La vida que no tiene principio

2. La comunión los unos con los otros v. 3.

La comunión con el Padre y con el Hijo tiene que conducirnos, obligatoriamente, a la comunión con nuestros hermanos. El creyente no solo tiene una vinculación con Dios sino también con sus hermanos. Sería una contradicción decir que tenemos una comunión con Dios si vivimos en una falta de amor con nuestros hermanos. Más adelante el mismo Juan nos va a decir que cuando andamos en la luz tenemos comunión con los otros v. 7. Pero de igual manera, el que pretende andar en luz, pero aborrece a su hermano, entonces todavía esta en tinieblas. El amor al hermano es lo que nos dice que andamos en luz (2.9-11). La nota distintiva de una auténtica iglesia debe ser la comunión de los hermanos. Lamentablemente cuando lo que prevalece son los partidos internos, caracterizados por actitudes orgullosas y soberbias, le dan un duro golpe a esa comunión que fue la nota distintiva de la iglesia del primer siglo. La vida que fue manifestada en Jesucristo, cuyo sacrificio se dio en la cruz, fue para tener una comunión hacia arriba y otra hacia abajo. Cristo es la razón de nuestra comunión.

III. EL COMPROMISO DE ESA VIDA QUE FUE MANIFESTADA EN CRISTO ES PARA QUE SEA COMPARTIDA

1. “Testificamos, y os anunciamos la vida eterna” v. 2b.

Juan escribe su primera carta para demostrar la historicidad y verdadera humanidad de Jesucristo. Cristo no aparentó ser hombre, ni sencillamente trató de identificarse con el hombre; Jesús ha confirmado ser hasta el día de hoy, un verdadero hombre. Nació y vivió entre nosotros. Y también Juan afirma en este texto que Jesús es Dios. De eso es lo que Juan está testificando en su carta. Nadie como él para haber tenido una experiencia visual con el Dios encarnado. Así, pues, la evangelización consiste en decirle a los hombres que Dios descendió del cielo en la persona de su Hijo Jesucristo para llegar a ser el salvador personal. De esta manera, el apóstol no solo testifica acerca de su propia experiencia en haber visto y convivido con el Señor Jesucristo, sino que también lo anuncia. La evangelización es dar testimonio de nuestra propia experiencia de salvación, pero también de anunciarla. ¿Cuál es la diferencia entre testificar y anunciar? Pues que al anunciarlo estamos explicando el mensaje. Y ese mensaje que hay que explicar es la vida eterna. Cuando usted anuncia el evangelio necesariamente tiene que tocar la doctrina de la eternidad con Dios.

2. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos” v. 3a.

La vida que se manifestó no puede quedar encubierta entre los hombres. Los apóstoles no podían dejar de hablar lo que habían visto y oído. Ellos no poseían un testimonio de segunda fuente. Ellos eran testigos presenciales del hombre que caminó con ellos, pero que vino del cielo. Por supuesto que nosotros no hemos “visto” u “oído” a Jesús como los apóstoles, pero tenemos el testimonio de ellos y la veracidad de la palabra revelada. Así que aunque Jesús no está físicamente con nosotros, el testimonio de nuestra vida cambiada por el poder des su palabra nos convoca a anunciarlo. Si bien es cierto que los discípulos de Jesús tuvieron el más grande privilegio dado a mortal alguno de contemplar al “Verbo de vida”, y por eso alguno de ellos como Tomás había creído, ahora Jesús habiendo resucitado, y después de reprender la incredulidad, llama bienaventurado a los que iban a creer,como nosotros, sin haberle visto u oído (Jn. 20:29). La vida que fue manifestada en Cristo tiene que ser anunciada. De eso depende el destino eterno de los hombres. Que como Pablo digamos: “ Me es impuesta necesidad…”. Eso es, tenemos que anunciarlo.

IV. EL FIN DE LA VIDA QUE FUE MANIFESTADA EN CRISTO ES PARA QUE NUESTRO GOZO SEA CUMPLIDO

1. ¡Qué manera de concluir este texto!

Después que Juan nos habla de todo ese mundo teológico, que incluye la eternidad de Jesús, y luego se refiere a su humanidad cuando utiliza los verbos ver, oír y contemplar, ahora nos habla del propósito por el cual ha traído esta escritura: “para que vuestro gozo sea cumplido”. La palabra “gozo” proviene del griego “eufrosune ” que significa “alegría”, siendo Dios el motivo mismo de ese gozo. La palabra “cumplido” nos viene de “pleroo” que significa: Llenar, completar. Cuando unimos estas dos palabras nos damos cuenta que el propósito de dar a conocer esta carta, era lograr que a través de la palabra eterna y ahora encarnada, se produzca una alegría completa en todo lo que somos y hacemos. Cuando Juan nos trae a este punto, nos hace ver que la vida cristiana debe tener en el gozo, la característica mas importante. No puede concebirse una vida cristiana ausente de gozo. El mundo se llena de alegrías momentáneas, pero el creyente vive en un gozo perpetuo, porque Cristo vive en el quien llega a ser la razón de tal gozo. Un hombre sin Cristo está vacío de ese gozo, porque el llenarlo es una competencia exclusiva de Jesús. La vida que se manifestó es para nuestro sumo bien. Lo es en la salvación y la vida eterna, pero también lo es por el gozo que distingue a cada uno de sus seguidores. Que no ocultemos semejante gozo.

CONCLUSIÓN:

En cuatro versículos Juan nos revela el evangelio en su más grande expresión teológica, pero a su vez en la forma más práctica para ser vivido. Cristo como nuestra vida ha existido eternamente con el Padre. Pero esa vida que tiene existencia eterna, se manifestó en carne. Y es por esa encarnación que ahora entramos en la mas sublime y completa comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Y una vez que entramos en esa comunión divina-humana es para que tengamos comunión con los otros creyentes.

Al final Juan nos dice que cuando vivimos en esta comunión del Espíritu, se manifiesta la plenitud de gozo. Pero seriamos egoísta si no compartimos la razón de tal gozo. Juan dijo que lo que había visto, oído y contemplado acerca del Verbo divino, lo anunciaba. No podía ser de otra manera. Cuando Cristo vive en nuestras vidas no podemos callar también lo que nos ha acontecido. Si esto hacemos el gozo será nuestra nota distintiva, como lo dijo Juan: “Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido” v. 4.

La vida que se manifestó en Cristo es la fuente de nuestro gozo. Que como los pastores de Belén salgamos a compartir el gozo de la vida “que fue manifestada”. ¿Se ha manifestado Cristo en su vida? ¿Es él la fuente de su gozo?

Deja un comentario