El ruego del amor

José fue vendido a Egipto y fue usado como instrumento para preservar la casa de su padre de la hambruna que vendría, pero eso no exculpa a sus hermanos de lo que hicieron. Ellos cometieron un gran pecado que reconocieron cuando José se dio a conocer ante ellos.

Los resultados de una acción no justifican el haberse cometido, sobre todo si esto fue malo y premeditado. Dios puede contrarrestar el pecado para lograr sus fines, pero el pecado seguirá siendo pecado y la falta seguirá siendo una falta.

No debemos suavizar el pecado. Solo Dios puede trabajar para que una acción mala que hemos cometido traiga algo bueno a la vida. Cuando aprendemos la lección de haber hecho algo indebido, nos arrepentimos de corazón; lo que Dios desea después de eso, es sacar lo mejor que hay en nosotros con el propósito que seamos mejores personas, así como lo fue Onésimo después de su transformación.

2. De esclavo a hermano amado (vers. 16)

Por lo que entendemos de toda esta historia, Onésimo había escuchado de su amo hablar de Cristo. Qué pasó que no fue convertido en la iglesia que funcionaba en la casa de Filemón, no lo sabemos. Pero el hombre que podía darle un mensaje de salvación a este esclavo fugitivo era Pablo.

Como Pablo no pudo ir donde estaba Onésimo, el Señor se lo envió para que le expusiera la palabra de vida. Es aquí donde vemos las veces que el diablo es usado para la obra del Señor; sí, así como lo oye. ¿Qué fue lo que pasó? Pues que el diablo incitó a Onésimo que le faltara a su amo y tuvo que huir a Roma, pero fue estando allí donde conoció a Pablo y con ello su conversión.

El trabajo de Dios no se detiene. Ahora tenemos a un hombre convertido que pasará de ser un esclavo sin posibilidades de cambiar su condición, a un hermano amado en la fe del Señor. Hablemos de esto a alguna condición que alguien está viviendo ahora.

¿Tienes algún hijo que ha quebrantado las reglas del hogar? ¿Es alguien que le ha dado rienda suelta a los desvaríos de su corazón? Esto es algo triste y golpea mucho el corazón de los padres, pero no te desanimes ni te desesperes. Tú no puedes hacer otra cosa, pero el Espíritu de Dios sí puede. Al final, los brazos de la gracia los alcanzarán y serán transformados para siempre.

III. HAY AQUÍ EL COMIENZO DE MEJORES RELACIONES

1. “Pero cuánto más para ti…en el Señor” (vers. 16)

A todos nos toma tiempo aprender las lecciones de la vida. Este fue el caso de Filemón. Lo que pasó entre él y su esclavo quebrantaron las relaciones, pero ahora la obra nueva que hace Cristo tiene el propósito de restaurarlas. Observemos que, si bien es cierto que Pablo envía de regreso este esclavo a su amo, su posición era distinta.

Ciertamente con esto no se estaba aboliendo la esclavitud, cosa que nos deja muchas preguntas, pero el trato del que Filemón le iba a dispensar a Onésimo tenía que ser diferente. El ruego de amor de Pablo incluía un cambio en la manera de tratar a Onésimo que ahora es un hermano en la fe.

El asunto es que cuando Cristo llega a la vida debe haber un cambio en las relaciones. Ciertamente Onésimo había cambiado, pero Filemón debería hacer lo mismo como amo. Bien podía Filemón argumentar que no iba a recibir a quien tanto daño le hizo después de haberle robado.

Pero el creyente no actúa de esa manera. Él no solo transita el camino del perdón, sino también del olvido. Así como Cristo nos perdonó, nosotros también hacemos lo mismo. Para Pablo, Onésimo no era un esclavo, por lo tanto, para Filemón debería ser aun mayor (vers. 21).

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