“Cuando Bartimeo oyó que Jesús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!».” (vers. 47)
Siempre en medio de la necesidad podemos hacer algo, Bartimeo no podía caminar como los demás, no podía estar al tanto pleno de la enseñanza. Pero pese a estar ciego él sí podía escuchar, y había escuchado del poder y milagros e Jesús, y eso lo hacía tener fe. “La fe viene por el oír” y él tenía fe. No estamos limitados frente a nuestra necesidad, siempre tenemos algo algo a nuestro favor que es nuestra fe.
Esperando un milagro
Muchas veces estamos esperando un milagro, tenemos una necesidad y nos sentimos insuficientes. Pero realmente tenemos el poder de Dios, tenemos fe (conocimiento y confianza en su poder) y eso nos pone ya del otro lado del milagro. No estamos limitados ni insuficientes porque tenemos nuestra fe en Dios.
Bartimeo no podía ver, pero él había escuchado y tenía la fe puesta en Jesús, y eso activa la segunda condición para el milagro.
2. TU DECISIÓN AFECTA EL MILAGRO
Bartimeo estaba ahí no solo esperando, sino decidido a NO dejar pasar a Jesús si que le favorezca con su milagro, él estaba confiando que Jesús le contestara. Debemos atraer a Jesús con fe, pero también con decisión, estar decididos estar clamando, estar en una fe activa porque él lo hará.
Decisión es no desmayar. Y sabes, muchas veces todos tenemos grandes problemas, pero a veces nuestro clamor es pequeño. Aquí vemos que la necesidad de Bartimeo es grande, por eso “grandes necesidades requieren grandes clamores”. No podemos tener necesidad grande y estar pasivos, hacer oraciones pequeñas, grandes necesidades requieren grandes clamores.
Para recibir tu milagro pide compasión
Esto me encanta porque Bartimeo no se acercó a Jesús exigiendo, se acercó a Él reconociéndolo. Le dijo “Jesús hijo e David, ten compasión de mi”; él no le exigió que lo sanara, ni lo chantajea con: si me sanas a haré esto o dejaré aquello; ni dice si eres Dios haber has esto.
Con Jesús tenemos que llegar con un corazón sincero, con un corazón humilde, reconociendo que no somos nada y Él lo es todo. Jesús no nos debe nada, Él ya lo hizo todo, y todo lo que haga por nosotros lo hace por gracia. Y eso Bartimeo lo sabía muy bien, le dijo: “ten compasión”. Así que siempre debemos esperar que Jesús actúe por gracia.
Bartimeo tenía una fe determinada, reconocía el poder de Dios, tenía una fe sincera, humilde y así es que nosotros debemos acercarnos hacia Jesús.
«¡Cállate!», muchos le gritaban, pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (vers. 48). Inicia con la expresión “cállate”, él estaba clamando y esperando en Dios y la gente le dice cállate. Muchos le gritaban cállate, pero él gritaba más fuerte: “hijo de David ten compasión de mi”.