La Grandeza en el Reino de Dios

No pensemos que la actitud de los diez discípulos era mejor que la de Juan y Jacobo. Porque ellos también deseaban esas posiciones que habían pedido Jacobo y Juan. (Mateo 18:1).[7] Es que muchas veces resulta fácil condenar en otros lo que se desea justificar en uno mismo. (2 Samuel 12:1ss; Mateo 7:1-6).

Así que Jesús conociendo la actitud de ellos, aprovecha el momento para enseñar un concepto nuevo acerca del reino de Dios. ¿En qué consiste la grandeza del reino que tanto anhelaban los doce discípulos?

Los discípulos consideraban el reino de los cielos desde la óptica de los reinos de las naciones. De ahí que Jesús les explique que en el reino del mundo, es natural que haya rivalidad, intrigas, celos y engaños para alcanzar posiciones de autoridad, honor y privilegio.

Y una vez que logran esos puestos de autoridad y poder, lo ejercen muchas veces de forma abusiva y menosprecian a los demás. Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.” (Mateo 20:25).

En cambio, en el reino de Dios las cosas son diferentes. Aunque Jesús no reprende el anhelo de desear ser grande en el reino de Dios, si define la grandeza en términos de servicio humilde.

Mire la forma en como Jesús contrasta el reino del mundo con el reino de Dios: Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mateo 20:26-27).

La grandeza en el reino de Dios se alcanza desde la condición de un siervo (“esclavo”, doúlos) que se entrega a servir a los demás (“que atiende a las mesas”, diákonos). Ser verdaderamente grande en el reino de Dios significa amar a otros y servirlos por amor.

Estar dispuesto a dar cuando otros desean quitar, amar cuando otros odian, ayudar cuando otros abusan. Al hacerlo, un día recibiremos todo, mientras los otros terminarán sin nada.[8]

El apóstol Pablo se presentaba como siervo (esclavo) de Jesucristo (Romanos 1:1). Para un ciudadano romano (y Pablo lo era), optar por ser esclavo era algo inimaginable, sin embargo Pablo escogió ser completamente dependiente y obediente a su Señor amado.

Cuando estamos resueltos a obedecer a Cristo y servir en su reino, sentiremos el gozo de ser siervos útiles, dispuestos a realizar la labor que en verdad importa en el reino de Dios.

Cristo se puso como ejemplo supremo de lo que significa ser grande, cuando les dijo a sus discípulos, “Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28 RVC).

Esta es la primera vez que Jesús describe su muerte como rescate por muchos. Rescate habla de la liberación de un esclavo que antiguamente se lograba por el pago de un precio fijado.

Jesús murió para lograr la liberación del hombre pecador de su esclavitud y condenación. Jesús murió en lugar del pecador que merecía esa pena. Dios desea la salvación de todos (Ezequiel 33:11; 1 Timoteo 2:4; 2 Pedro 3:9), pero sólo los que responden por fe recibirán el beneficio de la cruz.

Jesús demostró la verdadera grandeza del reino en su encarnación como lo explica Pablo en su carta a los Filipenses (Filipenses 2:5-11); cuando lavó los pies de los discípulos según nos lo relata Juan en su evangelio (Juan 13:1ss) y murió injustamente en la cruz del calvario por nuestros pecados (Lucas 23:26-50).[9]

Jesús no vino para ser servido, sino para servir. No vino a ocupar un trono, sino una Cruz. Imitemos su ejemplo.

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