Obedientes hasta la muerte

No hay nada más importante, no hay nada que valga la pena más que esto. Por lo tanto debe resultar fácil despojarnos del pecado y aceptar a Cristo como nuestro Salvador.

II. Obedientes – Todo con humildad (Efesios 4:2)

Dios nos invita para que todo lo hagamos con humildad. Pero no solo nos lo dice, sino que nos ha dado el ejemplo de Jesús. Él no solo dejó su trono de gloria y se hizo hombre, sino que se humilló hasta morir en la cruz.

En el pasaje cuando los soldados apresan al Señor y uno sale en su defensa con una espada, el Señor le reprende diciéndole una gran verdad, que legiones de ángeles estarían listos para defenderlo si Él así lo mandara. Pero Él no se defendió y como cordero fue llevado al matadero por amor a nosotros.

Ese es el ejemplo de humildad que debemos seguir. Su palabra también nos dice que no seamos altivos, que no pretendamos ser superior a ninguno. Pablo declara que él sabe estar en abundancia, pero que también sabe vivir en escasez.

No importa la situación que estemos viviendo, no somos superiores o inferiores a nadie, somos hijos de Dios y eso es lo que realmente importa.

Así que hagamos todo con humildad de corazón, como para el Señor. Si hacemos algo lo hacemos lo mejor que podemos y lo entregamos al Señor. Si hacemos una bondad con alguna persona al Señor estamos sirviendo. Si la otra persona lo agradece o no lo hace no debe de importarnos, pues al Señor es a quien estamos sirviendo.

III. Obedientes (Filemón 1:21)

El Señor nos habla y pide nuestra obediencia. El mundo rechaza obedecer al Señor pues el evangelio es locura para los que se pierden. El mundo nos aborrece porque piensa que obedecer a Dios es una locura.

Escribe el apóstol que si esto es una locura, entonces nuestro manicomio está en el cielo. El mundo no lo entiende pero sus hijos si saben que obedecer a Dios es lo que debemos hacer.

Porque la desobediencia lleva pecado y la paga del pecado es muerte, pero la obediencia lleva recompensa. El Señor es fiel y justo para cumplir su palabra y bendecir a aquellos que obedecen sus mandamientos.

Dios nos pide obediencia y debemos obedecer al Señor de señores por todo lo que Él ha hecho, por todo lo que Él es.

a. Obedientes en todas las cosas (2 Corintios 2:9)

Nuestra entrega a Dios debe ser completa, en todas las cosas. Nuestro corazón no debe tener ninguna reserva. Debemos rendirnos al Señor por completo y entonces Él nos recibirá con los brazos abiertos.

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