Este texto pone de manifiesto el hecho que Dios no está tan interesado en cuántas cosas hacemos para él, si no qué motivación tengo para hacerlas.
Para el Señor todos los trabajos son importantes, pero el hecho de distinguir el servicio prestado a los santos pareciera tomar una gran importancia delante de su presencia.
Es posible que por ciertas actitudes de los hermanos en las iglesias el amor de algunos se enfríe. Que algunos llegan a ser hasta piedra de tropiezo para los más débiles. Pero el saber que lo que hago por los santos es para que el Señor levanta mi ánimo, me llena de esperanza, y al final me consuelo porque el trabajo en el Señor no es en vano.
¿No es extraordinario pensar que entre las cosas mejores que nos llenan de esperanza está el hecho de haber servido a los santos y sirviéndoles aun? No nos cansemos de hacer el bien “que a su tiempo cosecharemos”.
III. LA RESPONSABILIDAD EN ESAS COSAS QUE ESPERAMOS
1. Que seamos solícitos de esa esperanza (vers. 11)
Nos encanta soñar con las cosas que nos esperan. Nos llenamos de un profundo gozo cuando esperamos el cumplimiento de las promesas que Dios nos ha revelado. Nos regocijamos al pensar en el trabajo que será galardonado.
Pero las cosas del Señor no son todas gratis. Aun la salvación que es por gracia, la Biblia nos exhorta a no descuidarla y que debemos trabajar, no para alcanzarla, pero si porque ya la hemos alcanzado. De allí que este texto nos exhorta a poner nuestra más grande solicitud por las cosas de arriba.
A veces tenemos mucha solicitud por las cosas terrenas, pero muy pocas las cosas mejores a las que Dios nos llama a trabajar. Yo tengo la impresión que quien haya escrito la carta a los hebreos fue un pastor. La manera cómo se expresa, exhortando, reconocimiento y animando, refleja eso.
Observe que este texto revela una gran ternura, con un gran deseo para que cada hermano no se quede sin ser parte de las bendiciones de las cosas mejores que Dios tiene. Simplemente dice: “Cada uno…”. Esto significa el trabajo personal que me corresponde hacer en su obra.
2. Que no seamos perezosos sino imitadores (vers. 12)
Este texto es por demás interesante. Como he dicho, yo creo que esta carta la escribió un pastor que conocía muy bien a su rebaño. Ahora les exhorta a dejar esa condición del ánimo donde pareciera que un pie le pide permiso al otro para moverse de manera de ir con diligencia y gozo al trabajo.
Los anima para que pongan a un lado la pereza y vean a aquellos hermanos a quienes pueden ayudar. Algo estaba pasando en aquella iglesia.
Algunos hermanos, a lo mejor influenciados por aquellos que estaban negando de su fe, habían retrocedido en su fervor y estaban conformando un club de “los hermanos perezosos”, los que nunca hacen nada en la iglesia, sino que esperan que sean otros los que hagan el trabajo.
Me llama la atención que el autor hable de esto en este gran tema de la esperanza de las cosas mejores que nos esperan. Ante esta condición del alma la Biblia nos anima a imitar lo bueno, a esforzarnos por dar lo mejor.