Pero como su nombre lo indica, los oficios de consolación ayudaron para restaurar al que había fracaso. De esta manera, mientras Juan Marcos era un fracaso para Pablo, para Bernabé era un “discípulo en construcción”.
Así que ahora tenemos a un Juan Marcos que regresa a Jerusalén. Bien podemos pensar que al llegar allí buscó a Pedro quien lo iba a entender mejor que Pablo, porque él también había fracasado.Y es en medio de este tiempo de fracaso que tanto Bernabé como Pedro harían el trabajo de restauración.
Bernabé hizo el mejor trabajo. Su carácter conciliatorio haría la gran diferencia en la vida de su sobrino. Los fracasos no significan que todo se ha acabado. Las oportunidades de volver siempre están latentes. El fracaso puede convertirse en la gran oportunidad para ser mejor.
III. EL TRABAJO DE PABLO EN LA NUEVA OPORTUNIDAD DE MARCOS
1. Los años sin estar en contacto alguno
En el capítulo 13 de Hechos vemos que Juan Marcos dejó al grupo misionero y regresó a Jerusalén. Lucas no nos dice que pasó. ¿Por qué Juan Marcos renunció a este encomiable trabajo? ¿Cómo es que el primer “laico” que fue en el primer viaje misionero no resistió el trabajo? ¿Tan exigentes fue Pablo para que este joven acompañante desertara? Y así pasaron los años de Juan Marcos en Jerusalén.
Lo que bien podemos pensar es que aquel tiempo tuvo que ser de profunda reflexión. Tuvo que haber un trabajo que hizo transformar a Juan Marcos. ¿Quién hizo ese trabajo en su vida? Bueno, además de la obra del Espíritu Santo, quien es el que se encarga de hacernos totalmente nuevos, Juan Marcos recibió todo un trabajo de recuperación, y es allí donde nos imaginamos el trabajo que hizo Pedro.
De acuerdo con la cronología de los hechos, Juan Marcos duró diez años de aquella primera separación con los amados apóstoles. Pero otra vez, aquel tuvo que ser un tiempo de arrepentimiento, de reconocer su cobardía y su debilidad por haber fallado en el ministerio. Ahora es el tiempo para el regreso y Pablo ya ha perdonado y está listo para la nueva oportunidad.
2. “Toma a Marcos y tráemelo porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo 4:11)
Pablo no era un hombre de prolongado rencor. Los años pasaron y ya había olvidado el incidente de lo que fue aquella separación. No sabemos cómo fue que Pablo recuperó otra vez a Juan Marcos. No sabemos cómo se dio la reconciliación entre ellos. Pero lo que sí es cierto es que ahora Pablo sabe de las bondades y los dones que tenía Juan Marcos y ahora los está usando.
Mis amados, un fracaso no puede ser el fin de un ministerio o de un servicio para el Señor. En todo caso, una deserción puede traer consigo un tiempo de arrepentimiento y reconciliación. ¿Cómo sucedió esto? Pablo estuvo preso por primera vez en Roma.
Desde allí escribió tres cartas y al mencionar varios compañeros de prisión, allí está Juan Marcos. Está a lado de Tíquico, Aristarco, Onésimo, Lucas y Demas. Cuando envía a Tíquico a entregar sus cartas, también envía a Juan Marcos con la recomendación que lo recibieran bien.
Pablo abogó por el desertor para que no tuvieran prejuicios contra él. Más adelante, cuando ya Pablo está para ser sacrificado, le escribe a su discípulo Timoteo que cuando venga a verlo se traiga a Juan Marcos, porque le es útil para el ministerio. Hermanos, nadie es inútil en la obra del Señor si hay otros que se invierten en su restauración.
IV. EL TRABAJO DEL ESPÍRITU EN EL EVANGELIO DE MARCOS
La historia de Juan Marcos no podía terminar mejor. Este otro hermano, que pertenece a esos que están detrás de la escena y de las cámaras, a quien se le asigna el cargo de “ayudante” en el relato de Lucas, nos deja de su pluma y de la inspiración del Espíritu el primer evangelio que se haya escrito. Así como lo oye.
Muy bonita enseñanza, gracias y bendiciones, fue de mucha bendición leer esto, gracias por compartirlo hnos.