Cuando nuestras prioridades no son saludables y claras, terminamos intentando más cosas de las que deberíamos y no haciendo ninguna de ellas realmente bien. Eso causa estrés. Establecer prioridades es difícil porque tenemos que tomar decisiones difíciles y decir no a algunas cosas. A menudo tenemos que decir no a las cosas buenas para poder decir que sí a las mejores.
Vi una película muy divertida y saludable hace varios años atrás. Steve Martin es la estrella de “Cheaper by Dozen”. En la película, Steve se enfrenta a la elección entre el trabajo de sus sueños como entrenador de un equipo de fútbol universitario importante y cuidar bien de su gran familia.
Elige a la familia y luego dice: “Si me equivoco al criar a estos niños, entonces nada más importa”. Esa es una declaración de prioridad.
3. PLAN
Una vez que haya establecido su propósito y sus prioridades, estará listo para la tercera palabra de administración del tiempo: PLANIFICAR. Un sabio laico metodista afirmó: “El que falla en planificar, planea fallar”.
Pablo dio un consejo muy similar a los efesios: “Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”. (Efesios 5:15-16)
Cada período de 24 horas es precioso e irrepetible. El salmista dijo: “Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él.” (Salmos 118: 24)
Cada día es un regalo de Dios de 24 horas, y somos administradores de cada día.
Si conocemos nuestro propósito, podemos diseñar nuestras prioridades. Entonces, si expresamos esas prioridades a través de un plan diario, seremos excelentes administradores del tiempo.
Ninguno de nosotros escribe el último capítulo de nuestras vidas. Eso está en manos de Dios. Usando un término de béisbol y decir que Dios es nuestro gran “cerrador”.
Dios completa nuestra historia terrenal con su santa bendición y nos acompaña a través de la gran división hacia la eternidad. Pablo lo expresó de esta manera: “El que comenzó la buena obra en vosotros, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Filipenses 1:6
Conclusión
La cura para la enfermedad de la “prisa” es conocer su propósito, establecer sus prioridades y, día a día, trabajar en su plan. Y a Dios sea la gloria.
Bendiciones
© Reenier Gonzalo Prado. Todos los derechos reservados.
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Gracias por tan bendecido material para evangelizar me ayudo muchísimo para poder enseñar acerca del tiempo. Dios les bendiga, espero usar adecuadamente el material que comparten. Bendiciones a cada uno por nombre