Asombrosamente hecho

También podré alabarle, porque para el tiempo venidero no habrá otro como yo. Y por ser una obra exclusiva y única de Dios debo ser encontrado haciendo siempre la voluntad de Aquel que me hizo tan especialmente, sin ser comparados con otros. Sí, formidables son tus obras. Me hiciste para ti y por eso te alabo.

2. “Mi alma lo sabe muy bien…” (vers. 14b)

David sigue en un estado de asombro cuando ve la deferencia de Dios al haberlo hecho de esta manera tan exclusiva. Habla de estar maravillado por el resultado final de la obra; otra versión dice: “Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien” (NTV).

¿Qué es lo que sabe nuestra alma? Nuestra alma sabe del don de la vida visto en nuestro cuerpo con la finalidad de adorarle y de bendecirle. Nuestra alma sabe del llamado de Dios para usar ese cuerpo en santidad y honor.

Nuestra alma sabe muy bien que ese Dios al crearme tan laboriosamente hecho, superando al mejor de los tapices, me hizo para llegar a ser después la morada de su Espíritu.

Esa parte, el alma de David no lo sabía, porque esto ocurrió en la revelación progresiva y vino como resultado de recibir a Cristo en el corazón. En resumen, nuestra alma es la encargada de presentarle al Señor nuestra alabanza, al igual como ya David lo había expresado en el Salmo 103.

Debemos detenernos para que todo nuestro ser bendiga a Dios y no olvide ninguno de sus beneficios, entre los cuales se incluye este de nuestra creación. “No somos el producto de una generación espontanea, sino hechos de un diseño divino”, y mi alma lo sabe muy bien.

CONCLUSIÓN:

Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (vers. 16). Esta es la razón por la cual David quedó asombrosamente maravillado.

Al profeta Jeremías ese mismo Dios le dijo también:Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). No somos el producto de la casualidad o de alguna teoría evolucionista con su llamado “eslabón perdido”, sin probar todavía el origen de la vida.

La ciencia y su orgullo no le permite concebir la idea de ser el resultado de un Creador que nos hizo asombrosamente perfectos, decir como David: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras…” (vers. 14). Honremos la vida de ese embrión. Honremos el cuerpo como templo del Señor.

© Julio Ruiz. todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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