Los pecados del carácter

Es, en efecto, una raíz de amargura que encontró alimento interno y así se mantiene. Esaú había dicho que después de la muerte de Isaac, su padre, tomaría venganza de Jacob por haberlo engañado con el asunto de la primogenitura (Génesis 27:41-46).

Vivió por muchos años con su enojo en su corazón hasta que Dios mismo intervino en su vida. Jacob, por su parte, vivió con la sensación del enojo de su hermano. La historia nos dice que después de unos veinte años se dio la reconciliación entre ambos y aquel enojo finalmente desapareció. Pero ¿puede imaginarse a Esaú viviendo esa sensación de enojo por tantos años? No deje que el enojo le robe la paz.

La malicia

La palabra para “malicia” en griego es kakia y su significado es aquello que tiene una inclinación al mal, con énfasis en el engaño y la falsedad. ¿Debe un cristiano tener malicia? Bueno, el pasaje nos dice que estas cosas podrían todavía ser parte de nosotros, de allí que se nos ordena dejar también estas cosas.

Pablo les recomendaba a sus hermanos de Corintios que celebraran la pascua no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad (1 Corintios 5:8). Y a estos mismos hermanos les recomienda que no sean niños en el modo de pensar, sino que sean niños en cuanto a la malicia (1 Corintios 14:20).

¿Sabía usted que los niños no tienen malicia? Ellos no tienen malicia debido a la inocencia con lo que ven las cosas. Los fariseos desarrollaron una clase de malicia contra Jesús que en no pocas oportunidades el Señor los desenmascaró, sobre todo en la forma como venían y le hacían cuestionamiento.

Uno de esos casos más recordados fue cuando vinieron y le preguntaron si era lícito o no dar tributo al César, y Jesús, percibiendo su malicia los confrontó y ya no se atrevían a decirle nada. La malicia es de los hipócritas no de un creyente.

2. Pecados de palabra

La blasfemia

Jesús habló que todo pecado que los hombres digan contra él le serían perdonados, menos quienes blasfeman contra el Espíritu Santo. Y ciertamente Jesús soportó en no pocas ocasiones que los líderes religiosos de su tiempo lo trataran de blasfemo, sobre todo cuando habló que él y Dios eran la misma persona, o cuando le dijo al paralítico “tus pecados te so perdonados”.

Y la blasfemia que cometieron los fariseos fue la de atribuirle al diablo las obras de amor y gracia que Jesús hizo a favor de otros. De esta manera, la blasfemia puede cometerse contra Dios, pero también con las otras personas. Parece extraño que pudiera darse una blasfemia de un cristiano hacia el Señor por quien ha sido salvo, entonces, ¿de qué está hablando Pablo cuando usa este término?

La conclusión a la que se podrá llegar es que esto puede ser una referencia a la difamación contra sus semejantes. Es más aplicable a aquellos que se dan a la tarea de criticar y acusar a otros a veces falsamente.

Un hijo de Dios no debe vestirse con esa ropa. Ningún asunto afecta más el carácter de un creyente que cuando su lengua se suelta para criticar a los demás. Hay lenguas que no se han convertido todavía. Pablo habla de dejar también estas cosas.

Palabras deshonestas de la boca

Otras palabras que Pablo usa son “palabras corrompidas” según Efesios 4:29. Esto tiene que ver con los pecados que cometemos con nuestra lengua. Tengo la impresión de que si le diéramos más atención a este asunto nos evitaríamos menos problemas en nuestras iglesias. Cuando Pablo menciona también las “palabras deshonestas” era una expresión usada en aquellos días para referirse a un lenguaje vergonzoso, obsceno, indecente.

Es una de aquellas cosas que debería avergonzar a un verdadero hijo de Dios. La referencia también es a aquello que es indecente, pero de igual manera a aquello que es abusivo cuando se usan palabras para maltratar a otros verbalmente. ¿Ha oído esa expresión que “prefiero que me golpees con la mano, pero no con tus palabras?”.

Por supuesto que ambas cosas no deben hacerse. El asunto acá es que sepamos que hay palabras que no edifican el alma, sino que afean el carácter. En esto también se incluyen las palabras ociosas y palabras que son propias del mundo sin Dios. Nuestro lenguaje debe ser celestial. Nada es más hermoso que oír una lengua bien hablada.

Mentirnos los unos a los otros

Sin duda que este es el más feo de los pecados del carácter. La mentira fue el segundo pecado que apareció después del orgullo, la razón por la que aquel ángel primoroso, creado con todas las piedras preciosas y hecho con todos los instrumentos musicales, se convirtió en Satanás.

Desde entonces a Satanás se le conoce como el padre de la mentira. Su célebre pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? y luego su respuesta a Eva: “No moriréis” marcaban el origen de la mentira en el mundo. 

A partir de allí hasta ahora es el pecado que más se comete. No tengo que decir las distintas clases de mentiras que hay, y lamentablemente con mucha frecuencia este feo pecado aparece entre los escogidos de Dios.

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