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El capitán del barco

Predicas Cristianas

Predica de Hoy: El capitán del barco

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Génesis 7:1-16, 21; Hebreos 11:7

Mensaje con motivo: Del Día del Padre
 
INTRODUCCIÓN:

Si cuando Noé vivió existía el “día del padre”, seguramente se lo celebraron cuando cumplió quinientos años al engendrar a sus hijos: Sem, Cam y Jafet. El total de sus años fueron novecientos cincuenta años (Génesis 9:28).  ¡Cuántas pasteles y regalos recibiría este longevo padre! La vida de ese patriarca nos revela que fue un padre responsable.

La carta a los Hebreos nos muestra a un hombre de fe, temeroso de Dios y con una inquebrantable decisión de salvar a su familia. Previo a esta calificación, Dios lo había identificado como un hombre que “halló gracia ante los ojos de Jehová” (Génesis. 6:8). En el tema para hoy, titulado: El Capitán del Barco, encontramos a un padre moviéndose entre el creerle a Dios o ser llevado por la corriente de la sociedad donde vivió.

Este padre optó, en medio de las burlas de su generación, obedecer a Dios e hizo un arca, cuyo principal propósito fue salvar a su familia, siendo su capitán. Y cuando estuvo allí con todos los animales, lo más importante de toda esa tripulación era su familia. El día cuando llegó el diluvio, pereció aquella generación como parte del juicio divino, pero Noé estaba a salvo con toda su casa.

En esta historia encontramos un ejemplo de cómo debería ser un padre responsable. A los padres de hoy, como en el tiempo de Noé, se nos da una embarcación para conducir, llamada familia. Asegurémonos de que todos estén a salvo. Que ninguno de ellos perezca porque no es la voluntad de Dios. Amados padres, nosotros somos los conductores de la “barca de la familia”. Cuál será nuestra responsabilidad y nuestro rol al saber la sentencia de juicio que pesa sobre este mundo. Consideremos.

 I. NOS ENFRENTAMOS A UNA PERVERSA GENERACIÓN

1. Tiempos de apostasía (Génesis 6:1-3).

La antesala del diluvio se caracterizó por días de apostasía. Había una mezcla entre el linaje santo con el profano. Los “hijos de Dios” eran los descendientes de los creyentes y las “hijas de los hombres” eran las descendientes de los paganos.

Ambos se unieron en una abierta oposición al espíritu de Dios, hasta el punto de oír de parte de él esta sentencia: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre…”  (vers. 3). Al igual que en aquellos tiempos, estamos asistiendo a una sociedad alejándose cada vez más de Dios.

Hay un bombardeo de modernas filosofías donde estudian nuestros hijos que niegan a Dios. La sociedad ha desarrollado una manera de pensar, donde a lo bueno se le dice malo y a lo malo bueno.

Ese concepto del relativismo está pisoteando todos nuestros valores, tanto así que ya no hay respeto ni muchos menos reverencia por el legado moral y espiritual dejado por nuestros antepasados.

La apostasía ha invadido nuestro territorio. Frente a todo esto, requerimos de padres valientes como Noé y responsables por preservar a su familia de semejante descomposición. Querido padre, ¿quién maneja la barca de tu familia? O ¿cómo está manejando el barco de su familia?

2. Los pecados que rompen el corazón de Dios (verss. 5-6).

¿A qué niveles había llegado la maldad de aquella generación cuyo olor de su corrupción subió hasta el mismo cielo? Los hombres de esa época trataron de moldear la sociedad a su manera. Cuando se dice que sus pensamientos “eran de continuo al mal” habían inclinado a la sociedad para hacer todo lo contrario al corazón de Dios.

El texto dice que la “maldad de los hombres era mucha en la tierra…”. Pero ¿no es esto lo que vivimos en este tiempo? Los pecados de esta generación siguen rompiendo el corazón de Dios; y aunque él es paciente, esperando que todos se arrepientan, la hora se aproxima para el juicio mayor.

Los mismos pecados que provocaron el diluvio en aquellos días están ahora llegando al cielo. Los días antes del diluvio se caracterizaron por una total apatía e indiferencia. ¿Cómo vivían? Jesús lo recuerda en Mateo 24:37-39.

Compraban, vendían, hacían sus negocios como si nada iba a pasar. ¿No es acaso lo que está pasando hoy día?  ¿Dónde están nuestros hijos en el día del Señor? Como alguien ha dicho: “Esta generación bosteza delante de la cara de Dios”. 

3. Nuestros hijos enfrentan una generación perversa.

Está tan corrompida que nuestros hijos podrían ser salpicados por los pecados con los que ella esclaviza. Los padres como capitanes del barco de la familia tenemos una enorme responsabilidad en la salvación de nuestros hijos respecto a esta sociedad.

Nuestra lucha no podía ser más titánica, pues mientras les instruimos con las verdades bíblicas, y con la necesidad de una vida espiritual ajustada a la voluntad de Dios, ellos reciben muchas más horas de información, entretenimiento y ofertas de parte del mundo, con el fin de apartarlos de lo que ya han recibido.

Esta generación al igual que la de Noé es apóstata, no quiere saber nada de Dios ni de la iglesia. Está llena de anarquía, porque ya no se respetan las autoridades establecidas. Hay como una especie de manco negro cubriendo a la familia y hay un clamor por detenerlo.

Un padre responsable tiene que poner a salvo a sus hijos de este desorden moral. En este sentido, su lucha no es contra sangre ni carne, sino contra la perversidad.

II. NOS ENFRENTAMOS A UN JUICIO VENIDERO

1. Los hijos deben ser librados del juicio inminente (vers. 7)

Los únicos responsables acerca de este asunto somos los padres. ¿Quién escucha hablar hoy día de un castigo venidero? A Noé se le advirtió sobre la llegada de un diluvio. Por supuesto que esta noticia no fue creía. La gente no sabía de la lluvia, cómo creer en un diluvio. Pero el papá Noé le creyó a Dios, de allí que hizo todos los preparativos para la construcción del arca.

La generación de Noé pereció bajo agua en ese tiempo. Ahora la Biblia nos revela otro juicio, peor que el anterior. Pedro lo llama el “día del Señor”: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (1 Pedro 3:10-13).

Tenemos que decirles a nuestros hijos que la segunda venida de Cristo traerá este juicio. Que él ha preparado el cielo para los que por gracia son salvos, pero también el infierno para los que rechazan la palabra de Dios. Debemos asegurarles a nuestros hijos ese viaje final al cielo, junto con nosotros. Como padres tenemos la responsabilidad de llevarlos al Señor para que él los toque y los salve.

2. Librando a los hijos de los burladores del juicio (2 Pedro 3:1-7)

La generación de aquel diluvio se burló de Noé por un largo periodo de tiempo. Pero también se burló de sus hijos. ¿Puede imaginarse cuando los hijos de Noé se reunían con sus amigos? Cómo los avergonzaron porque ellos tenían un papá que estaba loco, al hablar de un diluvio, en una tierra donde jamás llovía.

¿Se imagina cuando los hijos llevaban las tablas o la brea para calafatear el arca? Aquella generación simplemente no creía el cuento del diluvio. Por eso la Biblia nos dice que durante ese tiempo ellos vivían una total indiferencia y apatía respecto al llamado juicio venidero.

Ellos no querían oír acerca del papá Noé “pregonero de justicia”, quien les hablaba continuamente de la necesidad de arrepentimiento y de buscar a Dios. Pedro nos muestra ese cuadro de los burladores antes que venga el fin.  

Nuestros hijos sufren el embate de una sociedad atea y permisiva que no quiere saber nada de Dios, menos de un juicio final.  Nuestra tarea como padres no podía ser más exigente. Nuestro compromiso es muy grande.

III. NOS ENFRENTAMOS AL MOMENTO DE LA ENTRADA

1. Noé no entró solo en el arca (vers. 13)

Le dio la bienvenida al resto de la tripulación, por cierto, muy extraña. Era una tripulación compuesta por animales seleccionados por Dios. Solo imagínese cada pareja entrando al arca y Noé conduciendo a los huéspedes a sus habitaciones. Aunque eran animales, todos entraban en orden.

Allí estaba Noé dándoles la bienvenida. Solo podemos pensar en el temor que poseían ahora esos animales, especialmente de los salvajes al no comerse a los otros. Pero lo más importante de esa tripulación era la familia. Así que Noé se aseguró de que sus hijos entraran en el arca. Se aseguró que ninguno de ellos quedara fuera.

¿Puede imaginarse el regocijo de aquel padre al ver a su familia salvada? Noé sabía lo que venía sobre la tierra, pero ahora está en la barca con su familia. El juicio de Dios se acercaba, pero él no tiene temor porque está dentro del arca. Las aguas del juicio vendrán, pero él le creyó a su Dios y ahora está a salvo con toda su familia.

Amados padres, nuestro corazón no podrá estar en reposo hasta que no veamos a todos nuestros hijos entrando en el arca, y con ello salvando sus vidas. 

2. ¿Qué simbolizaba el arca? (vers. 12)

En esta historia, el arca tiene una simbología extraordinaria que nos muestra por qué debemos conducir a nuestros hijos a ella; y por qué debemos asegurarnos de que ellos sean parte del arca. El arca es un tipo de Cristo. Él es, en efecto, el arca de la salvación. El arca estaba hecha de madera de gofer que es el mismo ciprés.

Se dice que es la madera menos corruptible de todas las maneras. ¿No es acaso así la naturaleza de nuestro Señor? Por otro lado, el arca es un símbolo de la gracia de Dios. De hecho, se nos dice que Noé halló gracia delante de Dios. Así que Noé al entrar al arca fue salvo con su familia por un acto de pura gracia.  

Cuando el arca estaba hecha, el Señor le invitó a Noé a entrar y ser salvo. Jesucristo diría tiempos después: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…” (Juan 10:9). La Biblia dice: “Y Jehová cerró la puerta”. Eso significa que él estaba con ellos. Esa es una clara referencia a la seguridad de nuestra salvación. Al creer en él “fuimos sellados con el Espíritu Santo de la promesa”.

Dios soltó las aguas, pero aseguró a la familia en medio de ella. Dios estaba dentro de la barca por eso estaban seguros. Padres, nuestra tarea es conducir a salvo a la familia. Dios le dio a Noé la responsabilidad de ser el capitán del barco al igual que nosotros. ¿Qué tan bien la estamos conduciendo? Pero los padres de hoy necesitamos una fe como la de Noé para este trabajo.

CONCLUSIÓN:

Cuál es la importancia de un liderazgo paterno al estilo de Noé. Por un lado, Noé no vino solo al arca, él trajo consigo a toda su familia.  El arca trajo salvación a la familia de Noé. De igual manera, la fe de Noé trajo bendición a sus descendientes porque éstos recibieron la influencia bienhechora de su padre. Mi apreciado padre e hijo, Dios ha puesto la Palabra a su alcance.

Hemos hablado de una generación perversa y de un inminente juicio. Los burladores de ayer son los mismos de hoy. Nadie cree en la segunda venida, y menos que este mundo será destruido en fuego. Esta generación lo último que quiere saber es de mensajes de juicios. La Biblia nos dice que Noé, en respuesta a la Palabra de Dios, “con temor preparó el arca”, para la salvación de su casa.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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