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La recompensa que nos espera

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: La recompensa que nos espera

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Colosenses 3:23-25

Tema: Mensajes de la Carta a los Colosenses

INTRODUCCIÓN

Una de las historias que ha sido muy usada a través de los años para hablar de las recompensas celestiales, ha sido la pregunta que le hicieron una vez Juan Wesley respecto a su amigo y compatriota del ministerio George Whitefield. Como es sabido, la Inglaterra del siglo 18 contaba con dos grandes predicadores y evangelistas.

Ambos eran teólogos de renombre y de obligada referencia en ese tiempo. Pero ambos tenían posiciones teológicas diametralmente opuestas. Juan Wesley era arminiano, mientras que Whitefield era calvinista. Y para nadie era un secreto que en estas dos corrientes teológicas ya se daban fuertes diferencias.

Se cuenta que en medio de esas preguntas que le hacían a Juan Wesley estuvo una muy curiosa. Alguien le preguntó, en medio de las bromas que se decían, si en el cielo él vería a George Whitefield. Y Wesley con aquel humor que le caracterizaba le contestó que él pensaba que no vería a Whitefiel en el cielo.

La persona que hizo la pregunta, asombrado nuevamente volvió a preguntar: ¿Y por qué? Y la respuesta del evangelista fue: Porque Whitefield estará tan cerca de Dios que me será imposible verle por lo lejos que estará de mí. ¿Qué quiso decir Wesley con esas palabras?

¿Estaba hablando que en el cielo no todos estarán en la misma posición unos de otros? ¿Podemos afirmar que en el cielo estarán unos más cerca de Dios que otros? ¿Es que acaso en el cielo habrá diversos grados de gloria?

Pues al parecer eso es lo que pasará. Entonces ¿qué nos enseña la Biblia al respecto? Bueno, creo que lo que Pablo nos dice en el presente texto responderá a estas preguntas. El tema de la ocasión reviste una importancia inigualable. Entonces, por qué debemos estudiarlo.

I. EL LUGAR DE DONDE VENDRÁN LAS RECOMPENSAS

1. “Del Señor recibiréis la recompensa…” (vers. 24)

El mensaje de la palabra del Señor más predicado durante la reforma fue el de la salvación por gracia. Efesios 2:8, 9 se constituye en la base de lo que somos en relación con la salvación como el regalo del cielo. De igual manera Pablo, hablando a su hijo Timoteo le recordó que Dios nos salvó, no conforme a nuestras obras, sino por la gracia a través de Jesucristo (2 Timoteo 1:9).

Nadie llega al cielo por sus “buenas obras”, sean estas hechas en sinceridad o con buenas intenciones. La contundencia de estos textos nos dice que nadie ni merece la salvación ni la puede comprar. Esto es una exclusividad divina. Es algo que solo pudo ser hecha por Jesús quien la compró por medio de su vida de santidad y sacrificio perfecto.

La única manera para lograr esa salvación es por medio de la fe a través de Jesucristo. Esto es importante mencionarlo, porque una cosa es la salvación que no nos costó nada, pero otra cosa será lo que el mismo texto dice, que fuimos creados “para buenas obras…”. Esas buenas obras serán calificadas para la recompensa que vendrá del cielo. De eso se tratan los galardones.

2. Palabras dichas a un esclavo (vers. 22)

Cuando Pablo dijo “que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia” estaba haciendo referencia al texto inmediato, el que tiene que ver con los siervos y su relación con sus amos. Estas son palabras para motivarlos a trabajar con dedicación, con honestidad, con ahínco y esfuerzo.

Y si bien es cierto que no siempre los amos dan recompensan a sus esclavos o los patronos no lo hacen con sus empleados, la buena noticia de este pasaje es que el Señor si recompensará sus trabajos, por eso les dice que esos trabajos deben hacerlo para la gloria de Dios.

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