Timoteo, el hijo de honor

I. EL PODER DE LA INSTRUCCIÓN

1. “Tu abuela Loida y tu madre Eunice” (2 Timoteo 1:5)

Muchos hijos en el día de hoy hablarán de la enorme influencia ejercida en sus vidas por la abnegada dedicación de esa mujer de bellas canas, y del semblante cariñoso, a quien llamamos abuela. Algunos de nosotros somos el fruto del trabajo de amor, de fe y perseverancia de una abuela ejemplar.

En mi caso particular tuve la dicha de contar con una abuela que fue creyente por más de setenta años y una madre que recibió de ella la herencia cristiana. Sus modelos de vida, junto con su continua devoción por su Señor, fueron enormes influencias para mi vida cristiana y ministerial.

La abuela Loida, quien fue la primera depositaria de la “fe no fingida”, seguramente no desperdició los momentos para instruir al niño que crecía bajo sus enseñanzas. Su madre Eunice, quien también recibió una “fe no fingida”, hizo el resto del trabajo que comenzó su abuela. Ambas hicieron un equipo perfecto de instrucción bíblica.

Una madre y una Biblia pueden hacer la gran diferencia en la vida de sus hijos. Un hijo con una madre como Eunice y una abuela como Loida llegan a ser discípulos aprobados. Bienaventurados los hijos cuyas madres viven vidas piadosas.

2. “Desde la niñez has sabido las Escrituras” (3:14).

El apóstol Pablo hizo justicia al trabajo de estas dos madres cuando exhortó a Timoteo a persistir en lo aprendido. ¿Y qué había aprendido? Pablo le recuerda que “desde la niñez has sabido las Escrituras” (2 Timoteo 3:14-15).

Pablo está consciente del gran trabajo de instrucción de las Escrituras, a través de la enseñanza, memorización, meditación y aplicación dada a Timoteo en los primeros años de su vida por su abuela y por su madre.

Una de las obligaciones de los padres judíos fue asegurarse que sus hijos recibieran instrucción en la ley al cumplir los cinco años. Por el testimonio de Pablo, Timoteo recibió esa preparación en su niñez.

Primeramente, tenemos el reconocimiento del trabajo de la abuela Loida. Pablo la menciona como una mujer piadosa, quien había creído en el Señor y se había dedicado a la incomparable tarea de formar a su nieto Timoteo. Qué labor tan grande tienen las abuelas cristianas en la formación de sus nietos.

El llamado de Pablo fue para persistir en lo aprendido. Hay hijos quienes persisten en muchas cosas aprendidas, pero necesariamente no son las ofrecidas por las Escrituras. Un hijo formado en las Escrituras será siempre un hijo sano.

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