Asombrosamente hecho

2. “Sin faltar una de ellas” (vers. 16c)

Si bien hay deformaciones genéticas en algunas personas al nacer, como la falta de piernas o brazos, o en algunos casos con órganos demás (1 Crónicas 20:6), eso no formó parte del diseño original. Dios nunca hace nada incompleto. Ningún hombre podrá protestar con el creador porque le faltó una pieza al momento de hacerlo.

Dios no olvidó ningún detalle cuando nos creo. Él hizo lo mismo con nosotros como lo había hecho con Adán. ¿Por qué Dios nos hizo con dos oídos, dos ojos, dos manos, dos piernas, pero con una sola boca? ¿Sabe usted las funciones de sus órganos internos?

¿Sabe usted por qué fueron puestos todos sus órganos de esa forma? Con seguridad sabemos de los órganos exteriores, pero ¿sabe usted por qué Dios los puso en la forma cómo aparecen tan sabiamente distribuidos? ¿Le faltó algo a nuestro cuerpo?

Los evolucionistas no podrán explicar cómo es que el cuerpo humano tenga esa dependencia entre sus órganos. No pueden explicar la complejidad del cuerpo humano y la manera cómo está tan perfectamente conectado. El orgullo de la ciencia le cuesta aceptar a Dios como la mente maestra que hizo al hombre sin faltarle nada. A Dios ni le faltó ni le sobró alguna pieza al hacernos.

II. EL LUGAR DONDE FUIMOS FORMADOS

1. “Tú me hiciste en el vientre de mi madre” (vers. 13b)

David es visto en la Biblia como un hombre dotado de muchos talentos, entre ellos como músico, líder, guerrero valiente; pero se desconocía su habilidad como médico. Pues en este texto a David se le reveló la clave de la embriología humana, una faceta del desarrollo en el útero, ignorada en su tiempo.

De este modo vemos acá algo extraordinario al mostrarnos el poder de la creación. El texto no deja dudas acerca de quién es nuestro hacedor. Si bien Dios no nos hizo del polvo de la tierra, como hizo con Adán, o a Eva de una de sus costillas, Él es nuestro creador, tanto como lo fue para ellos.

Pero, además, es un contundente texto a través del cual vemos los derechos del bebé para que le sea respetada su vida. Un bebé es un bebé así sea formado en el vientre o fuera del él al momento mismo de la concepción.

or lo tanto, él no es una mera colección de células. Fue allí en el vientre donde el Creador formó nuestras entrañas. Aquel fue como su “taller” donde hizo su laborioso y complejo trabajo en la formación de nuestro cuerpo. Fuimos asombroso hechos.

2. “Mi embrión vieron tus ojos” (vers. 16)

David sigue describiendo la manera cómo Dios lo había hecho tan bien planificado y cómo cuidó de él mirando todo el proceso de su formación. No sabemos quién fue la partera que atendió a David, pero acá nos habla de Dios como siendo el primero en observarlo.

La visión de Dios en la etapa embrionaria no solo fue contemplativa, sino participativa. Dios sostiene el proceso y vigilancia de ese embrión con cuidado personal antes de nuestro nacimiento. Los nueve meses que estamos en el vientre de nuestras madres son debidamente cuidados.

En este sentido, Dios nos da la forma, así como lo hizo Adán, teniendo la similitud de haber sido hechos de las “profundidades de la tierra”. Esto confirmará, como sucedió con Adán, que venimos del polvo y al polvo volveremos.

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