La vida en el Reino

Lo bueno de la obra de Dios en el corazón del creyente, es que Él pone Su propio amor por la humanidad en nuestros corazones. El apóstol Juan nos recuerda que “Nadie ha visto jamás a Dios. Sin embargo, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se ha manifestado plenamente en nosotros.”  (1 Juan 4:12 PDT).

Lo que está significando Juan es que cuando nos amamos, glorificamos a Dios y su imagen se puede ver en nuestro amor, que en última instancia es su amor.

Este mandamiento de amarnos unos a otros, hace que el cristianismo sea único en comparación con cualquier otro sistema religioso que pueda existir en el mundo. La biblia es tan radical en su mandato de amar proactivamente que el propio Señor Jesucristo les demanda a sus seguidores, que deben amar hasta sus enemigos, algo que simplemente no existe en ninguna otra religión mundial. (Mateo 5:43-45; cf. Éxodo 23:4-5).

Sólo la gracia de Jesucristo puede capacitar a una persona para tener esta inconquistable benevolencia y esta buena voluntad invencible en sus relaciones personales con otros. Sólo cuando Cristo vive en nuestros corazones llega a morir la amargura, el resentimiento y brota este amor a la vida.

La mejor manera de evaluar nuestras acciones con respecto a la forma en cómo me relaciono con las demás personas, sean cristianas o no, es aplicando esta regla de oro. Y para ello debo hacerme una pregunta autoevaluativa: ¿Estoy tratando a otros como quisiera que me trataran a mí? ¿Sería capaz de poner a la otra persona en mi lugar o ponerme yo en el lugar de esa otra persona?

La regla de oro de Cristo nos enseña en primer lugar, a valorar a otras personas, como nos gustaría que nos valoraran a nosotros. Porque todos necesitamos ser respetados.

En segundo lugar nos enseña que debemos ser agradecidos, dejándole saber a la gente, que apreciamos sus esfuerzos y su trabajo, como nos gustaría que lo hicieran con nosotros. En tercer lugar nos enseña a invertir confianza en otros, tal como nos gustaría que la invirtieran en nosotros. Alguien dijo: “La persona que confía en otros, siempre perderá menos que la que desconfía de todos”.

La regla de oro, establecida por Cristo en su reino, es un fundamento inamovible para tener matrimonios sólidos, buenas relaciones de negocios y amistades adecuadas, saludables y provechosas.[4]

Reflexión Final

Entre la gente que escuchaba a Jesús en el sermón del monte, estaban especialmente los religiosos de su tiempo, que eran muy buenos para aparentar ser amorosos, bondadosos y justos. Estaban muy preocupados con el cumplimiento de la ley de Moisés y las tradiciones de los ancianos, pensando que por su buen comportamiento serían salvos.

Pero como el Señor ve el corazón de la gente y conoce cuáles son sus verdaderos motivos, entonces le habló directamente al corazón de ellos, y confrontó su maldad al decirles que trataran a los demás como les gustaría ser tratados.

Cuando decidimos ver a cada persona como una creación de Dios hecha a su imagen, como alguien a quien Dios ama y por quien Jesús voluntariamente murió en la cruz (2 Corintios 5:19-21), será más fácil tratar a los demás de la misma forma que nos gustaría ser tratados.

Cuanto más conscientes estemos del profundo amor de Dios por la gente, y cuanto más conozcamos las leyes de su reino y estemos dispuestos a someternos a ellas, seremos cada vez más capaces de amar a los demás como Dios quiere que lo hagamos; y haremos con otros lo que queremos que hagan con nosotros.

La biblia dice que “el amor no es celoso ni envidioso; no es arrogante ni egoísta ni grosero; no trata de salirse siempre con la suya…Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo.” (1Corintios 13:4-7 Paráfrasis).[5]

Pensamiento final

Alguien dijo en una ocasión: “Gran parte de la vitalidad de una amistad reside en el respeto de las diferencias, no sólo en el disfrute de las semejanzas.”

Llamar a la iglesia a la unidad y al respeto mutuo. No a nuestra manera, es a la manera que Dios revela en su Palabra.

[1] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bíblico de Matthew Henry (1095). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

[2] MacArthur, J. (1997). Biblia de Estudio MacArthur (Mt 7:12). Nashville, TN: Thomas Nelson.

[3] Barclay, W. (2006). Comentario Al Nuevo Testamento (p. 76). Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.

[4] https://www.devocionalescristianos.org/2014/10/la-regla-de-oro-de-cristo.html

[5] Porter, R. (1988). Estudios Bíblicos ELA: Viviendo por la fe (Romanos parte II) (pp. 68–69). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

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