Los llamados judaizantes, que hoy siguen todavía, pretenden como los tiempos de Pablo volver a este rito de ley, pasando por alto que ahora en Cristo tenemos “la sustancia de todas las sombras de la ley ceremonial” (Mattew Henry) y, por lo tanto, no es necesario hacer esto porque estamos completos en Cristo. Ya hemos dicho que la ley fue el maestro que nos llevó a Cristo, así hemos quedado libres de su poder, por cuando él obró la circuncisión del corazón al morir en la cruz por nosotros.
2. “Anulando el acta de los decretos…” (vers. 14)
La lista de decretos que la ley había establecido contra nosotros era simplemente impagable. Aquí Pablo usa una figura de contabilidad. La idea era que cuando una persona contraía una deuda escribía con su puño y letra una especie de pagaré, con lo que quedaba atado al prestamista. En otras palabras, el cliente estaba en sus manos, pues aquello era una prueba legal de su deuda.
Sólo cuando éste pagaba, el acta era borrada. Y esto era lo que exactamente hacía la ley. La lista era tan grande que ningún mortal podía pagarla. De allí que fue necesario que alguien cumpliera completamente la ley para que cancelara por nosotros la deuda que teníamos para con Dios. Hay deudas que son impagables, de allí que no son pocos los que se declaran en bancarrota.
Pero esto no estaba contemplado por la ley. Lo que la ley mostraba era nuestra transgresión, y si no cumplíamos esa lista de decretos que ella contenía, estábamos condenados. Pero esa lista que nos era contraria, Jesucristo con su muerte la clavó en la cruz. Arriba de la cruz se puso el acta de nuestras culpas, como se ponía a los demás malhechores.
II. COMPLETOS EN CRISTO – HEMOS QUEDADO LIBRES DEL PODER DE LA MUERTE
1. La sepultura del creyente (vers. 12)
Pablo ha dejado claro en este pasaje que la circuncisión más importante no era la física, sino la espiritual. De esta manera deja este tema, que era la exigencia de los judaizantes con los que pretendía que los creyentes debieran circuncidarse como una prueba de su salvación. Pablo nos presenta la figura del bautismo, para hablarnos que esto es más importante que la circuncisión misma, porque ya no estamos bajo ley sino bajo la gracia a la que nos introdujo Cristo.
La muerte fue el otro enemigo al que Cristo se enfrentó, y al igual que el pecado y a Satanás, los tres fueron derrotados. De esta manera, el bautismo nos identifica con la muerte y la resurrección de Cristo. La Biblia nos dice que fue por medio del pecado que se introdujo la muerte, pasando a todos hombres, por cuanto todos pecaron.
Desde entonces quedó establecido para que los hombres mueran una sola vez y después el juicio. La muerte, pues, ejerció su dominio hasta que Cristo murió. El aguijón y el sepulcro eran su victoria, pero ahora cuando estamos en Cristo la muerte ha sido “absorbida en victoria” (1 Corintios 15:55-56), ya no se enseñorea más de nosotros. Sí, hemos muertos físicamente, pero no espiritualmente. Al bautizarnos testificamos que hemos quedado libres del poder de la muerte.
2. Nuestra condición de muertos (vers. 13)
Efesios 2:1 agrega que estábamos “muertos en vuestros delitos y pecados”. La idea de esta palabra era quedar como cadáveres, inútiles e ineficaces espiritualmente. Un muerto nada sabe, nada siente, nada hace; está muerto, no tiene vida. Así que quedar libre del poder del pecado es dar vida a algo que está muerto. Como alguien lo ha definido, “en lugar de estar muertos al pecado, estábamos muertos en nuestros pecados”.
Tal era el dominio que ejercía en nosotros que lo que merecíamos era la muerte por todos los delitos cometidos contra la ley divina. No podíamos, pues, salvarnos por nosotros mismos porque estábamos en una condición sin vida. Spurgeon ha enumerado por lo menos cinco vidas: vida vegetal, vida animal, vida mental, vida moral, y vida espiritual.
A esto añadió que un ser puede estar vivo en un sentido, pero estar muerto en otro. Su planteamiento fue que estar espiritualmente muerto no significa que estemos físicamente muertos, socialmente muertos, o psicológicamente muertos. Pero aún es una muerte real. Sería como decir que esa muerte está muerta. Y así era nuestra condición. ¿Qué pasó entonces? Eso es lo que nos dice nuestra próxima declaración.