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Perdonando a la manera de Dios

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Predicas cristianas predica de hoy: El perdón “Perdonando a la manera de Dios”

Predica Cristiana Texto: Hebreos 10:16-17

Introducción

El día de hoy estaremos hablando de algo que tiene importancia vital en nuestro andar como creyentes. Hermanos, hoy trataremos acerca del perdón. Una palabra de sólo seis letras pero que su aplicación a nuestras vidas tiene una gran influencia eterna. Examinemos un poco su significado del griego, cuál es la palabra “afesis”. Cuyo significado es, liberado de la esclavitud o prisión; olvidarse de pecados (como si nunca hubiesen ocurrido); remisión de penalidad.

Hermanos, muchas veces desconocemos el amplio significado que tiene esta palabra. Y todo el producto que genera el aplicarla a una persona. Muchas veces no entendemos el vasto significado que conlleva y el precio que tuvo que pagar Dios para poder aplicarla a nuestras vidas.

A esto viene la pregunta ¿cómo pude Dios perdonarnos? ¿Qué condiciones hay para aplicar el perdón? Y acerca de nosotros ¿existe un límite en el perdonar? ¿Quiénes solamente pueden ser objetos de nuestro perdón? Con la guía de Dios hoy responderemos a todas estas interrogantes, vayamos ahora a la Palabra de Dios.

“Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.Hebreos 10:16-17

Recapitulación Histórica

Hermanos, como ya me conocen, empezaremos con algo de historia para tener una idea general del tema a tratar. Examinando esta carta, con respecto al autor se desconoce. Algunos le atribuyen a Pablo, otros a Lucas, otros mencionan a Bernabé.

Aún no se ha podido llegar con un autor fijo. Pero lo que sí se puede notar en este libro, es que el autor no era ningún desconocido para aquellos a los que se dirigía la carta. Y esto lo podemos decir basados en Hebreos 13:18 al leer “Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo.

Entonces lo que sí es seguro, es que la carta era dirigida a creyentes y que el autor no era desconocido para ellos. Puesto que esto también se evidencia en Hebreos 3:1. “Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús.

Otro punto incierto es que tampoco se da con el lugar concreto donde ellos se hallaban. Aunque la mayoría de estudiosos de la Biblia concuerdan en que se dirigió a los creyentes que se hallaban en Roma. Y esto basado en Hebreos 13:24: “Saludad a todos vuestros pastores, y a todos los santos. Los de Italia os saludan.

La carta trataba acerca de la superioridad de Cristo y su obra por sobre el sistema religioso basados en la ley. La carta enfatizaba la superioridad de Cristo por encima de los ángeles, como se registra en Hebreos 1:6: “Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios.

Enfatizaba la superioridad de Cristo por sobre Moisés, ya que Jesús había sido su creador. Esto leemos en Hebreos 1:10: “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.

Enfatizaba la superioridad de Cristo y su obra por sobre el sacerdocio levítico de Aarón, ya que su obra sacrificial fue hecha una sola vez y ya no se necesita más sacrificio.

Veamos esta hermosa verdad en Hebreos 10:10-12: “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios.

Enfatizaba la superioridad de Cristo por sobre la ley, ya que Él mismo era el cumplimiento de ella, y así establecía con su muerte y resurrección un mejor pacto. Leamos esto en Hebreos 12:23-24: “a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

Quizás en este momento algunos puedan estarse preguntando ¿por qué el detalle de todo esto? Pues la razón radica en la conformación de la iglesia tanto como la actual como la que se encontraba en Roma en ese tiempo.

Es decir, se encontraban conformada por distintas clases de personas, tales como los romanos, los griegos, los judíos y demás. Y esto daba como resultado las diferentes ideologías, costumbres, modos de pensamientos, que aquellas personas arrastraban de sus vidas pasadas hasta la iglesia. Todo lo que acabo de mencionar a medida que vamos avanzando en el estudio tendrá más sentido.

El perdón de Dios y el perdón del hombre

Hermanos, también hay que entender y ver la gran diferencia que existe entre el perdón que da Dios y el perdón que pueda dar el hombre, ya que el perdón de Dios el cuál es incondicional es muy distinto al perdón del hombre. Se familiarizan con la siguiente frase: “perdonar y olvidar”.

Puedo asegurar que esa frase tuvo su origen aquí “Y nunca más me acordaré de sus pecados é iniquidades.” Es una realidad que esta frase la de perdonar y olvidar no cabe en la mente de muchas personas. Es muy fácil para el hombre decir que puede perdonar, pero olvidar, creo que esta acción sería muy difícil de lograr, el olvidar un hecho en nuestra contra.

¿Alguien sinceramente puede decir que se siente identificado con esto? Creo que para el hombre es extremadamente imposible perdonar de la forma en que lo hace Dios. Ya que el hombre puede decir que ha perdonado a alguien su ofensa, pero en la gran mayoría de estos sucesos, cuando llega a memoria aquel agravio u ofensa, se despierta de primera instancia sentimientos de dolor e incluso ira y rencor.

Es triste pero creo que muchas personas y hasta cristianos tomarían como suyo este versículo que leemos en Éxodo 21:24: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.” Creo que muchas personas preferirían este versículo antes que a los de perdonar los agravios en nuestra contra.

Es clave el marcar aquí que ese era el modo en que hablaba a los que se hallaban bajo la ley. Pero nuestro señor Jesús instituyó un nuevo y mejor pacto, y ahora nos hallamos bajo la gracia. Puesto que tenemos un mejor pacto hecho por nuestro señor Jesús, no desechemos sus palabras acerca del perdón.

Observemos la Palabra de Dios en el evangelio según Mateo. Leamos en Mateo 6:14-15: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Reforcemos esto en Mateo 5:38-39: al leer “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. 39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.” Bueno aquí es claro notar lo que el Señor ha hablado.

El perdón para ser perdonados

¡Hermanos perdonemos para que también Dios perdone nuestras ofensas! Puesto que si no puedes perdonar, ¿esperas que Dios te perdone? Hermanos, cuando entendemos la magnitud del perdón incondicional de Dios hacia nosotros, resulta más fácil perdonar a los que nos ha hecho algún agravio. Ya que ¿cuán grande puede ser el pecado de mi prójimo contra mí, en relación a los que yo he cometido contra Dios?

También algo muy importante que notar es que en muchas situaciones nos resulta fácil el perdonar a otros, pero nos resulta difícil el perdonarnos a nosotros mismos. Así que confiemos en Dios porque si Él ya nos ha perdonado como dice en su palabra, toda otra acusación que pueda venir en contra de nosotros es solo mentira del enemigo.

Veamos esto en Apocalipsis 12:10: “Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.

El enemigo sin descanso lanza dardos de ira, de rencor y remordimiento, para que estos al controlar la vida de una persona produzcan en ella un andar desesperanzado, triste y lleno de aflicción. Quiero que escuches esto con atención.

Si tu andar es de esta manera con dudas, desesperanzas y aflicciones, y si tú te has acercado a la presencia de Dios arrepentido e implorando perdón por medio de la sangre de Cristo, por la autoridad de la Palabra de Dios te digo que Él ya te hay perdonado. Y no sólo eso, sino que ya se ha olvidado de todo tu pecado.

Observa detenidamente lo que dice aquí “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.” Entonces todos esos pensamiento y ese andar con dudas y desesperanzas son solamente un ataque del acusador, ése es su oficio acusar de día y de noche para alejarnos de la presencia de Dios.

Así que aférrate a la Palabra de Dios y repele todo ese ataque. Cuando el enemigo lance su ataque contra ti con misiles directamente a tu mente, repele rápidamente su ataque y contrataca esos misiles con la Palabra de Dios. Recuerda que Jesús no vino para acusarte, sino para proveer salvación; miremos esto en la Palabra de Dios, vayamos a Lucas 18:11: “Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.

El límite del perdón

Hermanos, se genera otra pregunta en medio de nosotros, y oigo es la misma que Pedro le hizo a nuestro señor Jesús, y es esta ¿hay un límite para perdonar? Leamos en Mateo 18:21-22: “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.

¿Qué quiso decir Jesús con esto? Pues que el límite para perdonar no existe. Y esto es algo que si podemos hacer, lo haremos cuando el amor de Dios en Cristo Jesús haya sido derramado en nuestros corazones. Hace un tiempo atrás vi un documental acerca de un atroz asesinato del hijo de una pareja de ancianos. Y el asesino fue capturado, juzgado y sentenciado por aquel crimen.

Pero lo que en sí me llamó la atención fue que la pareja de ancianos perdonó a aquel hombre asesino de su hijo. Y además fueron hacia el juez en el día de la sentencia y le suplicaron que no le condenaran a muerte. Debido a esto el juez determinó imponerle una larga sentencia.

Pero aún hay más, luego de esto la pareja de ancianos fueron a visitar al asesino de su hijo y le llevaron el mensaje de la salvación por medio de la fe en Cristo. Y aún hay más, ya que aquel hombre aceptó a Cristo y fue salvo y en este momento tiene un ministerio dentro de la prisión.

Hermanos, y esto solo lo lograron porque el amor de Dios fue derramando en sus corazones. Sólo cuando conocemos verdaderamente a Cristo y su amor, es que podemos perdonar a otros de una forma genuina.

Para concluir

Hermanos aún tenemos esta pregunta: ¿Cuál es el punto principal de todo esto? Meditemos algo que puede contestar nuestra interrogante. ¿Qué sería de nosotros si el perdón de Dios no hubiese llegado a nuestras vidas? Es fácil responder a esta pregunta, cuando recordamos primero de donde vinimos.

Así que algunos dirán: -Pastor estaría perdido y cada vez más condenado a causa de mis muchos pecados. Es verdad eso, ya que la ley no puede darnos salvación, la ley nos conduce a aquel que puede darnos salvación.

Pero la ley en sí misma a nadie podrá justificar nunca, leamos eso en Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Pero Dios que es rico en amor nos dio a su hijo, leamos en Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.

Él ha quitado nuestros pecados, nos ha perdonado y nos ha dado la salvación que nunca podríamos obtener. Es solo en Cristo que somos considerados justos ante Dios. Así que hermanos meditemos en esta palabra la cual es el perdón, y pensemos en todas aquellas personas que nos han causado algún agravio, alguna ofensa y perdonemos genuinamente, pensemos en cuán grande fueron nuestros pecados contra Dios, en comparación con los que nos hayan hecho a nosotros, y oremos a Dios por ellas para que ellas también tengan convicción por sus acciones.

Miremos lo que nos enseña la Palabra de Dios en Efesios 4:31: “Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Hermanos, recuerden que Dios olvida todas nuestras transgresiones y promete no acordarse de ellas por grandes que sean. Hermanos, qué es el pecado del hombre contra nosotros, en comparación a nuestros pecados contra Dios. Pues las ofensas de las personas contra nosotros no llegan ni a las laderas de nuestros pecados contra Dios. Así que meditando en esto hermanos, vayamos y perdonemos a todos nuestros ofensores, perdonemos y olvidemos.

© Pastor José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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