Como hemos dicho, Tíquico no es presentado como una gran celebridad; no era pastor ni tampoco diácono, pero sí era un hermano dedicado al Señor. Su nota distintiva era la amabilidad, de allí el término “amado”. Él representa a esos sencillos hermanos que reflejaban la belleza del amor de Cristo en sus rostros.
Son humildes, pero cariñosos, corteses y preciosos. Ciertamente no son los hermanos que están al frente de la iglesia como las figuras que acaparan más la atención, pero si son los que trabajan detrás de las cámaras, detrás del escenario para que todo luzca hermoso.
Con frecuencia calificamos en el buen orden del culto, el progreso en la que va la iglesia, lo bueno que estuvo el compañerismo. Pero ¿sabe usted cuántos hermanos “amados” estuvieron trabajando para que eso resultara de esa manera? Necesitamos en la iglesia a los hermanos “Tíquicos”.
Ellos son los hermanos que trabajan no para escalar alguna posición. Son los que tienen un gran corazón por la casa del Señor; aquellos que ven a la iglesia no como un club para venir los domingos, sino que se comprometen para hacerla grande.
b. Hermanos que inspiran respeto.
La primera frase que Pablo escogió es la de “amado hermano”. Por supuesto que Pablo tenía otros hermanos que eran muy amados, pero esta distinción que hace de Tíquico revela el gran afecto que tenía por él. Es que el amor que Tiquico tenía por los demás lo hacia ser tan amado de esta manera.
Los hermanos “amados” son los que más contribuyen a que exista en nuestras iglesias un real ambiente de gracia. Nada le hace más bien a la iglesia que contar con ese tipo de hermanos. Son ellos los que contribuyen a levantar a los caídos, a saludar a los que llegan a la iglesia a veces con cara de pocos amigos.
Son ellos los que procuran lograr la armonía y la paz en la iglesia. Son los que siempre buscan el bienestar de los demás antes que el suyo propio. Son los que buscan que otros sean exaltados, aunque él tenga que menguar. Son los que piden perdón, aunque sea el otro que hizo el agravio.
Que nos conozcan por el amor que tenemos, y no tanto por el conocimiento que exhibimos. Este amor no se puede desarrollar solo escuchando a su pastor vía online, sino de una forma presencial. Por cierto, Pablo no llamó Tíquico “amado” por una simple adulación. Si tuviera que calificarnos ¿dirían lo mismo de nosotros?
II. SON HERMANOS FIELES
a. Que pueden ser recomendados sin temor.
La manera como Pablo comienza hablando de este hermano es extraordinaria: “Todo lo que a mí se refiere, os lo hará saber Tíquico…”. Es como si dijera: ‘Lo que ustedes desean saber y preguntar, pregúnteselo a Tíquico; él es la persona indicada para hablarles de mi y de mi ministerio’.
Lo otro que dice de él es que es un “fiel ministro de Jesucristo”. Vea que quien este reconocimiento es Pablo, no cualquiera. Lo que él sabía de su discípulo lo llevó a tan alta calificación. Si hay algo que necesitamos en la casa del Señor es que tengamos hermanos fieles. Y aquí es bueno hablar de la fidelidad que es más que el ser constante.
Se trata más bien de alguien que tiene estampado en su vida algo que dice: “Yo soy una copia fiel del original”. Esta fidelidad tiene que ver con lo consecuente que somos con la iglesia, su doctrina, su trabajo y mi participación en todo.
Gracias muy edificante lo que menciona es una realidad la falta de fidelidad y compromisos no solo asía Dios sino también a la iglesia o ministerio según corresponda muchas .