La iglesia – Pastoreando al que pastorea

De esta manera, los tiempos que me tocó estar al lado de ellos los llegué a estimar y amar sobremanera. Valoré su dedicación, sus limitaciones y hasta el sufrimiento por sus iglesias.

2. Por causa de lo que hace (vers. 13c)

Entonces, ¿por qué razón hay que estimar y amar a los pastores? “Por causa de su obra”. El aprecio y estima que la iglesia tiene por su pastor es para que la obra que hace sea concluida con éxito.

De esta manera vemos que el consejo de estimar y amar a su pastor no se basaba en la posición o cargo que él ocupa en la iglesia, sino por causa de su obra (5:13a), lo que se traduce en una tarea absolutamente delicada y consagrada.

El verbo griego que se usa acá es trabajar arduamente, hasta el cansancio. ¿Cuál es la obra del pastor? He aquí una pregunta difícil. Le pongo un ejemplo para entenderla.

Un médico atiende a su paciente, les da sus instrucciones y las medicinas, pero después se va y cierra la puerta, allí termina su trabajo.

Un pastor sabe que sus ovejas tienen hambre de la palabra y le trae “pasto fresco”; sabe que necesitan de cuidado doctrinal, consejería y dirección, y por eso les guía. El pastor desde madrugada está velando por sus ovejas.

Por lo tanto, el trabajo de un pastor no se termina cuando cierra su oficina. Su obra continúa las 24 horas del día y los 7 días de la semana. El pastor es como el 911, disponible a toda hora.

III. LA IGLESIA PASTOREA A SU PASTOR AYUDÁNDOLE

1. Amonestando y adelantándose unos a otros (vers. 14)

Lo primero que yo observo en el texto es que no dice “también os rogamos, pastores”, sino “os rogamos, hermanos…”. Pablo nos muestra en esta carta que el trabajo de un pastor debe ser compartido.

En todo este texto él ha estado hablando de la iglesia y su responsabilidad para con el hombre que les pastorea. Ahora introduce un texto por demás interesante.

Nos dice que otra manera cómo la iglesia pastorea a su pastor es ayudándole a llevar su carga. Observemos bien el texto. En la iglesia de los Tesalonicenses había hermanos ociosos y desanimamos (“alma pequeña”), y la recomendación es que entre los mismos hermanos haya hombres y mujeres con el don de la exhortación (no de regaños), así como el don de consolación (empatía), para levantar el ánimo a los que pudieran andar en tal condición.

Esto es lo que se conoce como un “ministerio de relaciones” los unos con los otros. Es lo que nos dice Pedro cuando habla de edifiquemos como “piedras vivas” (1 Pedro 2:5-9). Los hermanos que crean ese ambiente de ayuda dentro del seno de la iglesia son una bendición. Esto es compartir la carga con el pastor.

2. Iglesia – Sosteniendo con paciencia a todos (vers. 14b)

Si los ociosos y los de poco ánimo necesitan ayuda, los débiles serían los más vulnerables y los que más nos necesitan. Es aquí donde entran los hermanos fuertes y maduros para ayudar. ¡Qué hermoso es este pasaje mis amados hermanos!

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