Enviados bajo la cobertura divina

II. SOMOS ENVIADOS BAJO LA AUTORIDAD DEL HIJO

1. La autoridad de su resurrección (vers. 19)

Ya los discípulos habían sido enviados previamente, pero esta nueva comisión revestía una importancia nueva, distinta y con mayor desafío. Para ellos, estas palabras eran suficientes. Ellos conocieron su poder en las vidas transformadas, en los milagros impensables y la manera cómo Cristo se enfrentó a los demás poderes.

Esto quiere decir que Jesucristo comisionó a sus discípulos con la misma visión con la que el Padre le comisionó a él. ¿No es eso extraordinario? Él ha dicho: “Como el Padre me envió, así yo os envío”. Jesucristo fue el primer misionero que pisó la tierra, ahora sus discípulos continúan la tarea que él comenzó.

Esta es ahora nuestra misma tarea. En este día, las mismas palabras que escucharon aquellos once encerrados en aquella casa, la volvemos escuchar hoy cuando salgamos para dar a conocer las buenas nuevas de salvación.

Sepa usted que quien le envía no es un ángel, aunque ya esto sería una garantía, tampoco le envía el pastor de la iglesia o algunos de sus líderes, aunque ellos anhelan la salvación de otros. No, usted no va a evangelizar en nombre de nadie más. Usted va a llevar un material y a tocar una puerta en el nombre de aquel que ha resucitado; el amado Cristo.

2. La autoridad universal.

La muerte y resurrección de Cristo sirvió para desmantelar uno de los poderes que se había levantado contra el hombre, trayendo condenación y esclavitud. La Biblia afirma que una de las victorias de la cruz y la tumba vacía fue que Jesús despojó a todos los principados y potestades (Colosenses 2:15).

Interesante que fue después de su muerte y resurrección que Jesús va a hablar de la autoridad total que ahora ostenta. Así que fue después que Jesús resucitó que les dijo a sus discípulos, que el Padre que le envió, le había dado “toda autoridad en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18-20).

Y es en esa autoridad que seguimos haciendo la gran comisión. Esa autoridad gobierna arriba y abajo. Tiene poder sobre cualquier otra potestad que esté arriba y que las que están abajo. Cristo posee el mismo poder para cambiar las vidas ahora.

Su poder no es de cuatro años, sino eterno. Su poder no se desvanece con los años pues no hay nada que lo haga cambiar. Ese poder de ayer es el mismo que tenemos hoy. Y ese poder que está en nosotros y el que nos impulsa a salir y hablar de él. Esto fue lo que Pablo nos dijo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino amor, de poder y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).

3. La autoridad de su nombre (Hechos 4:12).

En el mundo de los negocios, la política, los deportes, la ciencia o las artes, el nombre llega a ser siempre sinónimo de calidad, prestigio y la razón de sus ventas y progreso. Los discípulos de Jesús entendieron la importancia del nombre de Jesús para realizar su obra y expandir el reino.

El presente texto, uno de los más reveladores de las Escrituras, viene del contexto cuando los discípulos sanaron al cojo que se sentaba a la puerta de la Hermosa. Al parecer fue la primera vez que ellos usaron el “nombre de Jesús” para actuar a favor de un necesitado (Hechos 3:6).

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