II. LA PROMESA PARA LAS COSAS QUE ESPERAMOS
1. Que Dios no es injusto para olvidar… (vers. 10)
He aquí una de las declaraciones que mejor califican a nuestro bondadoso Dios. A “los que nos llegó la tarde”, como algunos definen la vejez ahora, sabemos lo que significa olvidar las cosas. Pero qué bueno es saber que nuestro Dios no tiene este problema.
Él no se enferma de Alzheimer ni tiene que ver con la pérdida de la memoria, sobre todo vista en el olvido de las cosas. Mi Dios no sufre de enfermedades degenerativas que tengan que ver con la pérdida de sus capacidades intelectuales.
Él se acuerda perfectamente de todo y cuándo tiene que hacer justicia respecto a las cosas mejores para nosotros, no se olvida de ninguna de ellas.
Esto es bueno mencionarlo porque si bien es cierto que delante de su presencia están todos nuestros actos, de los cuales tendremos que dar cuenta, también es cierto que Dios reconocerá cada palabra y acción que tuvieron que ver con su obra.
En ese sentido Dios no es injusto para olvidar lo que hacemos en su nombre y para su nombre. El asunto es que, además de darnos el regalo de la salvación, Dios nos dará también los otros regalos que los tiene reservados.
2. Que Dios valora lo que hacemos… (vers. 10b)
¿Le gusta el trabajo que hace? ¿Considera que es un trabajo de amor? Bueno, no siempre es así. Hay trabajos que no despiertan ningún tipo de amor por él. Usted lo hace porque forma parte del sustento de la familia. Sin embargo, vea lo que nos dice el texto.
Dios califica el trabajo que hacemos en su nombre como un “trabajo de amor”. Este texto nos llena de una profunda esperanza. Las cosas mejores que corresponden a la economía divina tienen su reconocimiento del cielo.
Hay un solo trabajo de amor y ese es el que tiene que ver con nuestro Dios y su sacrificada obra. Dios no tiene que hacerlo, pero mire lo que nos dice Mateo 10:42. En el sentido contrario, los seres humanos no somos dados a reconocer siempre lo que otros hacen para nosotros.
Nos encanta que nos sirvan, que nos mimen, que nos tomen en cuenta, pero no siempre hacemos lo mismo con los demás. Pero el llamado de este texto es a ver que todo lo que hacemos para Dios es un “trabajo de amor”.
El trabajo de amor solo tiene que ver con Dios y su obra y eso produce esperanza. Pero la verdad es que no siempre sentimos amor por el trabajo del Señor.
3. Que Dios distingue a sus hijos… (vers. 10c)
Este texto termina hablando de aquellos a quiénes Dios no olvida. Por un lado, llama a los creyentes con un nombre que los distingue de los demás, los llama sus santos. El trabajo de amor tiene que ver con el servicio que se presta a los santos.