El evangelio de los leprosos

Julio Ruiz

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El evangelio de los leprosos

El evangelio de los leprosos

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¿Cuál fue la barrera que enfrentó el “evangelio” de esta historia? En el versículo 8 encontramos dos veces la frase: “…y fueron y lo escondieron”. Esta palabra es muy reveladora. Es la tendencia del corazón humano.

El egoísmo ha sido una de las grandes faltas de la humanidad a través de los años. Una vez que se satisface lo que buscamos ya nos olvidamos de los demás, o “escondemos” lo que hemos descubierto. Cada creyente ha descubierto el tesoro del evangelio.

Pero ¿qué hemos hecho desde entonces? A lo mejor hemos tenido la misma actitud de los leprosos. Una vez que hemos comido y bebido y que hemos descubierto la “plata, el oro y el vestido”, lo hemos escondido.

El evangelio es una buena noticia que debe ser anunciada. Las malas noticias se propagan con toda fluidez, y cuenta con muchos mensajeros. Nosotros tenemos la mejor noticia y debemos anunciarla.

2. “No estamos haciendo bien”.

Este razonamiento lo hicieron los leprosos, y lo seguimos haciendo hoy. El asunto es que a Satanás le ha funcionado bien la estrategia de hacerle ver al creyente que el evangelio es bueno, pero que no hay prisa en anunciarlo. A algunos le dice que su comportamiento es suficiente para que la gente se salve.

Se cuenta la historia de un creyente médico que estaba atendiendo a un enfermo incurable. Por cuanto estaba a punto de partir, debido al estado avanzado de la enfermedad, se propuso hablarle del Señor y de la seguridad de la vida eterna.

El paciente escuchó a su doctor con mucha atención, y después le preguntó: “Doctor, ¿cuánto tiempo hace que usted sabe de estas cosas? “Bueno —respondió éste— hace más de veinte años que soy creyente”.

Ante esta respuesta el enfermo se fijó en su doctor y le hizo la pregunta que muchos no quisiéramos oír: “¿Y por qué no me lo dijo antes, para que también yo hubiese podido disfrutar de este gozo y esta paz que usted dice que Cristo da a los que creen en él?”. Amados no callemos más la noticia que es de vida o muerte. Muchos hambrientos dependen de ella.

III. EN UNA BUENA NOTICIA QUE SALVARÁ DE LA MUERTE

1. El impacto del hambre (6:24)

El ejército de Siria estaba apostado cerca de la ciudad de Samaria, por lo tanto, estaban encerrados y muriéndose de hambre. La descripción era tan grave que la cabeza de un burro se vendía por ochenta monedas de plata ($176).

Los judíos pagaron un alto precio por esta parte de este animal, severamente prohibido de acuerdo con las leyes sanitarias por ser inmundo. Mis amados, ninguno de nosotros ha sido sometido a esta condición, porque lo que acá se ilustra es una verdadera tragedia producida por el hambre.

Pero hay un ejemplo más que nos muestra los estragos que hace el hambre. El rey de Israel, paseándose en medio de la calamidad, escuchó discutir a dos madres acerca de un canibalismo jamás visto, aunque si profetizado (Deuteronomio 28:53). La discusión giraba en torno a un acuerdo de comerse a sus hijos.

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Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

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