Huyendo en dirección a Dios

En esto es extraordinario ver a un David sintiéndose protegido y guardado, aunque esté lejos de Dios. No hay mano mejor para guiar nuestras vidas como las manos de Dios. Vaya donde vaya, deje a la mano de Dios guiarle. ¡No se suelte de ella! Si el hombre se pierde para siempre no será culpa de Dios.

2. “Y me asirá tu diestra…” (vers. 10b)

El comentario bíblico del púlpito dice de este texto lo siguiente: “Si tomo las alas de la mañana. Si tuviera que atravesar la tierra a toda velocidad sobre las alas del amanecer y, después de hacerlo, habitaría en las partes más extremas del mar, el extremo oeste, donde el sol arde, incluso allí me guiará tu mano.

En esa región distante todavía debería encontrar tu mano guía. Y tu mano derecha me sostendrá. Tu fuerte mano derecha me sostendría”. Esa es la mano de su justicia sosteniéndonos a salvo. Esta es la acción del verbo “asir” al ser tomado de la mano. En su mano estamos a salvo y sostenidos para no seguir en la dirección equivocada de la vida.

Cuando David menciona esto no es un fugitivo del Señor, sino más bien es alguien pasando por un momento de pruebas, y sintiéndose lejos de su presencia, pero ahora sabe que no hay lugar donde podamos huir de Dios. Más bien con esto declara su confianza en los cuidados de Dios para su vida.

3. La importancia de la guía divina.

Todo este pasaje nos muestra hasta dónde podría llegar el hombre al alejarse de Dios. Las distancias en ese alejamiento simplemente son impensables, y no son posibles, porque el único ser con esa capacidad de desplazamiento es Dios, y a lo mejor los ángeles, por ser sus mensajeros. Y como todo esto muestra a un hombre limitado, sin poder huir de su presencia, él requiere de la dirección de su Dios para la toma de sus decisiones.

Hoy día tenemos hogares desechos, hijos desorientados, jóvenes sin valores y principios, porque han tomado la decisión de montarse en “las alas del viento” pretendiendo volar solos. Si te das cuenta de que has ido muy lejos en tu relación con Dios, es la hora de tu regreso.

La otra cosa implicada en el (vers. 10) es la necesidad de confiar en Dios para su continuo sostenimiento. Como nuestro amoroso Padre celestial, Dios se deleita en abrazar y cuidar a sus amados hijos. Si alguna vez tiene que huir, hágalo en dirección hacia Dios; ningún lugar será más seguro como venir y descansar en su regazo.

III. CONFIEMOS EN LAS COSAS QUE NO SABEMOS

1. La noche resplandece sobre nosotros (vers. 11)

El salmista dijo esto porque partía de la confianza de quién era su compañía durante su vida. Además, como su tema es el de la omnipresencia, aquí tenemos al pueblo de Dios a la luz de Dios, de pie en Su presencia. Si bien la noche pudiera cubrirnos, el creyente es la única persona cuya vida puede resplandecer en medio de la oscuridad.

La “noche” acá pudiera representar las horas de las más intensas pruebas; son las vigilias donde no hay reposo para el alma; los momentos de infortunios y de intensa ansiedad, y de angustia, pero aún así, la “noche” resplandece para nosotros. Y a menudo son estas cosas casi nunca vistas, las que nos preocupan tanto porque todavía son muy oscuras e inciertas para nosotros.

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