I. EL BUEN DISCÍPULO ES ALGUIEN DESPRENDIDO DE LO QUE ES PASAJERO
1. “Hijo de consolación” (Hechos 4:36)
Los discípulos fueron muy afortunados en contar entre su membresía con un hombre como Bernabé. Sus características como un “dador de ánimo” pronto se distinguieron en medio de ellos, llegando a ser muy bendecidos con su presencia.
A él no le costaba mucho hacer amigos, porque él era amigo de todos. Un asunto que se destaca en la vida de Bernabé es que no le vemos en toda la Biblia metiéndose en problemas por su carácter.
La única vez que hubo algo parecido fue por culpa de la hipocresía de Pedro, según lo diría Pablo después (cf. Gálatas 2:13-14). El resto de su vida se caracterizó por ser un conciliador, creando siempre una atmósfera de amor y armonía, siendo esta la característica de este pasaje.
Cuando el texto nos dice que todos eran de “un corazón y un alma” (vers. 32), con seguridad Bernabé contribuyó con esa nota distintiva de aquella primera iglesia. Un discípulo como Bernabé le hace mucho bien a la iglesia, porque por su amor crea un ambiente de paz. Sigamos ese buen ejemplo.
2. Una propiedad puesta a los pies de los apóstoles (vers. 37)
Otra marca de un verdadero discípulo es aquella donde hay un desprendimiento de lo material para compartirlo con los más necesitados.
Un verdadero discípulo va de las palabras a los hechos, y nunca les dirá a otros: “Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo… (Santiago 2:16).
Bernabé no mandó a nadie a su casa con la misma necesidad con la que llegó; más bien se desprendió de algo muy apreciado, y amado como lo es la propiedad, vendiéndose y trayendo todo el dinero a los apóstoles para cuidar de los miembros más pobres.
Y aunque no tenemos que vender toda la propiedad para demostrar cuán generosos somos, nuestros actos de desprendimiento muestran nuestro carácter como discípulos.
Bernabé no fue más pobre después de este sacrificio; al contrario, el resto de su vida estuvo llena de la más gran riqueza, la espiritual. Mientras más damos, más ricos en bendiciones somos. ¿Le está dando al Señor lo que es suyo?