El evangelio de los leprosos

Pero ahora hay una nueva profecía de restauración y satisfacción frente al hambre que padecen. Eliseo era el profeta del momento.

El milagro que iba a ocurrir lo dijo en este texto. Nadie creería esto. Era imposible pensar que en un solo día la economía de una ciudad destrozada pudiera recuperarse.

El rey de Samaria no lo creyó, su príncipe inmediato tampoco lo creyó (vers. 2), pero en un solo día la palabra profética se cumplió (verss. 16-19). El milagro para lograr esto estaba afuera.

Los mismos enemigos que causaron su desgracia proveyeron para su propia satisfacción. Dios no deja morir para siempre al hambriento. Esto es lo que hace el evangelio.

El evangelio en sí es un milagro. Quien lo recibe sabe al final que nada pudo cambiar su vida como lo hace el poder que él mismo tiene (Romanos 1:16). El evangelio también fue profetizado como un milagro. Jesucristo es la encarnación de ese milagro.

2. La incredulidad al mensaje de el evangelio(verss. 2-12)

No siempre es fácil creer en las buenas nuevas del evangelio. Los hombres como Tomás han existido siempre. La mente racional no concibe la posibilidad de un milagro. Observe la actitud del rey y del príncipe.

Cuando Eliseo lanzó su profecía que cambiará la tragedia que vivía Samaria, simplemente negó que estas palabras fueran reales, expresándose con sarcasmo (vers. 2).

La incredulidad al mensaje traerá al final un destino impensable. Por cuanto aquel príncipe se negó a creer lo dijo el profeta, el mismo Eliseo le profetizó, diciendo: “He aquí tú lo verás con tus ojos, mas no comerás de ello”. Pero lo mismo hizo el rey.

No creyó la noticia de los leprosos, sino que pensó que era una trampa de los sirios. Lo que siempre vemos es que los que oyen el mensaje del evangelio, debido a sus propios prejuicios, o frente a la imposibilidad que suceda algo, se resisten a creer.

Muchos creen más en las malas noticias que en las buenas. ¿Era mala la noticia que estaba comunicando el profeta y ahora los leprosos? ¡En ninguna manera! Pero así son los corazones que prefieren cerrarse al mensaje, aunque sus vidas están pereciendo.

II. EN UNA BUENA NOTICIA QUE PUDIERA SER ESCONDIDA

1. La necesidad de un mensajero de el evangelio (vers. 8)

La evangelización plantea la importancia de un mensaje y la necesidad de un mensajero. Es un mensaje que no llegará solo. Su impacto depende del instrumento. Como si se tratara de un producto de suma necesidad, su consumo depende del vendedor.

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