La perla de mayor precio

Ella es “ganancia y no perdida”, nos dice el texto. Esto es así porque en su propia vida ella encarna todos aquellos atributos que la adornan como una mujer llena de amor y de la bondad de Dios. A esto tenemos que decir que su hogar no se arruina por la negligencia.

Sabido es que hay mujeres que lo que producen son pérdidas para el hogar y para la relación del marido. Pero con esta mujer no hay el temor que bajen los mercados bursátiles, donde hay días de ganancias y días de pérdidas.

Al contrario, la mujer que se describe acá es una fuente de bendición permanente; de allí que se elogia, diciendo: “Muchas mujeres hicieron el bien, pero tu sobrepasas a todas”. ¿No es esto maravillo?

Por cuanto ella produce más ganancias que pérdidas se considera sobresaliente al comparársele con las demás, por ser como una perla. Sin que sea una competencia, o que se haga para ser recocida, esa madre hace el bien como resultado de la abundancia del bien de su corazón. La conducta de una verdadera madre desemboca en la integridad. En ellas hay una nobleza de espíritu y tienen un alma bondadosa.

II. POR LA DEVOCIÓN QUE LE DA A SU FAMILIA

1. Tiene manos marcadas por el amor (vers. 13)

Las manos de una madre hacen mover al mundo” ha dicho alguien. Ellas hacen aquel trabajo que no es visible ante los ojos, pero que sin él lo demás no funcionaría adecuadamente. Algunas de esas manos tienen heridas y callos que se han venido haciendo para mantener limpia la casa, florecido el jardín, bien arreglados los niños y bien presentado el esposo.

Para muchas de ellas el día comienza en la madrugada y termina a la media noche. Sus manos hacen posible la protección de su familia porque “busca lana y lino” con el que vestirá a toda su familia de “ropas nobles”. Esas manos se esfuerzan por la calidad y la excelencia. Por lo tanto, es una mujer que le gusta, aun en medio de las limitaciones del caso, las cosas buenas y finas.

Ella sabe que sus hijos son dignos de lo mejor. Esas manos están marcadas por las caricias en la niñez, por la dirección que dieron en la adolescencia y por las tantas heridas curadas en la juventud. Las manos de esas madres traen consigo las marcas de un amor indetenible. Solo una madre sabe cuanto vale un hijo. El amor a ellos justifica manos cicatrizadas.

2. La mujer tiene una voluntad marcada por la dedicación (verss. 14)

Es la mujer que no ahorra fuerzas para ser una verdadera ama de casa. “Se levanta aun de noche y le da comida a su familia… su lámpara no se apaga de noche” (vers. 18). Su mente es industriosa y los resultados se ven en la economía cotidiana. Ella le hace la guerra a la inflación.

No compra lo que puede hacer. No gasta lo que ella puede ahorrar, pues el texto dice que ella “hace telas y vende y entrega cintas al mercader”. Este es el tipo de mujer que alarga el presupuesto. La madre virtuosa se administra sabiamente.

“Trae el pan de lejos”; eso significa que busca la oferta, aunque implique tiempo. Cuando se trata de llevar adelante a la familia, ella se quema las pestañas. No admite la idea de quedarse con sus brazos cruzados. “Considera la heredad y la compra”. Esto habla de la provisión para el futuro de sus hijos.

“No come el pan de balde”; no espera que otros lo hagan por ella. Mientras sea útil, su vida está entregada al trabajo de cuidar a su familia. En los brazos de una madre virtuosa los hijos descansan sin temores en los tiempos venideros.

III. POR LA NOBLEZA DE SU ALMA

1. La mujer de DIos es motivada por las necesidades de otros (vers. 20)

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