristo ninguno de nosotros le ha visto como lo vieron los discípulos. Sin embargo, fue el mismo Cristo que dijo: “Bienaventurado los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29).

Entonces, la fe que no se ve tiene que ser una fe que se siente y por consiguiente es una fe que crece. Uno de los ejemplos que Jesús usó para ese tipo de fe tuvo que ver con la ilustración de la semilla de mostaza.

Siendo la más pequeña de todas, germinaba y crecía, tanto que los pájaros hacían nido en sus ramas (Marcos 4:30-34). Cuando comparamos esta fe incipiente en nuestras vidas debemos estar conscientes que ella debe crecer. Esto se llama revelación.

En mi relación con Cristo es donde esa fe que no se ve debe sentirse más. Por lo tanto, mi fe en él y ahora con él, debe llevarme a una experiencia viva y de tal comunión que cada día crezca. Mi fe en Cristo no debe ser la misma que la primera que tuve cuando vine a él. Si no es así, mi fe se quedó en el pasado y no creció.

Una fe que salva.

Cuando hablamos de esta fe lo primero que descubrimos es que no nace sola, sino que tiene un autor (Hebreos 12:2).  Y lo otro que descubrimos es que la fe salvadora parte del principio de oír la palabra de Dios de acuerdo con Romanos 10:17. Ese fue el informe que Pablo   recibió de su discípulo Epafras acerca de la congregación. Cuando oraba, le agradecía a Dios porque ellos pusieron su fe en Cristo para su salvación.

En la carta va a combatir a aquellos que se habían metido en la iglesia y estaban confundiendo y arrastrando a los hermanos a que cambiaran de parecer con respecto a esa fe que les había hecho salvos. Y es que la gente puede tener fe en muchas cosas y, de hecho, hay los que ponen su fe en la fe, pero de ninguna manera es para salvación.

La gratitud por la fe de aquellos hermanos era porque ella incluía la confianza en la obra de nuestro Redentor, pero también el reconocimiento que él es la cabeza de la iglesia por quien él también dio su vida. ¿Cómo sé que mi fe puesta en Cristo me salva? Pablo nos dice en el (vers. 27) que Cristo mora en nuestros corazones llegando a ser él nuestra esperanza de gloria.

II. POR EL AMOR DEMOSTRADO HACIA LOS DEMÁS

Un amor que abarca a todos vers. 3b.

Hay muchas cosas que despiertan la gratitud en un pastor cuando analiza el estado espiritual de su iglesia, pero ninguna llena más su corazón cuando ve que en sus miembros hay un amor visible y real los unos por los otros. La otra cosa que Pablo oyó de los colosenses fue “del amor que tenéis por todos los santos”.

Un estudio de toda la carta nos muestra el énfasis que Pablo le da a los colosenses como sus “santos”, pero no cualquiera, sino los “santos en luz” vers. 12. Entre los hermanos había un amor donde ninguno quedaba fuera en un ambiente de gracia.

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