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El doble rostro de la navidad

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: El doble rostro de la navidad

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Isaías 9:6-7

INTRODUCCIÓN

La navidad de estos tiempos nos muestra un rostro muy distinto a la que fue profetizada hace más de 2000 años atrás. Lamentablemente tenemos que decir que el comercio, el que más contribuye para esto, le ha dado la cara a la avaricia del consumismo.

Ya no es extraño que hasta las canciones que han tenido ese sentimiento tan netamente cristiano se oyen para vender carros, ropa, comidas y los más sofisticados entretenimientos. Las decoraciones le dan un rostro donde hay una competencia de luces.

Y mientras algunas celebraciones le dan el rostro de la extravagancia, las que vemos en no pocas fiestas, la complacencia de la carne pareciera llevarse el premio mayor de la época.  Sin embargo, el rostro más colorido con el que se conoce mejor la navidad es a través ese hombre con pelo y barba blanca, con su traje rojo, y su indiscutible sonido bucal.

Por cierto, este año, por la pandemia misma no se verá en cualquier lugar.  Mis amados, la razón de esta época es Cristo. Si él no está presente en todo lo que hagamos: cenas, regalos, canciones o cualquier celebración, la navidad no tiene sentido.

Ya sabemos cuán lejos está el mundo de reconocer que todo el colorido, música y diversión que se desata desde el comienzo del mes de diciembre es por causa de su nacimiento. De manera, pues, que el rostro de la navidad de este siglo dista mucho del que anunciaron los ángeles, pastores y magos en la primera navidad.

¿Cuál es el rostro, entonces, de la navidad?

Muchos años antes de que naciera el bebé de Belén, el profeta Isaías habló del carácter humano y divino de aquel niño que nacería. ¿Cuáles son esos rostros? Uno es el de la humillación y el otro fue el de la exaltación. Veámosle en este día.

I. NAVIDAD – EL ROSTRO DE LA HUMILLACIÓN

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado…” 

Isaías comienza diciéndonos que el Dios Altísimo también es el niño que ha nacido.  Como dice Matthew Henry: “El anciano de días ha llegado a ser un infante de largo espacio”. El Padre eterno es ahora el hijo dado. El descenso divino no pudo ser más grande: Dios haciéndose hombre. ¡Bendito misterio! El que ha sido en forma de Dios como lo expresa Pablo a los filipenses “no le importó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó así mismo, tomando forma de hombre…” (Filipenses 2:6).

O como lo expresó Juan, quien al hablarnos de la navidad no lo hizo en términos proféticos o haciendo alusión a sitios geográficos, sino que se encumbró entre la filosofía y la teología para decirnos que “aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. La navidad es “Emmanuel”, Dios con nosotros.

La navidad es Dios haciéndose como uno de nosotros

Observe que el niño no solo fue nacido, sino que fue “dado”. Dado de una manera libre. Es dado para todos por el puro afecto de la voluntad divina. Fue dado por el exclusivo amor de Dios: “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Fue dado, por lo tanto, debemos extender la mano y recibirlo.

Las religiones que “venden” su fe en nombre de nuestro Dios, ignoran que Dios ha dado a su Hijo. De modo que Cristo nació para nosotros; nos fue dado, sólo para los hombres, no para los ángeles. Los que quedaron con Dios no necesitan salvación y los que cayeron están condenados.

De modo que Cristo fue dado para la salvación de la humanidad. En todo caso, la misión del ángel fue la de anunciar su nacimiento al decir a los pastores: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David un salvador que es Cristo el Señor” ¡No es esto sublime!

La encarnación de Dios a través de Cristo planteó la más grande humillación a la que la divinidad fue sometida. Todos los conceptos de la filosofía han quedado trastocados desde el mismo momento que se anunció que el verbo abstracto para los griegos llegó a convertirse en carne.

De modo que la nueva teología se ha escrito sobre la base de un verbo humano. Los gnósticos no podían aceptar esto. Para ellos el cuerpo representaba la parte más oscura del ser humano.

¿Cómo podía un Dios santo escoger un cuerpo para vivir? La posibilidad de un Dios que se encarne y que asuma nuestra naturaleza es incompatible para una mente racional.

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