Timoteo, el hijo de honor

III. EL PRECIO DEL SACRIFICIO

1. Dejando al hijo irse para servir al Señor (Hechos 16:1-3).

Este texto confirma la clase de vida de Timoteo, pero también la visión de Pablo al escoger a sus discípulos. Ya Timoteo estaba formado. La gente de Lista daba buen testimonio del nieto e hijo de aquellas piadosas madres.

Pablo seguramente quedaría impresionado por el carácter y devoción del joven Timoteo, después de su conversión en su primera visita a Listra. El tremendo testimonio que daban los vecinos y conocidos por seguro cautivó a aquel “hacedor de discípulos”.

Con tan altas calificaciones Pablo no dudó en hacerle el ofrecimiento para que lo acompañara como uno de sus más cercanos colaboradores en los viajes misioneros que tenía por delante.

A partir de ese momento Timoteo se constituirá, algo así, como su discípulo mimado; siendo uno de los más cercanos de su confianza (1 Corintios 4:17). Pero para esto fue necesario el sacrificio de dejar a la madre por el servicio al Señor.

Cuando Pablo invitó a Timoteo a seguirle no vemos a la madre o a la abuela reteniendo al hijo que habían formado. Con gusto lo ofrendaron como lo hizo Ana con su hijo Samuel. Ninguna satisfacción podrá superar el corazón de una madre que ver a su hijo sirviéndole al Señor.

2. Detrás de un hijo ofrendado hay una madre gozosa.

Muchas madres han tenido que sufrir con la ausencia de un hijo llamado por Dios. Muchas lágrimas habrán sido derramadas por el hijo que se fue a dedicar toda su vida como un soldado del Señor.

Así tenemos que Timoteo fue “ofrendado” para colaborar en la extensión del reino de Dios en esos primeros, y difíciles años del cristianismo. Me llama la atención que, en las dos cartas dirigidas a Timoteo, Pablo concentra todo un manual de instrucción pastoral, hablando especialmente de la conducta del ministro.

Él escogió a Timoteo como un vivo ejemplo para esto, y por seguro, detrás de aquella intachable conducta, hubo dos madres que hicieron su trabajo previo. Amadas madres, en vuestras manos está un tesoro de incalculable precio; nos referimos a la vida de sus hijos.

Deja un comentario