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La presencia de Dios

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: La presencia de Dios

INTRODUCCIÓN

La presencia de Dios es el elemento principal en el predicador, desde el inicio de elaborar el sermón hasta la presentación del mismo ante la congregación, porque el Señor ha de hablar a través del mensajero y de su mensaje, y a la vez obrar en el auditorio.

Respecto a la predicación, la presencia de Dios se manifiesta en tres aspectos: en el predicador, en el mensaje y su proclamación, y en las personas que conforman el auditorio del predicador.

I. LA PRESENCIA DE DIOS EN LA VIDA DEL PREDICADOR

La comunión con la presencia de Dios se logra por la búsqueda de la misma a través de la oración del predicador. Jesús el Salvador del mundo fue el mayor proclamador del evangelio, pero siempre hizo de la oración parte importante de su ministerio.

A través de ella tenía comunión con el Padre y veía su respaldo cuando pregonaba el evangelio del reino y ministraba a las multitudes (Hechos 10:38). Ante la tumba de Lázaro, y en presencia de la multitud, afirma con gran seguridad: Yo sabía que siempre me oyes (Juan 11:42).

El Mesías comenzó y terminó su ministerio aquí en la tierra en oración (Lucas 3:21-22; 24:49-51). Definió la oración como algo vital para predicar, sanar y liberar a los oprimidos. A diferencia de algunos de los predicadores contemporáneos, Jesús decidió mantenerla como prioritaria en su vida.

La oración precedió los siguientes actos del ministerio del Señor: la predicación del Sermón del Monte (Lucas 6:12, 6:20-49); su exposición acerca del poder de la Iglesia y las llaves del reino de Dios (Mateo 16, 18, 19); el anuncio de su muerte y resurrección (Lucas 9:18, 29-35); y la transfiguración (Lucas 9:18, 29-35).

La presencia de Dios en la predicación … y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder (1 Corintios 2:4).

II. LA PRESENCIA DE DIOS EN EL MENSAJE DEL PREDICADOR

Los creyentes corintios fueron impactados y transformados por la predicación de Pablo: y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder (1 Corintios 2:4).

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