b. La plenitud de Dios en nuestros corazones (Romanos 10:9)
Cuando confesamos con nuestra boca y creemos en nuestro corazón que por medio de Jesucristo podemos acercarnos a Dios y tener el perdón de pecados, entonces somos salvos. Salvos de la condenación a la que estábamos condenados.
Porque la paga del pecado en el que vivíamos era la muerte, pero ahora, después de poner la fe en Cristo, hemos recibido el perdón de pecados y el regalo de la vida eterna. Así es como Cristo nace en nuestro corazón, cuando creemos en Él y el poder de su Sangre.
c. Para salvación (Efesios 2:8)
Somos salvos por la fe que hemos puesto en Cristo Jesús, nuestro Señor. Esa fe en nuestro salvador nos permite acercarnos a Dios, nos permite recibir el perdón, el ser justificados por la gracia de Dios. El deseo del Señor es que crezcamos en esa fe en su poderoso nombre y vivamos creyendo en sus promesas, creyendo con todo nuestro corazón.
III. La plenitud de Dios en amor (Juan 3:16)
El amor de Dios sobrepasa todo entendimiento. Encontramos en su palabra las muestras de ese amor tan grande, en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros. Esto es algo que nadie hizo por nosotros, además nadie podía morir para redimirnos del pecado, pues sólo Él es santo. Por ese amor infinito es que tenemos ahora la salvación de nuestra alma.
De una forma que no podemos explicar ni comprender a cabalidad Dios nos ha amado. Porque con amor eterno nos amó, por eso envió a su único hijo a morir por los pecadores para que tengamos la vida eterna.
a. Nadie nos puede separar (Romanos 8:39)
Debemos estar cimentados en el amor de Dios. Es decir que la construcción de nuestro nuevo ser debe tener las bases en ese amor de Dios que es eterno. Estando firmes en ese amor no podemos ser removidos de ahí. Nada nos puede separar del amor de Dios, pues su amor es grande y cuando estamos en el centro de él no hay manera que nos escapemos de su amor. Porque es tan grande que no llegaríamos a contemplar el final de él.
b. Guardando su palabra (1 Juan 2:5)
El guardar la palabra de Dios es una muestra que estamos en amor, porque es por amor que hemos recibido la salvación y ahora por amor también somos obedientes a su palabra. No es una imposición, como el mundo piensa, es por voluntad propia que decidimos entregarnos a Dios y servirle, porque Él nos amó primero.
c. Amando a los demás (1 Juan 4:7)
Pero el amor de Dios manifestado en nuestra vida no solo nos permite amar al Señor, de quien recibimos todas las bendiciones, sino también amamos a los demás. Por ese amor de Dios actuando en nuestra vida podemos amar a los pecadores y hablarles de la salvación de nuestro Dios.
Ya hemos recibido el amor de Dios, ahora nos corresponde mostrar ese amor a los demás con una nueva forma de vida y con el testimonio de lo que Dios ha hecho en cada uno de sus hijos. Amemos a los demás y tengamos esa misericordia que un día el Señor nos mostró, cuando nos habló de su perdón, de su misericordia y su amor eterno.
IV. En plenitud (Colosenses 1:19)
Por medio del amor podemos conocer la plenitud de Dios, la cual se manifiesta en el amor y sacrificio de su hijo Jesucristo. De Dios es el cielo, la tierra y todo lo que existe, la totalidad de las cosas son de Él, por lo tanto quiere que vivamos en esa plenitud que lo llena todo.
Nuestro Padre nos da su amor, no por medida sino que lo derrama sobre nuestra vida como Él quiere. También recibimos de Él la fe en su Hijo amado y la fortaleza de nuestro ser para servirle. Esta es la plenitud de Dios, el llenarnos de su gloria y que vivamos para Él recibiendo todas sus bendiciones eternas. Vivamos en la plenitud de Dios, en paz, en amor, con felicidad de corazón, con una fe firme y un espíritu en contacto con nuestro Señor.
Conclusión
El Señor nos ha fortalecido con su Espíritu Santo, nos ha permitido creer en su poder y ver su gloria con nuestros ojos espirituales. El Señor ha quitado el velo de nuestros ojos y hemos visto ese amor eterno que nos cubre, que nos llena y rebosa en nuestro corazón para bendecir también a otros con la palabra de Dios.
Dios quiere que vivamos en la plenitud de su amor, en la plenitud de su ser. Fortalecido nuestro ser interior por el poder de su Espíritu, con una fe firme en nuestro Salvador, en toda la plenitud de Dios.
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Muchas Gracias.. Leticia Ochoa Chávez Veracruz México
Deoris Zorrilla desde la Republica Dominica, los felicito por excelente bosquejo de sermón, he tomado parte de ellos y lo he agregado a mi mensaje, y has sido muy edificativo, bendiciones especiales para todos ustedes. Shalom para todos.