No erréis

En el reino de Dios no hay maldad, no hay pecado, no existe la mentira, solo la verdad, la salud, la felicidad eterna. Es mejor buscar ese reino maravilloso y no buscar las cosas de la tierra que perecerán en algún momento.

El Señor quiere que busquemos su reino con todo nuestro corazón y con todas nuestras fuerzas. No es buscarlo cuando tengamos tiempo, cuando todas las demás cosas sean cumplidas en nuestra vida. Dios quiere que busquemos su presencia con todo nuestro ser, con nuestro espíritu, con nuestra alma e incluso con nuestro cuerpo. Debemos estar totalmente dedicados al Señor, en su santidad y amor.

Jesús incluso nos enseñó que debemos pedir que así como es en el cielo se haga la voluntad de Dios en la tierra. Así como es en el cielo que también sea aquí con lo que conocemos, con lo que vivimos todos los días. Lo que está en el cielo y que puede estar con nosotros es la presencia de Dios, la paz del Señor, la justicia perfecta que tiene Dios puede estar con cada uno de los seres humanos que le busquen de todo corazón.

III. No erréis (Santiago 1:16)

Nuevamente en Santiago Dios nos dice que no erremos, que no nos equivoquemos, Dios es perfecto, lo ha sido desde siempre y lo seguirá siendo por toda la eternidad. En Dios no hay cambio, su justicia y santidad permanecen para siempre así como el Señor.

No podemos asignarle a Dios características que no posee. El pecado, la maldad, la mentira no vienen de Dios. No podemos pretender tampoco que Él permita tales cosas en nuestra vida. Dios nos pide que seamos santos así como Él lo es.

Por lo tanto debemos buscar el reino de Dios, buscar la santidad de Dios y hacer su voluntad. Pero si andamos en pecado, si no nos arrepentimos y hacemos lo que está lejos de su justicia y lejos de su santidad, no podemos esperar que la vida eterna nos sea entregada.

Quien piensa que estando en pecado puede llegar a ver el reino de Dios está errado, está caminando a la muerte y no a la vida. Dios nos advierte y con esa advertencia no hay excusa. Dios nos ha dejado su palabra, nos ha proveído de un salvador y ha enviado a su Santo Espíritu. No hay excusa que valga y ciertamente sin santidad nadie verá a Dios.

a.  Siguiendo el blanco (Filipenses 3:8)

La mejor manera de no errar es tener un blanco definido. Los atletas que participan en competencias de puntería lo saben muy bien, no puede existir una competencia de tales características sin un blanco.

Todos los atletas tienen una meta que buscan en su participación en el deporte. De la misma manera los cristianos tenemos un blanco, tenemos una meta clara. No andamos por la vida vagando sin rumbo, sino que seguimos a Dios, servimos a Cristo y buscamos la gloria de nuestro Padre.

Si quitamos la vista de la meta estamos perdidos, pronto nos encontramos extraviados y no sabemos a dónde vamos, pero nuestra meta es clara y tenemos un manual que seguir el cual es la palabra de Dios. Obedeciendo a Dios y su palabra, sirviendo a nuestro Señor, teniendo siempre la mirada en Él, son las cosas que nos mantendrán en el camino.

b. Frutos de la carne (Gálatas 5:19-21)

En el libro de Gálatas encontramos una lista de pecados que son fruto de la carne, es decir que la persona que practica estas cosas no anda en el Espíritu sino que es carnal y el pecado gobierna su vida. También nos dice que los frutos de la carne son contra el Espíritu, por lo tanto quienes andan en la carne no conocen al Espíritu de Dios.

Cuando andamos en la carne no podemos pretender alcanzar las cosas espirituales, no podemos pretender alcanzar a Dios si Él es Espíritu. El Señor nos invita a que “…Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16)

IV. Frutos del Espíritu (Gálatas 5:22-23)

El Espíritu Santo fue enviado a esta tierra para acompañarnos en nuestro caminar con Dios. Jesús dijo que Él nos guiaría hacia toda verdad. Es el Espíritu Santo quien nos convence de pecado. Entonces si andamos en el Espíritu estos frutos vendrán a nuestra vida, viviremos en ellos todo el tiempo gracias al poder de Dios en nuestra vida.

Toda persona que tiene el Espíritu de Dios vivirá y sus frutos mostrarán que anda en el Espíritu. Pero si los frutos son frutos de la carne entonces la tal persona estará viviendo en la carne y no está siguiendo los mandatos de Dios.

Conclusión

Dios quiere revelarse a cada ser humano y que todos vengan al conocimiento de la verdad, de su justicia y de su santidad. Este conocimiento de Dios y el cambio de vida que provoca en cada uno de los que le conocemos nos llevará al reino del Señor, el cual está próximo a manifestarse ante la humanidad entera.

Dios no desea que nadie se pierda sino que todos procedamos al arrepentimiento, por eso envió a su Santo Espíritu para fortalecernos y guiarnos a Él. Así, estando en el Espíritu podemos llevar frutos dignos de arrepentimiento y no vivir conforme a los deseos del mundo ni de la carne.

Sigamos el blanco, sigamos el camino de la salvación de Dios y nos encontraremos con el reino de Dios en todo su esplendor, cosa que ojo no vio ni oído oyó será revelado a aquellos que son guiados por el Señor y son obedientes a su voz. No erremos, sigamos a Cristo.

© Hilda Hernández. Todos los derechos reservados.

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