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Demos gracias a Dios por su gracia

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Demos gracias a Dios por su gracia

Introducción

En América estamos condicionados a dudar de todas las ofertas gratuitas que se nos hacen por cualquier vía. Enseguida pensamos que: o es una estafa o no tiene calidad lo que nos ofertan. Y siempre decimos “en este país nada es gratis”.

Pero qué bueno que en el reino de Dios no ocurre lo mismo. Cuando los cristianos predicamos acerca de la gracia de Dios que trae salvación, y decimos que esa gracia es gratuita, realmente es gratuita y sin acepción de personas. Aunque, debo decirles, que esa gracia inmerecida tuvo un alto costo: la vida de nuestro Señor Jesucristo.

La palabra traducida como gracia en el Nuevo Testamento proviene de la palabra griega charis [jaris], que significa “favor, bendición o bondad”. De ahí, que en la teología sistemática se define el término bíblico gracia como «un favor inmerecido, que Dios otorga libre y soberanamente al ser humano».[1]

Por lo que, al hablar de la gracia de Dios, estamos hablando de todas las bendiciones que Dios nos concede porque le place, por lo quiere hacer de su propia voluntad, especialmente la salvación y el perdón de nuestros pecados.

Así que hoy, víspera del día de acción de gracias que celebramos en este país, quiero invitarte a que juntos valoremos como la gracia de Dios manifestada en Cristo, debe ser un motivo obligado de nuestra acción de gracias.

I. La Gracia de Dios está al alcance de todos

Cuando el apóstol Pablo le escribe su carta a Tito, el Pastor de la Iglesia que estaba en Creta, él le dice: Porque la gracia de Dios que trae salvación, se manifestó a todos los hombres.” (Tito 2:11 BDJ).

Es decir, la gracia de Dios es para toda clase de persona sean jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, esclavos y amos. Porque la gracia de Dios nivela perfectamente las desigualdades que existen en la humanidad como edad, sexo, raza, nacionalidad, diferencias económicas, ubicación geográfica y condición social.

El mensaje de la gracia de Dios tiene un alcance mundial. Es decir, no está limitado a una nación o a una raza en particular, sino que abarca a todas las razas y todas las naciones del mundo. (Génesis 12:3). Es la provisión de Dios para la necesidad universal.[2]

En su carta a los gálatas el apóstol Pablo enseña que en la gracia de Dios manifestada en Jesucristo, Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28). (cf. 1 Corintios 12:13).

Pero, además, Dios reveló su gracia en Jesucristo su Hijo, para que todos los seres humanos, sin excepción, al poner su fe en él, puedan alcanzar la salvación de su alma.

La Biblia dice que Dios nuestro Salvador, “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.” (1 Timoteo 2:4). Y que el Señor no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan.” (2 Pedro 3:9 NVI).

Pero la Biblia deja claro que les toca a los hombres responder por medio de la fe a ese ofrecimiento de la gracia salvadora de Dios. Dios siempre va a otorgar voluntariamente su gracia, pero la van a disfrutar sólo los que la aceptan por medio de la fe en Jesucristo. (Juan 1:12).

Jesucristo dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Juan 3:16).

El apóstol Pablo precisó: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16).

No se deje engañar por los que creen que todos los caminos conducen al cielo, y por los que dicen que si Dios es un Dios de amor, entonces la doctrina del castigo eterno tiene que ser falsa.

No aceptemos la idea de que Dios tiene tanto amor y misericordia, que Él va a permitir que toda la gente vaya al cielo sin importar como hayan decidido vivir su vida en la tierra.

Es indiscutible que Dios es grande en amor y misericordia, pero fueron precisamente, estas cualidades del carácter de Dios, las que le llevaron a enviar a Su Hijo Jesucristo al mundo a morir en la cruz por los pecadores, porque todos, sin excluir a nadie, estamos destituidos de la gloria de Dios. (Romanos 3:23).

La Biblia no deja lugar a dudas, que Jesucristo es la única puerta que conduce a una eternidad en el cielo, en las moradas eternas que Él fue a preparar en la casa del Padre. (Juan 14:2-3).

Pedro lleno del Espíritu Santo le dijo al Sanedrín: “Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, que podamos ser salvos”. (Hechos 4:12).

El apóstol Pablo le precisa a Timoteo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5).

La salvación es una para todos los hombres porque Dios es uno. Para esta salvación única, todos tienen un solo mediador para con Dios: Jesucristo hombre. Representando a la humanidad total, pues Dios quiere que todos los hombres se salven, como ya explicamos.

Démosle gracias a Dios porque Su gracia puede alcanzar incluso a sus peores enemigos, porque es ilimitada; aunque resistible, está al alcance de todos.

II. La gracia de Dios transforma

La salvación que alcanzamos por medio de la gracia de Dios no sólo nos liberta de la esclavitud del pecado, sino que además, genera o produce una transformación radical en nuestras actitudes, apetitos, ambiciones y acciones en nuestra vida.

Observemos como sigue Pablo explicándole a Tito acerca de la gracia salvadora: “enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente…” (Tito 2:12).

La Biblia insiste en que la misma gracia de Dios que nos salva, es también la que nos instruye o educa en la escuela de la santidad.

Ahora en Cristo ya no tenemos por qué vivir como antes vivíamos, dominados por los malos deseos que dirigían nuestra manera de vivir, sino que ahora en Cristo vivimos una vida recta y pura, basada en la verdad de Dios revelada en las Escrituras. (Efesios 4:22-24). [3]

No podemos olvidar que Cristo nos salvó para que viviéramos para su gloria. Jesús “se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo para posesión suya, celoso de buenas obras” (Tito 2:14).

La señal de que una persona abraza el evangelio y entra a disfrutar de la gracia de Dios, es que en primer lugar, reconoce que forma parte del pueblo (iglesia) que Cristo llamó de las tinieblas a su luz admirable. Y en segundo lugar, entiende que tiene el deber de abundar en buenas obras por el poder del Espíritu Santo. Dando evidencia de su nuevo nacimiento en Cristo.

Es por lo que no podemos admitir ni aceptar esa teología liberal y libertina de estos tiempos, que es similar a lo que enseñaba la falsa profetiza Jezabel en la iglesia de la ciudad de Tiatira. (Apocalipsis 2:20).

Esta perversa mujer enseñaba que los creyentes necesitan participar del mundo para poder mantener sus trabajos, asegurar ascensos, evitar ser considerados fanáticos y así poder ganar a los perdidos.

Su herejía de total tolerancia consistía en que los creyentes debían alcanzar al mundo con mayor facilidad asociándose con el mundo, acomodándose a las exigencias de la vida social y comercial de la sociedad. (Romanos 12:2; cf. Mateo 13:22; Gálatas 1:4; 1Juan 2:15).

El apóstol Pedro enseña: “Pórtense como hijos obedientes, y no sigan los dictados de sus anteriores malos deseos, de cuando vivían en la ignorancia. Al contrario, vivan una vida completamente santa, porque santo es aquel que los ha llamado. Escrito está: «Sean santos, porque yo soy santo.»” (1 Pedro 1:14-16 RVC).

El poder del evangelio de gracia que predicamos convierte en hijos e hijas de Dios a la gente que antes eran un número más en la sociedad.

La gloria del evangelio de gracia que predicamos le da dignidad propia a los que son calificados por el mundo como indignos.

El evangelio de gracia que predicamos es el que le dice a la gente que para Dios tienen un valor incalculable, aunque a los ojos del mundo no valgan nada.

El evangelio de gracia que predicamos es el que les dice a las personas que si no importan para la sociedad, sí importan para Dios. Porque Dios “Ha escogido a los que en el mundo no tienen importancia alguna, a los despreciados, a los que nada son, para destronar a los que el mundo considera grandes…” (1 Corintios 1:28 NTBAD).

Así que deberíamos prorrumpir en una alabanza de acción de gracias, porque sin merecerlo, Dios nos aceptó como miembros de la familia de la fe, por su infinita gracia. Y por medio de esa gracia nos justificó y vinimos a ser herederos de Dios y coherederos con Cristo. (Romanos 8:17; Tito 3:7).

Quiero insistir en esta verdad, porque a pesar de nuestros delitos y pecados merecíamos el castigo divino, Dios en su gracia decidió bendecirnos en lugar de maldecirnos. Porque nada podíamos hacer para ganar la salvación, porque la salvación no se gana por méritos humanos.

La biblia enseña: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8).

La única manera que cualquiera de nosotros pueda entrar en una relación con Dios, es por medio y a causa de su gracia hacia nosotros. 

Porque Jesucristo, que es la gracia divina encarnada, el regalo supremo de Dios a la humanidad caída, lo hace posible por medio de su obra redentora al morir en la cruz y resucitar de entre los muertos.

Este es un motivo más que suficiente para darle gracias a Dios, porque su gracia inmerecida no sólo nos salva, sino que también nos cambia y transforma.

CONCLUSIONES

Este año tal vez tengas muchos motivos o razones por que darle gracias a Dios: por tu familia, por tu salud, por tu trabajo o negocio, por tu profesión, tus estudios, comenzaste una relación sentimental, por la iglesia donde te reúnes; pero que nada de estos legítimos motivos te hagan olvidar que debes darle GRACIAS A DIOS POR SU GRACIA.

Por Su gracia disfrutamos del perdón de Dios. Su gracia nos capacita para servir en el reino de Dios. Su gracia hace posible que caminemos con Dios y nos da poder para hacer Su obra con excelencia.

“La gracia es la voz que nos incita al cambio y que luego nos da el poder para llevarlo a cabo.” Max Lucado

[1] Lacueva, F. (2001). En Diccionario teológico ilustrado (1. ed. española., p. 304). Tarrasa, Barcelona: Clie.

[2] Gould, J. G. (2010). Las Epístolas Pastorales. En Comentario Bíblico Beacon: Gálatas hasta Filemón (Tomo 9) (p. 726). Casa Nazarena de Publicaciones.

[3] Wiersbe, W. W. (1994). Fieles en Cristo: Estudio Expositivo de las Epístolas a Timoteo, Tito y Filemón (p. 110). Editorial Bautista Independiente.

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.
Iglesia La Misionera, Tampa, FL. 

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