III. COMPLETOS EN CRISTO – HEMOS QUEDADO LIBRES DEL PODER DEL PECADO
1. “Perdonándonos todos nuestros pecados” (vers. 13b)
El perdón de todos nuestros pecados parte de la oración “os dio vida juntamente con él”. Esta frase es distintiva en este texto. Al principio Dios hizo un cuerpo sin vida. Era un hombre hecho del polvo de la tierra, pero no tenía vida. No fue sino cuando Dios sopló de su aliento que el hombre se convirtió en un alma viviente. Así que, en un sentido, el hombre sin Cristo es como el hombre hecho de polvo, pero sin aliento espiritual.
Pablo nos dice que la muerte de Cristo sirvió para traernos otra vez a la vida que quedó muerta como resultado de aquella sentencia hecha a nuestros padres, que “el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
El resumen sería este. El hombre antes de pecar necesitó del soplo de vida, ahora Dios vino otra vez a su encuentro para darle vida y lo hizo a través de su Hijo. ¿Cuál fue el resultado?
Que todos nuestros pecados han sido perdonados. Esto significa que el poder del pecado que ejercía sobre nosotros fue quitado. Observe la declaración “todos nuestros pecados’. Esta es la verdad más grande que sale de la Biblia como resultado de la muerte expiatoria de Cristo. Éramos culpables y merecíamos la muerte, pero Cristo canceló toda la deuda de los pecados.
IV. COMPLETOS EN CRISTO – HEMOS QUEDADO LIBRES DEL PODER DE SATANÁS
1. Despojando y exhibiendo públicamente (vers. 15)
Esta figura de Pablo fue tomada de la vida militar de ese tiempo. Era costumbre que cuando un ejército triunfaba sobre otro se realizaba un desfile victorioso. En tal ceremonia se exhiben a los derrotados, como parte del botín encontrado. El que vencía en la batalla era digno de grandes honores y por lo general se le hacía un monumento recordatorio.
Pues esto fue lo que hizo Jesús al morir en la cruz. Él enfrentó los poderes infernales del mismo Satanás, los despojó de su poder y los exhibió públicamente. Imaginemos la escena. Satanás y sus más oscuros demonios pensaron que Jesús ya estaba derrotado cuando quedó colgando de la cruz y por eso lo atacaron como si él fuera un malhechor al mejor estilo de los que estaban muriendo con él.
Mientras él estaba colgado allí atado de pies y manos al madero en aparente debilidad, ellos se imaginaron que, al estar crucificado, donde arrojaron contra él todo tipo de improperios, ya lo habían derrotado.
Pero lejos de sufrir su ataque sin resistencia, él peleó contra estos poderes y los dominó, desvistiendo su armadura en la cual confiaban, para avergonzarlos públicamente. Ahora estamos libres del poder de Satanás. No tiene más dominio sobre nosotros.
2. “Triunfando sobre ellos en la cruz” (vers. 15c)
Lo último que alguien pudiera pensar es que la cruz se constituye en símbolo de victoria. Más bien ella era símbolo de la más grande vergüenza de la que se conozca. Para el mundo es un escandalo, para el judío tropezadero y para los gentiles locura. Sin embargo, para Dios y para nosotros poder de Dios para salvación.